5 pueblos de la Costa Tropical para escaparse en Semana Santa

Perfecta para la primera escapada de la temporada, la costa granadina espera con playa, muchas horas de sol y hermosos pueblos como Almuñécar, Salobreña o La Herradura

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Con 320 días de sol al año y una temperatura media anual de 20 grados, cuesta creer que el verano abandone en algún momento del año la Costa Tropical, como se conoce a la franja de 73 km de litoral de la provincia de Granada, flanqueada por Costa del Sol y la Costa de Almería. Precisamente su clima excepcional la hace idónea para la primera escapada playera de la temporada, donde combinar sus calas con algunos de los pueblos costeros más hermosos de la zona.

En la ruta nos acompañan exuberantes terrazas donde se cultivan mangos, chirimoyas y aguacates, acantilados, amplios arenales, puertos deportivos y una abundante riqueza marina, pero también una rica gastronomía y sorpresas en forma de jardines nazaríes, castillos, pozas y vistas espectaculares.

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Almuñécar

De origen fenicio, la antigua Sexi es hoy uno de los núcleos principales de la Costa Tropical, tan cargado de historia que conserva restos de una fábrica romana de salazones, cinco tramos de acueducto, termas, murallas y un castillo árabe.

Acueducto romano en Almuñécar. Foto: Turismo de Andalucía.

Bajo las bóvedas romanas de la Cueva de Siete Palacios, a las afueras de la localidad, se ha instalado el Museo Arqueológico de Almuñécar, que reúne piezas de diferentes yacimientos, fundamentalmente la necrópolis romana de Puente de Noy y de la factoría de salazón de El Majuelo, entre ellas monedas, cerámicas, vasos de alabastro, joyas o una escultura de la diosa Minerva.

En un pequeño cerro se ubica el castillo de San Miguel, una fortaleza árabe con foso y puente levadizo desde la que se obtienen buenas panorámicas del mar y que domina un barrio de calles empedradas, fachadas encaladas y patios llenos de flores.

Encajada entre el mar la montaña, Almuñécar cuenta también con 19 km de costa en los que se alternan playas y cales de aguas poco profundas y con muchas opciones para practicar deportes acuáticos. En algunas de ellas esperan también antiguas atalayas de vigilancia de época musulmana que sirvieron después para rechazar ataques de berberiscos y piratas, como el de la playa del Tesorillo.

Torre del Tesorillo, Almuñécar. Foto: Turismo de Andalucía.

También hay monumentos renacentistas como la Iglesia de la Encarnación, diseñada por Juan de Herrera, arquitecto del rey Felipe II, o el Pilar de la Calle Real.

No hay que marcharse de Almuñécar sin comer pescado en alguna de sus riquísimas recetas locales, como los espetos o la cazuela de pescados o mariscos, ni tampoco el arroz a banda y carnes como el choto al ajillo. De postre, alguna de sus frutas tropicales o quizás la cazuela mohina, de origen árabe y elaborada con almendras, azúcar, matalahúva y calabaza, al estilo de un mazapán.

Salobreña

De calles empinadas y estrechas, las casas de fachadas encaladas de Salobreña dirigen la mirada siempre hacia arriba.

Así se llega hasta el peñón sobre el que se alza una rotunda fortaleza en la que destacan murallas de mampostería y ladrillo, torreones y la Torre del Homenaje que integran la silueta más característica de la localidad.

Una vez en la cima, merece la pena tomarse tiempo para contemplar las vistas que abarcan Sierra Nevada, el Mediterráneo y la fértil vega.

Visitar la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario, construida sobre una antigua mezquita en el siglo XVI y pasear por los barrios de La Loma, La Fuente, El Brocal o el Albaycín con rincones medievales en los que se abren portones, bóvedas y ventanas son fundamentales para saber cómo era la localidad en tiempos pasados.

Salobreña. Foto: Turismo de Andalucía.

El paseo marítimo, entre la vega donde crecen abundantes frutales y el perfil costero, y sus playas, ideales para practicar todo tipo de deportes náuticos y actividades al aire libre, completan las propuestas de esta localidad.

En la mesa, Salobreña nos seduce con mariscos y pescados, productos de la vega y la huerta que toman forma en platos como las patatas con cazón, sopas de marisco, escabeches de pescados azules, pulpo seco y espetos de sardinas. Entre los postres destacan los pasteles de tradición árabe y frutas exóticas como papayas, aguacates, guayabas, mangos y chirimoyas.

Salobreña es perfecto para la práctica del buceo. Foto: Turismo de Andalucía.

Vélez de Benaudalla

Mucho menos conocido que sus vecinos, Vélez de Benaudalla es una joyita por descubrir en la Costa Tropical.

Igual que sus vecinos, aquí se cultivan frutas tropicales y flores y se degustan exquisitos dulces de origen árabe.

Pero, si por algo hay que ir a esta localidad es por conocer su jardín nazarí, conocido como el ‘Generalife chico’, un excepcional ejemplo de jardín hispano-musulmán con fuentes, estanques y surtidores donde el sonido del agua se entrelaza con los aromas de árboles y flores.

Jardín Nazarí. Foto: Ayuntamiento Vélez de Benaudalla.

Mitad finca de recreo, mitad explotación agrícola, este jardín ya se enfocaba desde sus orígenes al deleite de los sentidos, en línea con el pensamiento mayoritario de Al-Andalus en el que este tipo de elementos invitaban a la contemplación y la relajación, con valores estéticos pero también botánicos y alimenticios (el huerto, parte imprescindible en un jardín nazarí, era la zona donde crecían plantas aromáticas, condimentos, frutales y productos hortícolas).

La Herradura

Idílico pueblecito, La Herradura es mediterráneo en estado puro.

Entre los salientes de Cerro Gordo y Punta de la Mona, que conforman una bahía natural con forma de herradura la que debe su hombre, su orografía, que la protege de los vientos de levante y de poniente, es responsable de su propio microclima.

La Herradura. Foto: Turismo de Andalucía.

No hay que perderse las espectaculares vistas desde el Faro Punta de la Mona, también conocido como Faro de la Concepción, que se levanta sobre los cimientos de una torre vigía costera, en la cima de una atalaya.

Además, el municipio, que depende de la vecina Almuñécar, ofrece buenas opciones de buceo en sus aguas cristalinas que atesoran, además de una flora y fauna marina de gran valor ecológico, los restos de 25 galeras de la Armada Española que naufragaron en un temporal, el 19 de octubre de 1562.

El Puerto deportivo Marina del Este es otro buen lugar para pasear y disfrutar de una cena con pescados mirando a las embarcaciones atracadas.

Acantilados de Marro Cerro Gordo. Foto: Turismo de Andalucía.

Motril

Instalado sobre una colina a los pies de la sierra de Lújar, Motril comparte con el resto de municipios de la zona el clima subtropical que la convierte en un destino perfecto para disfrutar del sol y el mar prácticamente durante todo el año.

Las playas de La Joya, Poniente y Carchuna están entre sus principales atractivos, así como el puerto, en el que se desarrolla una importante actividad pesquera, comercial y deportiva.

Ya sin arena entre los pies, hay que acercarse también a su patrimonio artístico que brilla en el casco viejo, típico del urbanismo árabe.

Puerto deportivo de Motril. Foto: Turismo de Andalucía.

La iglesia de la Encarnación, erigida sobre la antigua mezquita mayor, es una obra mudéjar del siglo XVI. Destacan también el Ayuntamiento y el Santuario de la Virgen de la Cabeza, patrona de la villa, ambos en estilo barroco.

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