Valle de Benasque: esquí y pueblos escondidos en las montañas más altas de los Pirineos
Esquí entre puestas de sol y champán, glaciares y cascadas, bordas e iglesias románicas, aprèski, chimeneas y chocolate caliente en el valle los tresmiles de Huesca
Hablar de esquí en el Pirineo aragonés es hablar de la tradición montañera de Jaca con las históricas estaciones de Candanchú y Astún, de la marcha aprèski de Formigal o del ambiente familiar de Panticosa. Pero también es hacerlo del Valle de Benasque, posiblemente el rincón más inaccesible y escondido de la montaña de Huesca, allí donde las pistas se rodean de imponentes picos de más de 3.000 metros de altitud entre nieves perpetuas, glaciares, cascadas e ibones.
Cuenta la leyenda que fue Hércules quien dio lugar a la más famosa cordillera de España cuando colocó las piedras que harían de sepulcro de su amada, la bella princesa Pyrene.
Lo cierto es que no hace falta tirar de mitología para sentirse abrumado por la magia de estas montañas en el conocido como valle de los tresmiles debido a la acumulación de los picos más altos del Pirineo –¡son más de 60!-, entre ellos el Aneto, rey de reyes con sus 3.404 metros, y los nada desdeñables tampoco Posets y Maladeta.
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Cerler 9km, el descenso más largo de España
En el extremo más oriental del Pirineo oscense (solo el macizo de la Maladeta lo separa de la localidad de Vielha, ya en Cataluña), Benasque es la capital de un precioso valle de naturaleza agreste que forma parte del Parque Natural Posets-Maladeta.
La nieve lo convierte en los meses de invierno en la perfecta postal alpina, un codiciado destino que, lejos de la masificación y el esnobismo, destila ambiente montañero.
A 1540 metros de altitud, Cerler es el pueblo más alto del Pirineo aragonés
El epicentro de los deportes de nieve lo encontramos en Cerler. A 1540 metros de altitud, el pueblo más alto del Pirineo aragonés es también la base de una estación del grupo Aramon que cuenta con 80 km esquiables y una cota máxima de 2.630 metros, que encontramos en la cima Gallinero.
Un total de 72 pistas, entre ellas las de la recién estrenada zona de Castanesa, y 9 recorridos especiales se suman en Cerler al descenso más largo de cualquier estación española, con 9 km de bajada ininterrumpida en la que se acumulan 1.130 metros de desnivel.
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Cronoslalom, boarder cross, zonas infantiles, snowpark y popuestas especiales como la bajada nocturna con antorchas que tiene lugar durante el carnaval se unen a experiencias originales como ‘Abrir huella’, que permite ser el primero es descender por las pistas recién pisadas, antes de la apertura al público de la estación, y reponer fuerzas con un desayuno especial en el sector de Ampriu.
Un lugar que nombra a sus espacios con nombres como el Rincón del Cielo no solo tiene hot spots para hacerse fotos instagrameables como un corazón que enmarca el Aneto o un banco para dos con vistas al techo del Pirineo. También experiencias inolvidables como ‘Skyline’, que propone, una vez cerrados los remontes, contemplar la puesta de sol con una copa de champán en la mano para después emprender un descenso nocturno iluminados por la luz de la luna (y frontales).
Para mantener las fuerzas durante toda la jornada de esquí te recomendamos una parada en alguno de sus restaurantes y bares, preferiblemente Colladeta Burger (a destacar sus hamburguesas de ternera del valle de Benasque) y la Pizzería El Bosque, con una agradable terraza rodeada por un bosque de pino negro y espectaculares vistas a los picos Aneto y Maladeta.
Última recomendación: no te vayas sin pasar por Remàscaro. De hecho, es difícil obviarlo gracias a la conjunción de buen ambiente y música, ya sea en directo o en sesiones de DJ’s, que tienen como cabina una máquina pisapistas.
Ambiente montañero en Benasque
En el Valle de Benasque la diversión no se acaba tras deshacernos de esquís, tablas, botas y bastones.
Iglesias románicas, bordas y casas típicas pirenaicas nos esperan en los pueblos escondidos del valle, como el pequeño núcleo de Cerler, donde la forja, la piedra, la madera y la pizarra dan forma a un coqueto casco histórico con casas tradicionales bien conservadas que se apiñan en torno a la parroquia de San Lorenzo.
Más abajo, Benasque ejerce como la capital del valle y núcleo de servicios. Con algo más de 2.200 habitantes y atravesada por el río Esera, merece la pena deambular entre su callejuelas con casas apiñadas junto a la iglesia y admirar edificaciones como Casa Juste, con su característico torreón, o el Palacio de los Condes de Ribagorza, del siglo XVI y estilo renacentista, empleado como vivienda, sede de la Aduana y acuartelamiento del Batallón Alpino durante la Guerra Civil.
También parte del municipio de Benasque es el precioso conjunto urbano de Anciles, una joyita resume a la perfección la arquitectura popular de la zona, con espléndidas casas solariegas de los siglos XVI y XVII como las casas Barrau, Sebastián, Sort, Escuey y Suprián.
Gruesos muros de piedra, aleros tallados, puertas dinteladas, grandes patios y delicados trabajos de forja son la tónica habitual de estas casonas, con arcos y patios interiores y característicos tejados en escalera. Además, ejemplos de arquitectura religiosa como la ermita de San Esteban de Conques y la iglesia de Anciles, de estilo románico.
Pistas para comerse Benasque
Una cocina ligada a la tierra y la cultura pirenaica nos espera en las barras y mesas de los restaurantes del valle. Los recursos de la montaña llegan los platos en forma de platos tradicionales como caldos, cremas y el sabroso recau, un potaje elaborado a base de hortalizas.
También destacan los embutidos, los guisos de carne de caza, la jugosa carne de ternera que procede directamente de vacas alimentadas en pastos de alta montaña y el ternasco de Aragón.
Un buen lugar para tomar contacto con la gastronomía local en Benasque es la avenida de los Tilos, la arteria principal de la localidad, en paralelo al río Esera. Podemos comenzar tomando unas tapas en el Veedor de Viandas, con tostas variadas y contundentes, cazuelitas y también platos más elaborados, así como una excelente selección de vinos del Somontano.
A pocos metros, dentro del Hotel Ciria, El Fogaril es otra muy buena opción para degustar la gastronomía del Altoaragón. El chef Dioni Ciria, con 30 años de experiencia en los fogones, ofrece recetas y sabores de siempre en carnes a la brasa, verduras frescas o setas de temporada. Excelente el lomo de corzo en salsa de trufa con colmenillas rellenas de foie, la perdiz de monte encebollada o el chuletón de ciervo con fondo de vino de La Perdiguera y arándano. Buena carta de vinos, cavas y champanes.
Al fondo de la calle las Plazas, nos topamos con Llinadet, un lugar sencillo para comer genial donde lucen los sabores locales en forma de tapas, tostas y raciones.
Las mejores carnes del valle
Con un punto más elaborado y genial para tomar el vermú, el Gastrobar Bombardino Benasque (Calle Los Huertos) ofrece un ambiente agradable y una buena selección de vinos con una carta que incluye picoteos, pero también hamburguesas de calidad y hot dog de ternera del valle así como tablas de quesos del Pirineo, huevos rotos o tartar de atún rojo. Buena selección de cafés especiales y cócteles para alargar la velada.
En la calle Mayor, el Meson de Benas ocupa una casa tradicional de piedra convertida en un refugio gastronómico donde apetece pasar las horas mientras se degusta alguna de sus excelentes carnes a la brasa (cordero, ternera y buey del valle). También es un buen lugar para probar platos de cuchara de esos que reconfortan el cuerpo y el alma como la olla benasquesa y las migas del pastor.
En Cerler, nos quedamos con la brasería El Rincón, un restaurante pequeño cuya oferta gira en torno a sus excelentes carnes, La Picada, también de corte tradicional, o el más actual Planet 81, con hamburguesas, pizzas, costillares y otras propuestas como carpaccio de buey con parmesano y el steak tartar en un comedor con excelentes vistas a la montaña.