Tres días en Toulouse: qué ver, hacer y comer en la Ciudad Rosa
Una exposición de Giacometti, una vieja fábrica de munición reconvertida en el nuevo ‘place to be’, anticuarios, boutiques, mercados, patios secretos y la ruta más sabrosa para sacarle todo el jugo a la capital de Occitania
Sentada en una de las terrazas de la plaza Saint-Georges una podría pensar que se encuentra en algún coqueto rincón de París. Los mismos cafés, las mismas sillas perfectamente colocadas para ver la vida pasar, el mismo chic en el paisaje (y en quien lo transita). Sin embargo, todo parece un punto más relajado, más amable, más disfrutón. Quizás porque en realidad estamos 681 km al sur de la capital francesa y a solo 150 km del Mediterráneo. Seguramente porque estamos en Toulouse, una ciudad que parece haber sido diseñada para el placer.
Poco más de una hora en avión desde Madrid y solo 50 minutos desde Barcelona hacen falta para llegar a la capital de Occitania, cuarta ciudad más grande Francia y muy conocida por el sobrenombre -tan poético como literal- de ‘Ville Rose’.
En Toulouse, que debe su apodo a la tonalidad de los ladrillos con las que está construida la mayor parte de sus edificios, es fácil entregarse a esa tan francesa y glamourosa joie de vivre, ya sea comprando quesos y flores en sus mercados, buscando tesoros en sus anticuarios, descubriendo el nuevo epicentro gastro en una vieja fábrica de municiones, visitando exposiciones, paseando a la orilla del Garona, descubriendo terrazas secretas o incluso explorando el interior de la antigua estación espacial Mir.
Plagada de maravillas –incluidos tres lugares declarados Patrimonio Mundial por la Unesco-, y con planes para todos, de tamaño perfecto para recorrer a pie, Toulouse es el destino ideal para una escapada de fin de semana o, mejor aún, de puente. Te damos las claves para sacarle el máximo partido.
Día 1: salchichas, ostras, cassoulet y queso en el mercado de Víctor-Hugo
Aunque volveremos a la plaza Saint-Georges a tomar una copa de syrah o a comer en alguno de sus coquetos restaurantes, arrancamos la visita a Toulouse en otra plaza, la del Presidente Thomas Wilson, punto de encuentro para los tolosanos y perfecto para iniciar cualquier paseo por el centro (toma como referencia su precioso carrusel clásico, abierto los 365 días del año).
Muy cerca hay una buena variedad de hoteles para alojarse. De estilo boutique y ocupando una antigua mansión familiar –hôtel particulier-, Les Capitouls Toulouse Centre (29 All. Jean Jaurès) es una excelente opción.
Su estructura tradicional en ladrillo se funde con una curiosa inspiración inglesa: sus propietarios son amantes de la música de Manchester y, junto a la tarjeta que sirve de llave, se recibe acceso a una playlist con las bandas y cantantes míticos de la ciudad, que también se asoman a las estancias en forma de fotografías y recuerdos, así como una decoración moderna y acogedora.
Una barra de bar hace las veces de mostrador de recepción e invita a acomodarse para tomar una copa después de un día explorando la ciudad.
Desde aquí, ponemos rumbo al Mercado de Víctor Hugo, un buen lugar para tomarle el pulso a una ciudad tan rica en patrimonio como en sabor. Abierto todos los días excepto los lunes, sus más de 80 puestos son una fantasía para la vista y el gusto con escaparates a los que se asoman foie gras y mi-cuit, ostras, carnes, pescados, mariscos, aceitunas, especias, el típico cassoulet (guiso de alubias blancas, confit de pato y salchicha), la galet de la Garonne (embutido con hierbas) o la salchicha tolosana, que se expone, se compra y se cocina enrollada.
Por supuesto, Víctor Hugo es una fantasía para cheeselovers, con las tiendas de Betty o Deux Chavanne para adquirir variedades que van desde el pavé toulousain (queso en forma de adoquín típico de la ciudad) al reblochon, bleu de termignon, salers, brillat savarin, comté, bouyguette, brie truffé…
Pero no se puede hablar de queso en Toulouse sin mencionar a Xavier. Aunque aquí la mayoría de queseros se consideran affineur que no fromagier; es decir, que son responsables de la maduración de los quesos y, por tanto, de su sabor y cualidades finales, si hay un nombre que destaca es el de este negocio familiar. Único en la ciudad en ostentar el título de Meilleur Ouvrier de France (MOF) con el que el Ministerio de Cultura francés distingue a los mejores artesanos del país, Xavier cuenta con varios establecimientos en la ciudad, incluida una fantástica tienda junto al mercado de Víctor Hugo.
El nuevo ‘place to be’ de Toulouse
Dejamos por el momento el centro para descubrir una de las novedades de Toulouse. Recién estrenada, una antigua fábrica de munición acaba de renacer, ahora como mercado gastronómico e indiscutible ‘place to be’ en la ciudad: Les Halles de la Cartoucherie.
Ubicado en la Place de la Charte des Libertés Communales, en el flamante nuevo distrito de La Cartoucherie, y repleto de público joven, a este gran espacio que ha dejado a la vista su antigua estructura de hierro y hormigón (e incluso grafitis que recuerdan sus años de decadencia) se viene a comer recetas locales que elaboran los diferentes puestos, pero también a viajar a través de los sabores por La India, Líbano o Vietnam, así como una gran barra central donde pedir vinos del Suroeste francés.
Además, salas de coworking, espacios para reuniones y presentaciones, una escuela de cocina, tienda de diseño y una zona dedicada al deporte con pistas de squash, muros de escalada o zonas para practicar danza, fitness o breakdance forman también parte de este multifacético lugar.
Arte al otro lado del Garona
También en la orilla izquierda del Garona, otro gran espacio reconvertido, en este caso un viejo matadero, es el principal museo de arte contemporáneo de Toulouse: Les Abattoirs (76 All. Charles de Fitte).
Aunque desde hace décadas no hay animales en el entorno, nos recibe una surrealista ave, obra de Fernand Léger y una de las 16 grandes piezas expuestas al aire libre en los alrededores.
El interior, de 3.000 m2, expone alrededor de 4.000 obras de arte de la colección permanente, además de las muestras temporales como la que estos meses el museo dedica al escultor y pintor suizo Alberto Giacometti.
Imprescindible si visitas Toulouse hasta el 21 de enero de 2024, Le temps de Giacometti (1946-1966) reúne las obras del artista entre 1946 y su muerte en 1966 con un centenar de esculturas, pinturas, grabados y fotografías, incluidas algunas de sus obras maestras como L’Homme qui marche.
Muy cerca, le Chateau d’Eau o la Torre del Agua, una infraestructura del siglo XIX en desuso restaurada por el fotógrafo tolosano Jean Dieuzaidea para albergar exposiciones fotográficas.
De anticuarios por Saint-Étienne
Tras cruzar el Garona, en esta época sin sus agradables guinguettes -restaurantes y terrazas flotantes- pero igualmente agradable para pasear, correr o leer, hay que aventurarse a recorrer palmo a palmo el precioso barrio de Saint-Étienne, plagado de placitas con fuentes esculpidas, boutiques de moda y decoración (Maison Marah, Le trait fraçcais, Pompon sur la Garonne), floristerías preciosas (Poppy Figue), anticuarios y concept stores (Slow Concept, L’Interprète).
Entre encantadoras fachadas rojizas con contraventanas azules encontraremos todo tipo de tesoros y curiosidades. Aquí está, por ejemplo, Hotel du Grand Balcon donde se alojaba mientras hacía sus prácticas de piloto Antoine de Saint-Exupéry, el autor de El principito, y en el que se mantiene su habitación, la número 32, prácticamente intacta.
Reserva unos minutos para entrar en AHPY, una de las mejores direcciones para aprender todo sobre el pastel en Toulouse que, pese a lo que pueda parecer, no tiene nada que ver con el dulce, sino con una planta, el glasto (Isatis Tinctoria), con el que se conseguía un tinte azul con el que hicieron fortuna numerosos comerciantes en la ciudad durante el Renacimiento y que hoy se sigue empleando en todo tipo de textiles.
Precisamente esta riqueza derivada del bleu pastel está detrás de las enormes mansiones que pueblan el centro de la ciudad, los maravillosos hôtel particulier como los de Pierre d’Assézat o Jean de Bernuy (aunque la mayoría son privados, siempre se puede entrar a echar una ojeada si el portón está abierto).
Y si te gusta la papelería no dejes de visitar La Mucca, con dos direcciones, una especializada en cartelería y decoración y otra con miles de libretas, agendas o cuadernos de viaje con diseños y acabados tan bonitos que querrás llevártelos todos.
Restaurantes que son también centros de yoga y tienda de productos de belleza y bienestar como Peacock, chocolaterías como Criollo, pastelerías como Sandyan y salones de té para quedarse a vivir como Entremets son otros de los hallazgos en este barrio repleto de placitas con encanto y fachadas de postal.
Saint-Étienne es también perfecto para cenar, con restaurantes tan agradables como Le Soulier (3 Pl. Montoulieu), el hermano pequeño del famoso Aux pieds sous la table, aquí con menú ejecutivo al mediodía y una divertida propuesta de cena con tapas y platos para compartir maridados con cócteles.
Día 2: el tour más sabroso por Toulouse
Para conocer más a fondo la historia de Toulouse es buena idea optar por una visita guiada. Entre las más originales, la que ofrece Toulouse Gourmet Tours, el proyecto del chef español Alejandro Javaloyas que desvela, en 7 paradas y otros tantos bocados, algunos cocinados en directo sobre una bicicleta convertida en original barra de showcooking, los mejores tips y direcciones para saborear la capital occitana
Tras citarnos en el segundo de los grandes mercados cubiertos de Toulouse, el de Carmes, la ruta (65 euros, grupos reducidos de 8 personas, en inglés y español) arranca en la Rue Maletache, donde en 1463 se desencadenó el gran incendió que casi hizo desaparecer Toulouse y que, a la postre, es responsable del aspecto actual de la ciudad, ya que se obligó a sustituir las casas de madera y adobe (maisons à colombage) por las de ladrillo hecho con arena del fondo del Garona.
Aquí probamos los macarons de Au Poussin Bleu, con receta original del siglo XV de las monjas Carmelitas Descalzas que para todos en esta ciudad los son verdaderos antecedentes de los delicados macarons que se venden en las confiterías más finas de París.
Y del macaron a la chocolatine, como se llama aquí, en lengua occitana, al pain au chocolate, que sirve para hablar, en la Rue du Languedoc, del idioma regional hoy casi desaparecido y que apenas pervive en las placas de las calles y la megafonía del metro.
Frente a la Porte Narbonnaise, la entrada sur de la Tolosa romana, se prueba el Jambon Noir de Bigorre (AOP), un jamón curado de cerdos negros, que Álex sirve coronando una crema de setas de la Montagne Noire, con huevo poché, aceite de avellana a la trufa y sal de Carmargue.
Tras recorrer los puestos del mercado de Carmes, se pasa a una de las mejores tiendas de vinos de la ciudad, L’Énvie du Sud (14 Pl. des Carmes), para maridar algunos de los quesos de Xavier, y frente a la iglesia de Notre-Dame de la Dalbade se prueba la ‘véritable’ salchicha tolosana, que Álex acompaña de puré de patatas à la Robuchon, higos de Provenza, avellanas tostadas, cebollino y salsa de vino tinto emulsionada con chocolate negro.
Antes de terminar, aún hay tiempo para hablar de la violeta, flor por excelencia en Toulouse y motor de otra de sus industrias más tradicionales, que la convierte en caramelos, dulces y relleno para chocolates como el que probamos, además de cosméticas y perfumes.
La visita llega a su fin en la Cathédrale de Saint-Étienne degustando el también tradicional gâteau Fénétra de pasta quebrada con almendra, limón y albaricoque, se dice que el pastel más antiguo de Toulouse, elaborado ya en la época romana.
La foto más buscada de Toulouse
Después de este tour -que sirve también de comida- es hora de pasar por la plaza del Capitole, auténtico corazón de la vida tolosana. Dominado por el magnífico edificio del Ayuntamiento (Capitole) mandado construir hace ocho siglos, ha sido transformado, ampliado o embellecido en cada época para llegar a la actualidad como una joya del arte neoclásico.
Aunque se ideó como una plaza porticada, solo una de las caras, la oeste, está cubierta por soportales. No dejes de pasar por debajo para admirar las obras de Raymond Moretti sobre la historia de la ciudad y sus valores con todo tipo de guiños a diferentes artistas y estilos.
Callejeando llegamos a Notre-Dame-de-la-Daurade, a orillas del Garona, una iglesia del siglo V que tiene como principal peculiaridad una Virgen Negra. Patrona de la ciudad, la tradición manda regalarle trajes y es habitual verla vestida por modistos de la talla de Christian Lacroix o Jean-Charles de Castelbajac.
Desde aquí tenemos una fantástica panorámica del Pont Saint Pierre y la Capilla de La Grave, al otro lado del río, en el barrio de Saint-Cyprien, con su grandiosa cúpula de cobre emblemática del skyline de la ciudad.
Los monjes dominicos que iniciaron la construcción del convento de los Jacobinos en el siglo XIII escogieron para su exterior una imagen solemne y austera, símbolo de sus votos de pobreza. Lo que espera en el interior, sin embargo, es una iglesia luminosa, donde coloridas vidrieras rivalizan con una hermosísima bóveda de nervaduras de 28 metros de altura y conocida como ‘la palmera’. Además de echar un vistazo al altar mayor, con las reliquias de Santo Tomás de Aquino, no dejes de acercarte al jardín del claustro, el refectorio y la sala capitular.
Entre las edificaciones religiosas más impactantes de Toulouse no puede faltar la Basílica de Saint-Sernin. Con su campanario octogonal de 65 metros elevándose al cielo, este bellísimo templo, inscrito como Patrimonio Mundial de la Unesco en el marco de los Caminos Compostelanos, es el edificio románico más grande de Francia. Está dedicado San Saturnino o San Sernín (el mismo San Fermín patrón de Pamplona, por donde pasó primero), considerado primer cristiano de Toulouse, donde fue martirizado arrastrado por un toro por las calles de la ciudad.
Un cóctel en un jardín secreto
Habíamos prometido patios secretos y es el momento de descubrir uno. Perfecto para el aperitivo antes de la cena, entramos en Maison Soclo (34B Rue Valade), un hotel boutique de solo 16 habitaciones a orillas del Garona instalado en una residencia del siglo XVIII donde se dan cita vecinos del barrio, viajeros y amantes del brunch para disfrutar de su precioso jardín interior. Pide la carta de tés, cafés y cócteles y, tanto clásicos como de autor y, si no te viene la inspiración, déjate asesorar.
Otra opción para una copa justo al atardecer la encontramos en lo más alto de las Galerías Lafayette (4-8 Rue Lapeyrouse), junto a la plaza del Capitolio, con una de las mejores panorámicas de toda la ciudad, especialmente bella a la caída del sol.
Después, podemos rematar el día en La Gourmandine (17 Pl. Víctor Hugo), toda una institución en Toulouse en forma de bistró moderno que nutre sus cocinas de productos procedentes de agricultura local, ecológica o sostenible, muchos traídos del vecino mercado de Víctor Hugo.
Entre los imprescindibles, el croque-monsieur de trufa, el tataki de trucha de los Pirineos, el foie gras, las alcachofas fritas, la ternera de Aubrac al estilo Wellington o el huevo de Aveyron de la granja de Delphine al estilo Meurette.
Día 3: Toulouse, hogar del minotauro y ciudad del espacio
¿Y si te decimos que Toulouse es hogar del moderno minotauro? Para conocerlo hay que dirigirse a la Halle de la Machine (3 Avenue de l’Aérodrome de Montaudran), donde espera un universo totalmente mágico habitado por sorprendentes máquinas.
Arañas de 13 metros de altura capaces de desplazarse con el movimiento de una bailarina, una Catapulta de panes, un Ruiseñor Pendular o la Máquina de servir vino conviven con la gran estrella: un minotauro de 14 metros de altura y 47 toneladas de peso fabricado en cuero, madera y acero y revestido con pan de oro capaz de llevar a su espalda a 50 personas mientras pasea por el barrio de Montaudran.
De la compañía La Machine (la misma tras La Galerie des Machines de Nantes) y dirigido por François Delaroziere, el gran hangar ofrece también exposiciones, bocetos y animaciones, así como inventos que cobran vida.
Ciudad pionera en la aviación y hoy estrechamente vinculada a la industria aeronáutica y aeroespacial (aquí está la sede central del gigante Airbus y sus talleres de montaje), Toulouse cuenta con diferentes espacios que homenajean esta tradición, como Envol des Pioners, sobre la historia de la mítica compañía Aéropostale, Aeroscopia, el museo de la aeronáutica, con una fantástica colección de aviones de todas las épocas incluido un Concorde y un gigantesco A380, y la Ciudad del Espacio.
Esta última, con más de 4000 m2 de exposiciones, es una suerte de parque temático de la ciencia y el espacio donde se puede contemplar el cohete Ariane 5, entrar en la estación Mir o la cápsula Soyouz, conocer cómo viven los astronautas en misiones espaciales, visitar un cráter en Marte, admirar una réplica del robot Perserverance de la NASA o viajar por el sistema solar gracias a una proyección en su cine IMAX 3D.
De vuelta al centro de Toulouse nos dejamos caer por la preciosa plaza Saint-Georges para disfrutar en sus terrazas de los agradables rayos de sol otoñales y degustar las propuestas del siempre animado restaurante Monsieur Georges (20 Place Saint-Georges), también con terraza exterior.
Y así, mientras revisamos las fotos con las hemos llenado la memoria del móvil y nos imaginamos lo hermosa que estará la Ciudad Rosa en el resto de estaciones del año, ya estamos planeando nuestra próxima vez en Toulouse.