Distrito 7: las tendencias de Viena se cocinan fuera de la Ringstrasse

Más allá de los palacios y los grandes museos, de la Ópera y los suntuosos cafés del primer distrito se descubre una Viena en la que reinan galerías y arte urbano, talleres de diseñadores, tiendas vintage, terrazas secretas y restaurantes a la última

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Creativo o bohemio son los adjetivos con los que se conoce al distrito 7 de Viena. Nada que objetar si se trata de describir este barrio en el que desde hace años se concentran galerías y talleres de artistas, tiendas de moda, concept stores y locales gastronómicos.

Y, sin embargo, son términos que se quedan muy cortos para una zona en constante evolución, donde el arte urbano brota junto a edificios de estilo Biedermeier, la artesanía se imprime en 3D, las floristerías esconden cafés y obras de arte, los restaurantes veganos conquistan la alta cocina y hasta se atreven a reinterpretar en clave moderna las tabernas más tradicionales (heuriger).

En torno a la calle Burggasse, que lo divide en dos y con la que conecta con el distrito 1, al otro lado del complejo museístico conocido como MuseumsQuartier, dentro del propio distrito, antaño núcleo de la industria textil, se despliega Spittelberg, un barrio dentro del barrio.

Street art en Spittelberg
Mural del artista urbano Huariu en Spittelberg. Foto: Mar Nuevo.

Es lo que los vieneses llaman un grätzel, un conjunto de calles en torno a una plaza o mercado, sin límites definidos oficialmente pero donde, en una gran metrópolis como Viena, sigue existiendo el sentimiento de comunidad y vecindad.

El gräztel de Spittelberg, en el séptimo distrito, como el de Freihausviertel, en el cuarto, son perfectos para tomar el pulso al auténtico estilo de vida vienés, pero además con un punto de diseño y creatividad.

MuseumsQuartier

La puerta de entrada al distrito 7 y también a Spittelberg la encontramos en MuseumsQuartier (Museumsplatz, 1). Lo que una vez fueron las caballerizas de la corte imperial (obra del arquitecto Johan Bernhard Fischer von Erlach) es hoy un complejo de 60.000 m2 totalmente entregado al arte, con hasta 5 grandes museos, pero también galerías, restaurantes, cafés y tiendas de arte y diseño que han colonizado tanto edificios barrocos como de arquitectura vanguardista.

Leopold Museum en el MuseumsQuartier de Viena
Leopold Museum coronado por MQ Libelle. Foto: Gregor Hofbauer | Turismo de Viena.

Entre los imprescindibles, el Leopold Museum, una suerte de cámara del tesoro del estilo Art Nouveau de Viena, los talleres vieneses y el Expresionismo que cuenta con la mayor colección del mundo de obras de Egon Schiele, pero también piezas de Gustav Klimt, Josef Hoffmann o Koloman Moser.

En un moderno y luminoso cubo revestido de piedra caliza blanca, el Leopold Museum añade a su colección permanente muestras temporales (actualmente dedicadas a Max Oppenheimer y Gabriele Münter), así como un café con vistazas y una tienda de la que querrás llevártelo todo.

En Leopold Museum se concentra la mayor colección de obras de Egon Schiele del mundo

Desde 2020 corona el edificio una futurista terraza, MQ Libelle, que además de un hito arquitectónico diseñado por Laurids Ortner, ofrece unas de las mejores panorámicas del centro.

Vista de sala del museo Leopoldo de Viena
Leopold Museum. Foto: Peter Rigaud | Turismo de Viena.

También impactante es la robusta silueta del Mumok, el Museo de Arte Moderno Fundación Ludwig. Revestido en basalto gris oscuro y centrado en este caso en el arte de los siglos XX y XXI, cuenta con una interesante colección de obras de Andy Warhol, Claes Oldenburg, Pablo Picasso, Yoko Ono, Günter Brus y Gerhard Richter (cerrado temporalmente por obras de remodelación).

El Kunthalle Wien MuseumsQuarter, que fusiona un viejo picadero de caballos con un moderno edificio de los arquitectos Ortner + Ortner, el Museo Austriaco de Arquitectura (Az W), el Museo infantil Zoom o Designforum son otros de los espacios de este complejo.

Mumok en MuseumsQuartier de Viena.
Mumok en MuseumsQuartier. Foto: Christian Stemper | Turismo de Viena.

‘Beisl’ del siglo XXI

Justo detrás del MuseumsQuartier se despliega el grätzel de Spittelberg, apenas un puñado de calles entre Breite Gasse y Sigmundsgasse, la mayoría adoquinadas y peatonales, adornadas con grandes maceteros y plantas y repletas de tiendas, cafés y pequeños restaurantes.

Entre edificios de colores pastel decorados con molduras, como la curiosa Casa de San José (Burggasse, 13) de hermosa fachada verde y estilo barroco decorado con una gran figura de San José con el Niño Jesús en brazos que nos mira desde una hornacina, ya no hay rastro de artesanos o jornaleros llegados a trabajar en la corte imperial; tampoco de músicos callejeros, malabaristas, feriantes y prostitutas que poblabas sus calles en el siglo XIX.

Hoy es una zona residencial tranquila (y bastante cara) que cuenta entre sus joyas con idílicas terrazas ocultas en patios interiores como que encontramos en Glacis Beisl (Breite Gasse, 4).

Glacis Beisl. Foto: Mar Nuevo.

Típico mesón vienés con mobiliario de madera, mesas con manteles y especialidades tradicionales como sopas, grammelknödel (albóndigas con chucrut), gulasch y uno de los mejores wiener schnitzel de la ciudad, ha logrado hacer convivir la tradición con la modernidad y lograr que hasta un filete empanado resulte cool. Para maridar el plato vienés por antonomasia, un generoso escalope servido con patatas salteadas con perejil y ensalada mixta, hay que pedir cerveza de grifo o alguno de los numerosos vinos de la carta (preferentemente locales).

Con buen tiempo, sin embargo, el foco se traslada a su terraza (schanigärten), que se ubica en uno de los jardines interiores más hermosos del barrio, un oasis de plantas con un aire vintage a unos pocos pasos del MuseumsQuartier.

Del mismo estilo e igualmente apetecible, especialmente las mesas ubicadas bajo las parras de su patio interior, es Amerling Beisl (Stiftgasse, 8), en el corazón de una casa burguesa del siglo XVIII, convertida taberna desde 1980.

Wiener schnitzel en Glacis Beisl. Foto: Mar Nuevo.

Alta cocina vegana

Las idílicas callejuelas que acogen en diciembre uno de los mercados navideños más bonitos de Viena donde las grandes pistas de hielo, las norias gigantes y los marcos palaciegos se sustituyen por encanto y autenticidad, se han instalado también algunos de los restaurantes más punteros de la ciudad.

Entre ellos sobresale Tian Bistro am Spittelberg (Schrankgasse, 4), segundo concepto bajo los mandos del chef Paul Ivić tras el restaurante Tian, galardonado con una estrella Michelin y una estrella verde y reconocido como uno de los mejores vegetarianos del mundo.

Paul Ivic, el chef de  Tian Bistro am Spittelberg
Paul Ivic, el chef de Tian Bistro am Spittelberg. Foto: Ingo Pertramer.

En este local, que comparte la filosofía de su hermano mayor en formato bistró y con un precioso patio interior que recuerda a un invernadero, se profundiza en la cocina vegana más sostenible.

En la despensa de Tian Bistro solo entran productos de proximidad y de temporada, orgánicos y producidos de forma sostenible

Para nutrir su despensa, que incluye variedades de verduras, frutas y granos casi rescatados del olvido, Tian Bistro trabaja mano a mano con proveedores de proximidad a los que no duda en ceder parte del protagonismo de sus recetas y sus platos, desde quienes sirven el pan a la leche con la que elaboran su propia mantequilla, que dan ganas de llevarse por kilos.

Platos de Tian Bistró, Viena
Lo mejor en Tian Bistro es ponerse en manos del chef. Foto: Ingo Pertramer.

Bajo el lema ‘larga vida a la curiosidad’ se cocinan platos que parecen sacados del jardín de Edén y donde texturas y presentaciones no ocultan sabores auténticos y, sobre todo, capaces de sorprender a partir de productos tan aparentemente humildes como la zanahoria, que se presenta con hasta cinco elaboraciones diferentes en un plato, o la remolacha, en un espectacular tartar.

Para indecisos, lo mejor es dejarse llevar por el menú degustación Sharing Chef’s Garden con clásicos de la casa y sorpresas fuera de carta que además tiene un precio excelente (siete pases, 54 euros por persona).

Los vinos son el territorio del sumiller André Drechsel, que se luce especialmente con espumosos, blancos, tintos y orange wines, especialmente vinos naturales y tanto austríacos como de otras regiones europeas y del mundo.

Una de las salas de Tian Bistro. Foto: Ingo Pertramer.

La taberna tradicional se vuelve cool

Otro que ha sabido jugar con la tradición local en el barrio es Hertz & Seele (Kirchberggasse, 7), en su caso renovando el concepto de taberna tradicional vienesa o heurige, como se conoce a los locales donde sirven vinos vieneses (quizás muchos no sepan que la ciudad cuenta con alrededor de 700 hectáreas de viñedos localizadas en las colinas al norte y oeste) y platos sencillos para acompañar.

Con el espíritu de estos establecimientos, de ambiente acogedor y que se identifican por el vino de cosecha, las ramas de pino silvestres colgando en el techo y la inscripción Ausg’steckt que indica que el local está abierto, el recién inaugurado Hertz & Seele de Spittelberg ofrece un espacio que fusiona gastronomía, vinos y coctelería, donde la noche comienza picoteando alguna de sus propuestas en mesas altas y probando vinos para pasar, cuando bajan las luces y sube la música, a la carta de cócteles.

Foto: Hertz Seele.

Así, las empanadas de patata y calabaza, el krautfleckerl (pasta Fleckerl con repollo) los platos de quesos y embutidos locales, los estofados veganos o las albóndigas de espinacas conviven en este moderno heuriger con una carta donde brillan los vinos austriacos pero también champagnes y cócteles de autor.

Arte urbano y diseño en el distrito 7

Con una interesante escena de street art, en la que se mezclan firmas, entidades y proyectos que apoyan esta forma de arte público como KÖR Wien, Wiener Wand o el festival Calle Libre, el distrito 7 se ha convertido en uno de los lugares favoritos de Viena para estos artistas, que hacen de las fachadas lienzos donde expresar su creatividad.

Entre los destacados del barrio, la obra de David Leitner en Kirchengasse o la de Crazy Mister Skecht en Burggasse, ambas enmarcadas precisamente en la edición 2020 de Calle Libre, o el mural de Huariu en Kirchberggasse, una obra dedicada a los 250.000 niños soldados del mundo que, al erigirse frente a un parque infantil, nos obliga a mirar las durísimas dualidades de nuestro planeta.

Street art en el distrito 7 de Viena.
Street art en el distrito 7 de Viena. Foto: Mar Nuevo.

Callejear por el barrio es la mejor forma de descubrir sus tesoros, que también vienen en forma de talleres de diseñadores y artistas como Sheyn. (Lerchenfelder Strasse, 7). Con este nombre yiddish -el hebreo hablado por los judíos del centro de Europa- que podría traducirse por bonito bautizaron Nicolás Gold y Markus Schaffer su estudio creativo que bebe, precisamente, del intercambio cultural y el anhelo de belleza para crear originales jarrones, lámparas, maceteros, portavelas o pequeños muebles como mesas de café y butacas, todo impreso en 3D.

Partiendo de su formación en arquitectura (Nicolas se graduó de la Universidad de Artes Aplicadas de Viena, donde estudió junto a las arquitectas Zaha Hadid y Kazuyo Sejima) y tomando de esta disciplina herramientas y conceptos, desarrolla un lenguaje propio adaptado a diferentes escalas y, basándose en las tecnologías más vanguardistas como el modelado digital, crea sus diseños que se imprimen en 3D a la vista del público.

Artesanía digital en Sheyn. Foto: Mar Nuevo.

Como explica el diseñador y fundador de la firma, lo suyo es “artesanía digital”: cada pieza es única y está diseñada a mano (a ratón, podríamos decir) y se realiza una a una, eso sí, a máquina. Además de la tienda, que es también showroom y donde trabajan dos de sus impresoras 3D en directo, cuentan con otro taller donde se produce el grueso de sus piezas.

Siempre bajo demanda, de modo que no se genera stock, el material de los objetos de Sheyn., todos de suaves líneas onduladas y en diferentes y apetecibles tonalidades, es PLA con base en maicena, un material sólido y resistente, además de sostenible y reciclable, que hace de cada jarrón o cada lámpara una decisión ecológica, además de preciosa, para nuestro hogar.

Creadores de la firma Sheyn. en Viena.
Markus Schaffer, Nicolas Gold y Tarik Jahic, de Sheyn.

Moda vintage en St. Ulrich Platz

En torno a la plaza St. Ulrich Platz se concentra otro puñado de direcciones interesantes del distrito 7, especialmente de moda. Es el caso de Burggasse 24 que desde 2013 se afana en recopilar las mejores piezas de moda vintage del barrio. En sus salas llenas de luz hay espacio también para sus propias colecciones, así como para reponer fuerzas en medio del paseo con un café y unos pasteles.

Muy cerca, la diseñadora vienesa Sabine Kriebel abre las puertas de su marca de moda, SBIN (Burggasse 22), especializada en prendas urbanas y minimalistas y, en la misma calle, Uppers & Downers (Burggasse, 46) ofrece una estimulante selección de moda vintage y de segunda mano en marcas internacionales, pero también zapatos, accesorios o perfumes.

Die Sellerie, en Viena. Foto: Mar Nuevo.

El concept store Die Sellerie (Burggasse, 21) es perfecto para rastrear artículos de papelería, láminas, serigrafías, objetos de decoración y todo tipo de caprichos para el hogar, mientras Glein (Neustiftgasse, 18) es un atelier de moda vienesa, con compromiso de alta calidad y producción sostenible, donde encontrar los básicos de fondo de armario que siempre andamos buscando.

¿Un capricho especial? Los elegantes sombreros de Mühlbauer (Neubaugasse, 24) han seducido a estrellas internacionales desde Madonna a Brad Pitt pasando por Yoko Ono y Meryl Streep. Nacida como empresa familiar en 1903 en los suburbios vieneses, hoy es una reconocida marca de moda donde artesanía y fabricación a mano se conjugan con diseño contemporáneo.

Tiendas para quedarse a vivir

Dos descubrimientos más en el distrito más creativo de Viena: en este caso establecimientos que son mucho más que lugares donde efectuar una compra.

Calienna. Foto: Mar Nuevo.

Sous Bois (Neustiftgasse, 33) es una tienda de escritura y papelería donde volverse loco entre lápices, libretas, cuadernos o calendarios de todo tipo de marcas y diseñadores nacionales e internacionales, así como libros de arte. Además, este oasis de papel, tinta y color cuenta con un coqueto café abierto durante todo el día que sirve desde pasteles franceses a tablas de queso pasando por snacks de inspiración oriental y vinos naturales.

Más que una tienda, Calienna (Neubaugasse, 68) es un manifiesto: plantas, jardinería, café, galería de arte y estudio creativo, encontrarás muchas razones para pasar toda una mañana curioseando en este precioso local que destila buena vibra empeñado en hacer germinar en un mundo plagado de mensajes contradictorios, consumo excesivo y distracciones online, una comunidad de personas interesadas en reconectar con la naturaleza y consigo mismos, ya sea a través de plantas, lecturas, conversaciones, arte o productos bellos y cuidadosamente elaborados. Vaya si lo consiguen.

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