Los pueblos marineros más bonitos del Cantábrico
De O Barqueiro a Mutriku pasando por Cudillero, Lastres y Bermeo, paseamos por las villas y pueblos marineros con más encanto del Cantábrico
Acantilados y miradores de vértigo, algunas de las mejores playas y calas de España, faros y rías. El Cantábrico ofrece mil y un rincones perfectos para evadirnos del estrés de la ciudad y la masificación clásica de otras zonas costeras. Buscando el fresquito de la brisa y el sabor de sus pescados y mariscos, ponemos rumbo a los pueblos marineros más hermosos que nos esperan en Galicia, Asturias, Cantabria y Euskadi.
O Barqueiro (A Coruña)
Pese a ser una de las rías de menor tamaño de Galicia, la de O Barqueiro se cuenta, por derecho propio, entre las más bonitas. Está situada al abrigo del cabo Estaca de Bares, el punto más septentrional de la península, y la forma la desembocadura del río Sor, quien hace de frontera entre las provincias de A Coruña y Lugo.
Justo en ese punto encontramos el puerto de O Barqueiro, que forma una pequeño anfiteatro de casas marineras, algunas de vivos colores, mirando al mar (no es por nada que se lo conoce también como ‘el Cudillero gallego’).
Su nombre procede del tradicional barquero –barqueiro- que permitía cruzar la ría hasta la construcción del puente metálico en 1901.
Mugardos (A Coruña)
En la provincia de A Coruña, a orillas de la ría de Ferrol y dentro del conocido como Golfo Ártabro, descansa la villa de Mugardos. Entre paisajes eternamente verdes y una costa espectacular nos detenemos a saborear este pueblo marinero –no hay que perderse el pulpo a la mugardesa, una especialidad que cuenta con su propia festividad cada mes de julio, la Festa do Polbo, declarada de Interés Turístico de Galicia-.
Paseando por el Cantón da Mariña se puede observar su arquitectura típicamente coruñesa, con casas rematadas con galerías. En el puerto de O Seixo destacan las viviendas pintadas de brillantes colores, así como mansiones de indianos construidas a finales del siglo XIX.
El castillo de A Palma (siglo XVI) y la iglesia de Santiago de Franza son otros de sus tesoros.
Ribadeo (Lugo)
Una llave en el escudo de Ribadeo recuerda que es aquí donde se encuentra la puerta de Galicia. No en vano la ciudad se ubica en la desembocadura del río Eo, en una ría que hace de frontera natural con la vecina Asturias.
Su casco histórico, declarado Bien de Interés Cultural, alojó en su día a hidalgos, comerciantes, marineros y artesanos, por lo que hoy luce desde palacios urbanos blasonados a construcciones más sencillas, con edificios como el Fuerte de San Damián, el Pazo de Ibáñez (hoy el Ayuntamiento) o la Torre de los Moreno. Desde la Capilla de la Atalaia, del siglo XII, se obtiene una fantástica panorámica del puerto deportivo y la Ría de Ribadeo.
Atravesando la bulliciosa calle peatonal, plagada de tiendas, cafeterías, bares y restaurantes, se llega al Barrio Indiano de San Roque, con sus villas construidas por los adinerados gallegos retornados de la emigración, que dejaron su toque en elegantes y ornamentadas casonas de vivos colores.
Desde la calle del Faro se puede recorrer una hermosa ruta de miradores que conduce a Rinlo, un puerto de origen medieval que conserva el tradicional encanto de pescadores. También es imprescindible la visita a Isla Pancha y su escultural faro.
Por supuesto, no hay que perderse la archifamosa Playa de Las Catedrales, un verdadero monumento natural y uno de los arenales más bonitos del mundo.
Luarca (Asturias)
Dicen que Luarca es la villa blanca de la costa verde y es precisamente el color blanco lo que más llama la atención en una primera panorámica a esta villa, ubicada en el concejo asturiano de Valdés.
Flanqueada por dos miradores y dos capillas y con el que posiblemente sea el cementerio más hermoso del Cantábrico, donde reposan los restos del Premio Nobel de Medicina Severo Ochoa, Luarca fue un importante puerto pesquero en la Edad Media y hoy conserva su sabor marinero, aderezado con vestigios de su pasado como antiguos barrios y puentes tocados con apasionantes leyendas, palacios y casas blasonadas, los restos de una fortaleza o la Mesa de Mareantes y Navegantes.
El barrio de pescadores El Cambaral, el Parque de la Vida, los jardines de la Fonte Baixa y, por supuesto, sus playas, son otros de sus atractivos. En agosto celebra además dos fiestas con mucha solera: las de Nuestra Señora del Rosario y las de San Timoteo, ambas declaradas de Interés Turístico.
Cudillero (Asturias)
Imposible dejar fuera de cualquier ranking de pueblos bonitos a Cudillero. En la Costa Centro Occidental de Asturias y capital del concejo del mismo nombre, la villa es tan particular en su arquitectura y ubicación -un perfecto anfiteatro natural donde las casas de cien colores se asoman al mar siguiendo la línea de la ladera- como en su personalidad.
Cudillero es sinónimo de mar y de pesca, con tradiciones singulares y hasta su propio dialecto, el pixueto, así como un sistema de conservación de pescado por deshidratación que bautizaron con el nombre de curadillo.
Su impresionante entrada por El Pito, la sucesión de casas indianas y el Palacio Selgas, un espléndido conjunto del siglo XIX con impresionantes jardines, rivalizan con las vistas desde el faro o la atalaya y con su cocina marinera, pero también con el propio ambiente que se respira, una verdadera inspiración para artistas que incluso encandiló a Hollywood con la película Volver a empezar.
Lastres (Asturias)
Mucho más al este, en el concejo asturiano de Colunga, encontramos Lastres, con casas arracimadas y buscando hasta el último metro habitable lo más cerca posible del mar.
A muchos les sonará por ser el escenario donde se rodó la serie Doctor Mateo –en la ficción, San Martín del Sella-, pero es justo reconocer que su belleza ya le había hecho merecedor de fama (es también uno de los municipios englobados en el club de Los Pueblos más Bonitos de España).
El puerto es el corazón y motor de la villa, con su actividad pesquera como gran referente y testigo de su historia, y que aún sigue trayendo a sus cocinas merluzas, rapes, salmonetes, nécoras o centollos.
Las mejores panorámicas de Lastres las encontramos justamente al extremo del puerto y desde el Mirador de San Roque, donde se aprecia cómo Asturias es la conjunción perfecta de mar y montaña.
Laredo (Cantabria)
Considerada una de las cuatro villas marineras cántabras junto a San Vicente, Castro Urdiales y Santander, Laredo se ubica entre la ría de Treto y la bahía de Santoña y es una de las principales localidades turísticas no ya de Cantabria, sino de todo el litoral español.
La Puebla Vieja y el Arrabal, plagado de callejuelas o rúas donde se levantan casas nobles como la de la familia Mar, la de la marquesa de Arcentales, la del Condestable, la de Hoz o la de Gutiérrez Rada; la zona del Ensanche, con los puertos pesquero y deportivo; y la prolongación de éste hasta el Puntal, donde se localizan las dos playas del municipio, no hacen sombra a su maravilloso entorno natural.
La playa del Regatón, que se despliega en el área interna de la ría de Treto en un lado, y el fantástico conjunto de playa y dunas que forma la denominada Salvé, frente al mar Cantábrico, y que tiene el distintivo de Q de calidad turística son su mayor tesoro.
Comillas (Cantabria)
Totalmente diferente es la aristocrática villa de Comillas, conocida también como la Villa de los Arzobispos y foco de atracción de veraneantes nobles, desde que, gracias a Antonio López López, Marqués de Comillas, se convirtiera en residencia de veraneo del rey Alfonso XII y su corte.
También muchas familias de la burguesía catalana acudieron atraídos por sus famosos “baños de ola”, hasta el punto de que el marqués consiguió que el mismísimo Gaudí le construyese una casa, El Capricho, una joya modernista y una de las pocas obras del genial artista fuera de Cataluña.
En este mismo estilo se construyeron importantes edificios como el Palacio de Sobrellano y su Capilla Panteón, o la Universidad Pontificia.
Además, Comillas sigue manteniendo su pequeño puerto, bordeado de pequeñas tabernas, que nos retrotrae al ambiente marinero de épocas pasadas.
San Vicente de la Barquera (Cantabria)
Entre Asturias y Cantabria, San Vicente de la Barquera es, por derecho propio, uno de los destinos turísticos preferidos de la región, de la mano de playas como Fuentes, Primera de San Vicente, El Rosal, El Tostadero, Merón y Gerra.
Los barcos y botes de mil y un colores que salpican su ría dibujan otra de las postales preferidas de la villa, que tiene en la puebla vieja de San Vicente un coqueto núcleo urbano en el que destacan su castillo y los restos de una muralla, así como sus hermosos puentes –el de la Maza o el del Parral-, recortados contra los majestuosos Picos de Europa como telón de fondo.
Pescados y mariscos centran su oferta gastronómica, con elaboraciones propias como el sorropotún o marmita barquereña, un guiso preparado a base de bonito y patatas.
Bermeo (Vizcaya)
En la costa de Vizcaya, si buscamos pueblos de tradición marinera, inevitablemente tenemos que hacer parada en Bermeo.
Situado en las faldas del monte Sollube, aún son muchos los barcos que salen a faenar de su puerto histórico, un lugar que hace siglos vio partir a algunos de los balleneros más importantes del país.
Cuenta, además, con un importante patrimonio cultural, como las iglesias de Santa María o Santa Eufemia, el portal de San Juan, el casino, de aspecto afrancesado, o la Torre Ercilla, que hoy alberga el museo del pescador.
Alrededor del nucleo urbano se despliegan espectaculares lugares, con la preciosa isla de Izaro, el cabo de Matxitxako, la Tala, una magnífica arboleda que está en la parte más elevada del municipio, o San Juan de Gaztelugatxe, a unos 8 kilómetros del centro e Bermeo.
Lekeitio (Vizcaya)
En la comarca de Lea-Artibai, asentado sobre las laderas de los montes Otoio y Lumentza, nos espera Lekeitio.
En el puerto Txatxo reside la actividad pesquera del municipio, que podemos divisar, junto a maravillosas vistas de la costa, desde la ermita de San Juan Talako.
Las playas de Isuntza y Karraspio flanquean la desembocadura del río Lea, dejando a su lado izquierdo la isla de San Nicolás, accesible andando cuando la marea está baja (y con unas hermosas vistas sobre el pueblo desde lo alto de su mirador).
Paseando por el casco antiguo encontramos la Basílica de la Asunción de Santa María con su magnífico retablo gótico bañado en oro, considerado el tercero más grande de España, así como los palacios de Uriarte, Oxangoiti, Uribarri o Abaroa.
Mutriku (Guipúzcoa)
Terminamos el paseo en Mutriku, la localidad más occidental del litoral guipuzcoano. Levantada sobre la ladera del monte Arno, esta encantadora villa pesquera cuna de famosos marinos como Antonio Gaztañeta y Cosme Damián Churruca fue fundada a principios del siglo XIII y aún conserva su trazado medieval así como restos de sus antiguas murallas.
Estrechas y empinadas callejuelas atraviesas su casco histórico, declarado conjunto monumental en 1995, salpicado de bellos palacios y torres, así como la iglesia de la Asunción, la casa consistorial, los palacios Galdona, Zabiel y Montalibet y las casas Gaztañeta y Olazarra.
Rumbo al puerto, uno de los más antiguos de Guipúzcoa, escucharemos viejas historias de marineros y buques balleneros. Hoy, las embarcaciones faenan pescados locales como el verdel y mariscos.
Desde el puerto hasta la la playa de Saturraran, ubicada en el límite con Vizcaya, se encuentra la zona denominada ‘Siete playas‘, uno de los tramos más hermosos de la costa vasca.