Los 7 pueblos más bonitos de la costa vasca
Con pasado ballenero y tradición marinera, inspiración de escritores y modistos, paraísos del buen comer y mecas del surf, estos son los pueblos de costa más encantadores del País Vasco
Dista mucho de ser la clásica estampa playera de arenas doradas y aguas tranquilas del litoral peninsular y ahí, quizás reside su mayor encanto. La costa vasca es cambiante e inesperada, a ratos feliz y bellísimo encuentro entre el verde y el azul, como en Urdaibai, y otros agreste y magnético, como en los acantilados del flysch, con localidades que han hecho historia en la navegación y otras en las que se escriben brillantes páginas de deportes como el surf.
Playas urbanas y otras salvajes, hogar de algunas de las cocinas y las mesas más sabrosas del país y destinos escogidos por reyes, pintores, escritores, surfistas y modistos, recorremos el litoral de Vizcaya y Guipúzcoa para buscar los pueblos costeros más bonitos del País Vasco.
Bermeo (Vizcaya)
En la costa de Vizcaya, dentro de la comarca de Busturialdea, la localidad de Bermeo es, sin duda, una de las de mayor esencia marinera de la costa vasca.
En las faldas del monte Sollube, aún son muchos los barcos que salen a faenar de su puerto histórico, uno de los principales de Euskadi, desde el que hace siglos partieron algunos de los balleneros más importantes del país.
Cuenta, además, con un importante patrimonio cultural, como las iglesias de Santa María o Santa Eufemia, de estilo gótico, el portal de San Juan, el casino, de aspecto afrancesado, o la Torre Ercilla, que hoy alberga el museo del pescador.
Alrededor del nucleo urbano se despliegan espectaculares lugares, con la preciosa isla de Izaro, el cabo de Matxitxako y la Tala, una magnífica arboleda que está en la parte más elevada del municipio.
Por supuesto, es obligado acercarse a San Juan de Gaztelugatxe, a unos 8 kilómetros del centro e Bermeo, un escenográfico islote unido a tierra a través de un puente de dos arcos. Hace falta ascender 241 escalones para llegar a la ermita, desde donde se observa en todo su esplendor la fuerza del viento y el mar, que hacen de este lugar un enclave único que enamoró, entre otros, a los creadores de Juego de Tronos.
Pasaia (Guipúzcoa)
También vinculado a la industria ballenera está Pasaia o Pasajes, en la costa guipuzcoana, una preciosa localidad de colores que enamoró al escritor francés Víctor Hugo, que residió temporalmente en una preciosa casa del siglo XVII, situada frente al mar, donde buscó inspiración para sus obras.
Para bucear en el pasado hay que pasar por la Factoría Marítima Vasca Albaola, donde se recrean embarcaciones tradicionales utilizando técnicas de la época, incluida la réplica de la nao ballenera San Juan, del siglo XVI.
Otro barco, en este caso un antiguo atunero, aloja el Mater Museoa, un museo ambulante en el que se organizan actividades orientadas a promover la conservación de los mares, además de paseos por la costa y salidas para avistar cetáceos y otras especies.
Dividido en cuatro barrios: San Juan, San Pedro, Trintxerpe y Antxo que se extienden entre los montes Ulia y Jaizkibel, a ambos lados de la bahía de Pasajes, donde se ubica el puerto comercial más importante de Guipúzcoa, la gran mayoría de los sitios de interés se encuentran en los dos primeros, con sus coloridas fachadas en la plaza de Santiago (un lugar perfecto para saborear la gastronomía marinera).
En la calle principal de San Juan hay que pararse a admirar las bellas e históricas casas-puente, antes de tomar el paseo de Bonanza nos conduce a la playa de Kalaburtza, un recoleto arenal bastante protegido de las grandes olas habituales en esta parte del litoral cantábrico.
En la zona de San Pedro, se puede visitar la casa natal de uno de los comandantes navales más famosos de España: el legendario Blas de Lezo, ubicada junto a la Cofradía de Pescadores, así como la iglesia parroquial de San Pedro del siglo XV, que fue levantada gracias a las aportaciones de los marineros del pueblo.
Lekeitio (Vizcaya)
En la comarca de Lea-Artibai, asentado sobre las laderas de los montes Otoio y Lumentza, en la provincia de Vizcaya, nos detenemos en Lekeitio, otro pueblo de pasado ballenero y fuerte impronta marinera, hoy un atractivo destino turístico, especialmente en los meses de verano.
En el puerto Txatxo reside la actividad pesquera del municipio, que podemos divisar, junto a maravillosas vistas de la costa, desde la ermita de San Juan Talako.
Las playas de Isuntza y Karraspio flanquean la desembocadura del río Lea, dejando a su lado izquierdo la isla de San Nicolás, accesible andando cuando la marea está baja (y con unas hermosas vistas sobre el pueblo desde lo alto de su mirador).
Paseando por el casco antiguo encontramos la Basílica de la Asunción de Santa María con su magnífico retablo gótico bañado en oro, considerado el tercero más grande de España, así como los palacios de Uriarte, Oxangoiti, Uribarri o Abaroa.
Hondarribia (Guipúzcoa)
En el extremo noreste de la provincia de Guipúzcoa, justo donde se encuentran el Cantábrico y el Bidasoa, la localidad de Hondarribia se asoma a la hermosa bahía de Txingudi que hace de frontera natural con Hendaya, ya en suelo francés.
A los pies del monte Jaizkibel (545 metros), apenas 20 km separan a Hondarribia de San Sebastián y, de hecho, el aeropuerto de la capital guipuzcoana está en realidad en esta ciudad, donde los aviones parecen rozar los mástiles de los barcos amarrados al puerto al aterrizar.
Un paseo por su casco antiguo, amurallado, deja ver un trazado en cuadrícula, típico de las ciudades medievales, con calles estrechas y adoquinadas salpicadas de casas blasonadas con balcones de hierro forjado y amplios aleros labrados.
La calle Mayor es la arteria principal, donde se ubican la Casa Consistorial, de estilo barroco, la Casa de Casadevante, donde se negoció la tregua del sitio de 1638, y las casas Zuloaga, Iriarte y Ladrón de Guevara.
Las visitas imprescindibles incluyen la iglesia de Santa María de la Asunción y del Manzano, construida sobre los fragmentos de antiguas murallas, el antiguo palacio-castillo de Carlos V, hoy convertido en Parador Nacional de Turismo y las calles de San Nicolás y Juan de Laborda, donde si ubica la casa de los Egiluz, en la que se alojaron Juana I de Castilla y Felipe el Hermoso antes de ser proclamados príncipes herederos.
Más sabroso es el paseo por el barrio de la Marina, con sus casas tradicionales de pescadores restaurantes y típicos bares de pintxos que se despliegan por dos calles principales, Santiago y San Pedro, plagadas de casas coloridas, barras y terrazas en las que tomar un zurito –corto de cerveza- y algún bocado, especialmente de sabor marinero.
Mundaka (Vizcaya)
Y de la caza de ballenas a la de olas, en concreto para practicar surf. Seas o no aficionado a este deporte, seguro que has oído hablar de su famosa ola izquierda, considerada la más larga de Europa y una de las mejores del mundo para los aficionados, que hacen de Mundaka sede de diferentes competiciones a lo largo del año.
Situado en la margen izquierda de la desembocadura de la ría de Mundaka, en plena Reserva de la Biosfera de Urdaibai, espacio natural formado por amplias marismas y 12 km de extensos arenales que sirven de cobijo a miles de aves migratorias, su privilegiada situación hace de este destino uno de los preferidos de la costa vizcaína.
Y es que en pocos lugares en el mundo se puede disfrutar de las olas para luego degustar una sidra local recostado en una pared del siglo XI, recorrer edificios históricos como la biblioteca municipal (antiguo hospital del Camino de Santiago), la Casa Consistorial, la parroquia de Santa María, de estilo renacentista, o el palacio Larrinaga.
Más alejado del centro, merece la pena visitar la ermita de Santa Catalina, que se alza sobre un pequeño promontorio junto al mar. Desde aquí, se puede observar el espectacular paisaje (el cabo de Ogoño, la isla de Izaro…) que ofrece la desembocadura de la ría de Urdaibai.
Guetaria (Guipúzcoa)
Tradicionalmente pueblo de pescadores y navegantes, de la localidad de Guetaria (Getaria en euskera) salió Juan Sebastián Elcano, el primer hombre en completar la circunnavegación de la Tierra, como se recuerda en una escultura en su memoria (además de en una fiesta que escenifica, el 7 de agosto y cada 4 años, el desembarco de Elcano en Sanlúcar de Barrameda el 6 de septiembre de 1522).
Asentada en una ladera, llama la atención la silueta del monte San Antón, apodado por su forma como el ‘ratón de Guetaria’, además de su puerto, puede que el que conserva un mayor sabor marinero de la costa guipuzcoana (y que hoy se complementa con modernas instalaciones e industrias conserveras, además de restaurantes y asadores, que garantizan disfrutar del pescado fresco cocinado a la brasa acompañado de un buen txakoli).
Además de rastrear su pasado marinero y ballenero, esta villa medieval amurallada también está ligada a la alta costura, gracias al museo dedicado al gran maestro Cristóbal Balenciaga, un referente en la historia de la moda que nació aquí en 1895. Además de su colección permanente, la institución organiza interesantes muestras temporales que dejan ver diferentes facetas del trabajo del maestro o sus influencias en creadores posteriores.
Los alrededores de Guetaria son además el lugar perfecto para contemplar las espectaculares laderas erosionadas que responden al fenómeno geológico del flysch y que se enmarcan en un espacio designado Geoparque Mundial de la Unesco.
Mutriku (Guipúzcoa)
Terminamos el paseo en Mutriku, la localidad más occidental del litoral guipuzcoano. Levantada sobre la ladera del monte Arno, esta encantadora villa pesquera cuna de famosos marinos como Antonio Gaztañeta y Cosme Damián Churruca fue fundada a principios del siglo XIII y aún conserva su trazado medieval así como restos de sus antiguas murallas.
Estrechas y empinadas callejuelas atraviesas su casco histórico, declarado conjunto monumental en 1995, salpicado de bellos palacios y torres, así como la iglesia de la Asunción, la casa consistorial, los palacios Galdona, Zabiel y Montalibet y las casas Gaztañeta y Olazarra.
Rumbo al puerto, uno de los más antiguos de Guipúzcoa, escucharemos viejas historias de marineros y buques balleneros. Hoy, las embarcaciones faenan pescados locales como el verdel y mariscos.
Caminando hasta la la playa de Saturraran, ubicada en el límite con Vizcaya, encontramos la zona denominada ‘Siete playas‘, uno de los tramos más hermosos de la costa vasca.