Los miradores más alucinantes de Nueva York (y en qué orden verlos para un ‘efecto wow’)
Del clásico Empire State Building al ultramoderno Summit One Vanderbilt, esta es la ruta de miradores más increíbles de Nueva York
Sea tu primer viaje a Nueva York o la décima vez que vas, es más que probable que incluyas algún mirador entre las atracciones imprescindibles en la ciudad.
Con el skyline más famoso del mundo que hemos visto en innumerables películas y series y rascacielos que van de clásicos art dèco a los ultramodernos slenders, los edificios ingentemente altos y delgados al sur de Central Park, merece la pena subirse a las alturas para divisar desde lo alto esta magnética ciudad en continua expansión.
Pero, ¿cuál elegir? Del que ofrece vistas 360º y juega con el vértigo al más alto del hemisferio norte pasando por el que te traslada casi cien años atrás en el tiempo y el que ofrece la experiencia más impactante: escalar por el exterior un edificio y quedarse suspendido a más de 380 metros de altura, esta es la ruta definitiva de los miradores más alucinantes de Nueva York.
Pero no solo eso; también te recomendamos en qué orden verlos para garantizar un auténtico ‘efecto wow’. Prepárate para descargar adrenalina y llenar de fotos el carrete de la cámara frente al horizonte más impresionante del mundo.
5. Top of the Rock
Perfecto para una primera impresión de Nueva York desde las alturas, la cubierta de observación del Rockefeller Center, coronando el histórico edificio en el número 30 de Rockefeller Plaza, entre la Quinta y la Sexta Avenida de la isla de Manhattan.
Realmente un complejo formado por 19 edificios de estilo art dèco que incluyen multitud de tiendas y teatros como el Radio City Music Hall, la famosa pista de patinaje sobre hielo o el gran árbol de Navidad, el observatorio Top of The Rock se sitúa en la planta número 70 en el edificio 30 Rock, mítica sede de la National Broadcasting Company (NBC).
El diseño original del edificio, del arquitecto Raymond Hood, ya incluía un mirador, que se inauguró al público en 1933.
De hecho, son constantes las referencias históricas, entre las que destaca la archifamosa fotografía de Charles Clyde Ebbets durante su construcción que muestra a un grupo de operarios tomando el almuerzo sentados en una viga con los pies colgando a unos 260 metros de altura, en el piso 69 (se llama Lunch a top a skyscraper (Almuerzo sobre un rascacielos) y no te preocupes si no la recuerdas, la vas a volver a ver aquí ya que protagoniza una experiencia inmersiva).
El viaje comienza en el atrio, rodeando el candelabro Joie Chandelier compuesto por 14.000 cristales Swarovski y continúa entre fotos históricas y objetos del pasado del Rockefeller Center.
En sus modernos ascensores (el Sky Shuttel asciende 240 metros en menos de un minuto) se accede a la planta 69, con sus espectaculares vistas de los lugares emblemáticos de Manhattan y más allá, como Central Park, el Upper East y el West Side, edificios como el Empire State Building, Chrysler y MetLife pero también el puente de Brooklyn, la Estatua de la Libertad, el puerto de Nueva York, Harlem, Queens y el estado de los Yankees en el Bronx.
Búscalos desde los diferentes espacios interiores y exteriores visitables en los pisos 67, 69 y 70.
Abierto 7 días a la semana, los 365 días del año, de 9.00 a 0.00 horas (última entrada a las 23.10 horas), la entrada tiene un precio desde 34 dólares. Incluida en la tarjeta CityPASS, merece la pena adquirirla ver esta y otras atracciones de la ciudad –del Empire State Building al museo Guggenheim, el museo del Historia Natural, el ferry a la Estatua de la Libertada y la isla Ellis, el Museo y Memorial 11S o cruceros turísticos) con un descuento de hasta el 40%, además de la facilidad de reservar con antelación en el móvil y obtener la entrada en formato código QR sin necesidad de imprimir.
4. One World Observatory
Nos movemos a Lower Manhattan para subirnos a las alturas del One World Observatory, ubicado en el edificio que mantiene el récord de altura de la ciudad de Nueva York y de todos los Estados Unidos, el One World Trade.
Construido tras la destrucción de las Torres Gemelas por el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001 –y en parte símbolo de la resiliencia de la ciudad de Nueva York y sus habitantes-, el acceso al observatorio se realiza en un alucinante viaje de apenas 47 segundos en ascensor hasta el piso 102.
En ese tiempo, un vídeo proyectado en las paredes interiores de los ascensores deja ver el brutal desarrollo de las últimas décadas en esta zona de Manhattan.
Una vez arriba, existen herramientas digitales para explorar como la instalación City Pulse, con dos anillos de 4 metros construidos a partir de pantallas LCD superpuestas que dejan ver imágenes de monumentos y lugares representativos de Nueva York.
El del One World Observatory es actualmente el mirador en el edificio más alto de Nueva York
En cuanto al observatorio en sí, lo encontramos entre los pisos 100 y 102. El primero, denominado Discovery, es el más amplio y ofrece vistas de 360 grados de edificios y rincones icónicos. Quizás la mejor fotografía es la de los puentes de la ciudad con la Estatua de la Libertad como telón de fondo.
Abierto de lunes a domingo de 9.00 a 21.00 horas (el horario cambia en función de la temporada), el precio de la entrada arranca en 39 dólares y se ofrece, además de experiencias mejoradas y VIP, un ticket para visitar la Estatua de la Libertad, el 9/11 Memorial & Museum y One World Observatory con un ahorro del 20%.
3. Empire State Building
Clásico entre los clásicos, no se puede dejar de visitar el Empire State Building, un edificio que es historia de la ciudad y del mundo: no en vano fue el edificio más alto del mundo durante cuarenta años, desde su inauguración en 1931 hasta 1971, año en que se completó la construcción de la torre norte del World Trade Center.
Es más, tras la destrucción del World Trade Center el 11 de septiembre de 2001, el Empire State Building se convirtió nuevamente en el edificio más alto de Nueva York hasta que fue otra vez sobrepasado por One World Trade Center el 30 de abril de 2012.
Hoy, con sus 443 metros (incluida la antena, 380 metros sin ella), sigue siendo el tercer edificio más alto de la ciudad de Nueva York por detrás del One World Trade Center y Central Park Tower.
Subir al mirador del Empire State Building es todo un viaje en el tiempo, a lo que ayuda la puesta en escena de la visita. Nada más poner un pie en el impresionante lobby nos vemos envueltos en todo tipo de detalles que nos llevan a la época del art déco, mientras el personal está vestido con ropa de época.
Antes de llegar a las plataformas de observación, que quizás no sean las más espectaculares de la ciudad, hay que tomarse tiempo para admirar las exposiciones que explican la historia del edificio y su construcción, así como su importancia para la cultura pop.
Monumento Histórico Nacional desde 1986 y con diseño de William F. Lamb, no dejan de maravillar datos como que su diseño se completó en apenas dos semanas y se construyó en solo 13 meses (410 días) entre 1930 y 1931.
Réplicas de los ascensores Otis originales, una instalación que te permite posar dentro de la mano gigante de King Kong, carteles de películas y obras de arte que muestran el edificio y todo tipo de personalidades que lo han visitado llenan la zona de exposición.
En el piso 80 esperan los visores clásicos del edificio y, ya en el piso 86, las vistas 360 grados de la ciudad y más allá.
Además de la entrada básica (también incluida en el CityPass), por un precio adicional se puede ascender hasta el piso 102 para ver el interior del mástil de la torre, así como a un observatorio con paredes de cristal que nos coloca a 300 metros sobre las aceras de Nueva York.
El horario de apertura es de 9.00 a 24.00 horas. Si las condiciones de visibilidad no son buenas te advierten abajo e incluso te muestran las vistas en tiempo real a través de una tablet.
2. Summit One Vanderbilt
Para ver Nueva York, para jugar y, básicamente, para hacerse millones de fotos con las que inundar Instagram, el mejor mirador es el Summit, en el edificio One Vanderbilt, en pleno Midtown Manhattan.
En la cima de un edificio de 427 metros, el Summit ocupa tres niveles de espacios inmersivos diseñados para “desafiar, inspirar y emocionar”.
De 6.000 m2 y diseñado por el estudio noruego Snøhetta, el primer gran espacio no solo ofrece vistas impresionantes con sus paredes de cristal de suelo a techo (incluidos al Empire State Building y al Chrysler, que sigue siendo el rascacielos más bello de Nueva York) sino que además propone un estimulante juego de perspectivas y reflejos con cientos de espejos y suelos transparentes que confunden la percepción hasta el punto hacernos creer flotando.
La experiencia inmersiva, de nombre Air, se potencia con luces y sonidos, así como superficies curvadas que casi nos hacen experimentar una realidad paralela.
Tras un primer millar de fotografías, la visita continúa. Salas con globos de colores, una instalación de la artista Yayoi Kusama y un nuevo impacto para quien padezca de vértigo: dos balcones, llamados Levitation, que en realidad son plataformas transparentes que cuelgan a 324 metros de altura sobre Madison Avenue.
Con el corazón recuperando su ritmo normal, toca pasar por la instalación de Kenzo y buscar nuestra cara que aparece en un fondo de nubes y arcoiris (un tanto inquietante), tomar un café en la elegante cafetería Après o bien respirar aire en la terraza exterior que ofrece vistas sin interrupciones que alcanzan hasta 80 millas (128 km).
Abierto todos los días de 9.00 a 24.00 horas (último acceso a las 23.00 horas), tiene un precio desde 42 dólares, con diferentes experiencias adicionales (con cargo) como la que remata la visita con un cóctel de autor o la que termina con una subida de 12 plantas en el ascensor exterior con suelo de cristal más grande del mundo.
1. Edge, Hudson Yards
Por las vistas y, especialmente, por la experiencia de sobrevolar Nueva York sin barreras, colocamos el mirador Edge, en el número 30 de Hudson Yards, en primera posición de este ranking.
Situado en el piso 100 del rascacielos 30 Hudson Yards, Edge es el mirador más nuevo de Nueva York y también la plataforma de observación al aire libre más grande y más alta del hemisferio occidental a 344,7 metros.
La plataforma en voladizo, rodeada por paredes de cristal colocadas en ángulo y partes de suelo también transparentes, regala increíbles vistas 360 grados del icónico skyline de Nueva York, con edificios-escultura como The Vessel, el centro cultural The Shed o el parque construido sobre unas antiguas vías de tren elevadas, The High Line, en primer plano. Y siempre con la sensación de estar literalmente flotando sobre la ciudad.
Un escalón por encima (o diez), está la experiencia CityClimb, en la que literalmente se escalan los últimos metros del edificio por el exterior para llegar a una plataforma a 365,7 metros de altura.
Sin barandillas, sin paredes, directamente sobre la ciudad aunque, eso sí, con la máxima seguridad, desde controles de peso, altura, alcoholemia y de metales a un equipo con doble arnés que se supervisa 4 veces por personal diferente de la atracción antes de salir.
Nada más salir a la plataforma y tras la primera impresión de acercarse al borde de metal y sentir el vacío, 32 escalones por el exterior del rascacielos te dejan en una segunda plataforma desde donde te dejas colgar literalmente de frente y de espaldas sobre Nueva York. Puro rock and roll.
Las entradas a la plataforma parten de 35 dólares. Algo más hay que invertir, 185 dólares, además de mucha sangre fría, para la experiencia City Climb que incluye, eso sí, fotografías y vídeos de recuerdo, así como una medalla que certifica el logro.