Las mejores playas de la Costa Tropical

No es exageración decir que es una costa para todo el año. Con 320 días de sol anuales y una temperatura media de 20 grados, la Costa Tropical debe su nombre precisamente a su clima excepcional que, además de una franja litoral de 73 kilómetros, alberga exuberantes terrazas donde se cultivan frutos tropicales como mangos, chirimoyas y aguacates

Enmarcada por Costa del Sol y la Costa de Almería, aquí se alternan también acantilados y extensas playas como La Rábita, Cambriles o El Cañón, calas rocosas como las de Caláiza, Cotobro, La Rijana o Punta del Río y otras recónditas como las de Cantarriján, El Muerto o la Cala del Ruso, así como una abundante riqueza marina que lo hace ideal para practicar deportes como el snorkel y el submarinismo.

Playas de este a oeste

En el extremo oriental, La Rábita da la bienvenida a la Costa Tropical.

Desde el castillo nazarí y la torre de atalaya construida en el siglo XVIII, que dominan la geografía, se contempla la playa de grava oscura de La Rábita; en una zona donde también destaca la playa del Ruso (entre los acantilados del Dragón).

Cuentan que este lugar perteneciente al municipio de Albuñol, antes conocido como playa del Lance Nuevo, debe su nombre a un soldado ruso que en los años 20 del pasado siglo buscó refugio huyendo del régimen soviético. Sin servicios o chiringuito, destaca por sus aguas cristalinas y su arena oscura, ideal para un tranquilo día de playa alejado de masificaciones.

También en la zona, el peñón del Muerto, un destino perfecto para los amantes del naturismo.

Playa La Rijana (Castell de Ferro)

Tras pasar por Galchos, un pueblo de estampa rural a los pies de la Baja Alpujarra, llegamos a una de las mejores playas de la Costa Tropical: La Rijana.

En el municipio de Castell de Ferro, se trata de una cala virgen de unos 250 metros de longitud por 25 de ancho rodeada de naturaleza salvaje y escarpes que llegan hasta el fondo marino.

En uno de sus extremos, una gran roca que parece haberse desgajado del acantilado y sobre la que se yerguen las ruinas de una torre del siglo XVI se adentra en el mar.

De aguas transparentes, es además una playa ideal para practicar snorkel.

Playas de la Joya y Calahonda (Motril)

Siempre en dirección oeste van desfilando las playas de Calahonda, La Chucha, La Joya, Torrenueva y Las Azucenas hasta que un desvío conduce a Motril.

En este tramo no hay que perderse la playa de la Joya, que hace honor a su nombre con un arenal virgen de unos 600 metros de longitud.

Entre acantilados y de acceso complicado (para llegar a ella hay que descender -y luego subir- una escalera de 200 peldaños), alterna arena y grava.

También en Motril merece la pena visitar la Playa de Calahonda, un arenal urbano que luce la codiciada Bandera Azul que acredita la calidad de las aguas y servicios.

De arena oscura que contrasta con sus aguas cristalinas, cuenta con paseo marítimo, chiringuitos y aparcamientos y es una playa accesible a personas con movilidad reducida.

Las playas de Poniente y Carchuna, el puerto, con una incesante actividad pesquera, comercial y deportiva y el caso viejo son otros lugares que no hay que perderse en un paseo por Motril.

Playas de Salobreña

De calles empinadas y estrechas, las casas de fachadas encaladas de Salobreña dirigen la mirada siempre hacia arriba, hacia el peñón que alberga una rotunda fortaleza árabe, la silueta más característica de la localidad.

Mucho más abajo encontramos el paseo marítimo y sus playas, ideales para practicar todo tipo de deportes náuticos y actividades al aire libre.

Destacan especialmente la playa del Peñón, unida a un promontorio rocoso que le da nombre, la de El Cambrón, una pequeña cala de grava (mide tan solo 86 metros de longitud) entre acantilados, sin chiringuitos, duchas o baños, pero plagada de encanto, y la de La Guardia, esta sí, con todos los servicios (de hecho, ostenta también la Bandera Azul) y posibilidad de alquiler de material para practicar deportes acuáticos como el kayak.

Las mejores playas de Almuñécar

Siguiendo una carretera que bordea la costa entre curvas y un rosario de playas como Barranco del Cambrón, Curumbico, el Pozuelo, Velilla o del Tesorillo, donde una antigua atalaya de vigilancia de época musulmana sirvió después para rechazar ataques de berberiscos y piratas, se llega a Almuñécar.

Epicentro turístico de la Costa Tropical, Almuñécar divide su encanto entre el paseo marítimo y las playas y, por otra parte, el barrio de San Miguel, con sus calles estrechas con tiendecitas bajo la silueta del castillo de origen árabe.

Entre sus playas más demandadas, la de San Cristóbal, también conocida como La China, con más de un kilómetro de extensión y Bandera Azul. De carácter urbano, no le faltan duchas, aseos, alquiler de hamacas y chiringuitos donde probar la gastronomía local, desde los espetos o la cazuela de pescados o mariscos, al arroz a banda y las carnes como el choto al ajillo.

Totalmente diferente es la Playa de Cantarriján, pequeña y de arena fina y gruesa que se ubica en el Parque Natural de Maro-Cerro Gordo, en Almuñécar.

Ideal para practicar buceo debido a la claridad y tranquilidad de sus aguas, es sin duda una de las mejores de toda la Costa Tropical (y también una de las más frecuentadas).

Playa de La Herradura

Y aunque pertenece también a Almuñécar, merece una mención especial la Playa de La Herradura.

En el municipio del mismo nombre, entre los salientes de Cerro Gordo y Punta de la Mona, que conforman una bahía natural con forma de herradura la que debe su hombre, se trata de una extensa playa de 2 km de longitud, urbana pero rodeada de vegetación, de arena oscura y grava y cerrada por un agradable paseo marítimo.

Además de ostentar la Bandera Azul, es un lugar que ofrece buenas opciones de buceo gracias a sus aguas cristalinas, así como una flora y fauna marina de gran valor ecológico y, como guinda, los restos de 25 galeras de la Armada Española que naufragaron en un temporal en 1562.

Y, como broche, nos despedimos de la Costa Tropical con vistas, las que se obtienen desde el Faro Punta de la Mona, también conocido como Faro de la Concepción, elevado sobre los cimientos de una torre vigía costera, en la cima de una atalaya.