Zaragoza de tapas: dónde ir y qué pedir en el barrio del Tubo
En el casco histórico, las estrechas callejuelas de El Tubo concentran multitud de propuestas gastro en pequeño formato. Aquí se sirven los mejores pinchos y tapas de Zaragoza
Que en España nos volvemos locos por los pinchos y las tapas es indiscutible. Que además hay ciudades y barrios que elevan estos pequeños bocados a la categoría de institución, también. Entre ellos, por derecho propio, se alza El Tubo, en Zaragoza, un entramado de callejuelas en el casco histórico donde rendirse al gustoso plan de estos bocados que van desde unas sencillas olivas a auténticas muestras de alta cocina en miniatura.
Entre las calles Mártires, Cuatro de Agosto, Pino, Cinegio, Libertad, Blasón Aragonés y Estébanes, una zona decadente durante décadas y que a punto estuvo de ser demolida, se extiende este paraíso gastronómico que engloba un gran número de bares, por lo general especializados en una tapa diferente cada uno.
De champiñones a migas y de croquetas a ternasco, gratis con la consumición o a cambio de un pequeño suplemento con la bebida, estas son las direcciones y los pinchos que no te puedes perder de tapas por El Tubo.
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Tapas por un tubo
Comenzamos la ruta por la calle Libertad con una primera parada en El Méli del Tubo (Libertad, 12). Dista mucho de ser el más antiguo de la zona y, de hecho, abrió sus puertas en 2016, eso sí, siguiendo la estela de un viejo conocido en Zaragoza, el Méli Mélo de la calle Mayor.
Raquel y Silvia Marcen y Ángel Diez han sabido conquistar a locales y viajeros en el corazón de esta mítica zona de tapeo gracias a sus propuestas con un toque creativo y tanto saladas como dulces. Entre las que más salen, el Chupa Chus de ternasco, el saquito de setas o el Pan de Leciñena, aunque también merecen la pena el steak tartar, el cebiche bonaerense (de langostino, lubina y corvina) o el bocatín de lomo de bacalao con verduritas (de nombre ‘la Paca).
Entre las raciones, son buenas opciones el crocanti de pollo con ali-oli de moscatel, los huevos rotos que aquí llaman ‘destrozaos’ -de jamón ibérico, foie a la placha o mixtos-, la parpatana de atún rojo o su particular versión de ‘fish&chips’.
Buena selección de vinos, precio asequible y servicio amable hacen de El Méli un buen sitio también para el café o la copa después de la cena.
Las mejores croquetas del Tubo
En la calle Estébanes, la de mayor concentración de bares y tapas, para probar las croquetas más famosas del Tubo, las que sirve Taberna Doña Casta (Estébanes, 6), para muchos las mejores de toda Zaragoza.
De jamón, gorgonzola y nueces, de queso Cabrales y manzana, de bacalao y trigueros, de morcilla con piñones, de boletus y foie o las riquísimas de arroz negro con ali-oli, casi imposible equivocarse.
También tienen fama sus huevos rotos (con foie o setas) y raciones como el pisto con bacalao o el picadillo de ciervo.
Apenas hay que dar unos pasos para llegar a Bodegas Almau (Estébanes, 10), recientemente distinguido por Forbes como uno de los diez mejores bares de tapas de España.
Abierto desde 1870 y con las anchoas y el vermú como bandera, el tradicional local abría en 2022 una nueva taberna justo frente a la de toda la vida, de nombre La Ceci es el Almau, en un espacio que recuerda a la matriarca de la familia que atiende ya la quinta generación.
Si quieres ir a lo seguro, apuesta por las salmueras: ya sean solas, con vinagre, con rulo de cabra o con confitura de tomate y miel. Además, más de 800 referencias en vino.
Una de champis
En el número 8 de la calle Estébanes, una fachada surcada de hormigas capta la atención. Se trata de El Hormiguero Azul y es otra de las paradas indispensables de esta ruta, que demuestra que también se pueden comer buenos pescados y mariscos en la zona del Tubo de Zaragoza. Pide las gambas, los berberechos o las anchoas y no te arrepentirás.
Y sin salir de esta calle, La Ternasca (Estébanes, 9), donde Cristian Yáñez ha elaborado un concepto de cocina informal en torno a un producto tan aragonés como el ternasco.
En versión “cañera”, como dice su creador, porque no todo van a ser paletillas asadas con patatas panadera y chuletillas a la brasa, aquí el producto regional por antonomasia tiene muchas y muy variadas opciones tanto en pequeños bocados como en raciones para compartir, como las croquetas de ternasco, las riquísimas patatas sherry con ternasco de Aragón, el bao o la gyoza de ternasco o la patata asada rellena (de ternasco, claro).
Si la cosa va de especialidad, sin duda hay que dejarse caer también por La Miguería (Estébanez, 4), que lleva preparando suculentas migas desde 1995 en El Tubo.
Clásicas, con chorizo, con huevo frito, longaniza, morcilla, setas, uva o torreznos pero también en versiones más creativas como las migas con langostinos, con foie o con chocolate y naranja.
Y también en esta calle, El Balcón del Tubo (Estébanes, 7), de cocina tradicional aragonesa y donde es posible tomar unas ricas tapas en barra (ojo a sus albóndigas y el saquito de morcilla), o bien sentarse para degustar unas raciones, como las parrilladas de verduras, carpaccios, o alguna de sus sartencicas para compartir.
Muy cerca, El Champi (Libertad, 16) donde ni siquiera tendrás que tomar decisión alguna: su única especialidad son los champiñones, que sirven entre pan y pan con ajo, aceite y perejil, pero qué bien los hacen. Acompáñalos con un vino ecológico de barril o una cerveza natural y ya tienes el bocado perfecto.
Bocados con solera
Más tipo restaurante, también es obligada la parada en Casa Lac (Calle de los Mártires, 12), el restaurante más antiguo de Zaragoza fundado, como indica en su fachada, en 1825.
El chef Ricardo Gil se ha encargado de mantener su encanto, ahora con una cocina renovada y una carta basada en exquisitas verduras procedentes de Tudela como alcachofas, borrajas, cardos, espárragos o tomates, verdaderos protagonistas de la carta, donde también encontramos, casi como acompañantes, pescados y carnes.
Como última recomendación, aunque no es estrictamente para tapear, aunque sí se puede cenar la Terraza Libertad 6.8 (Libertad 6-8), un pequeño oasis en el centro de la ciudad perfecto para desconectar y tomar una copa.