Pueblos blancos: la ruta más hermosa por la sierra de Cádiz
De Arcos de la Frontera a Setenil de las Bodegas, esta es una colección de maravillas que tiene como hilo conductor casas encaladas y calles laberínticas en la sierra de Cádiz
Pocas estampas más representativas de Cádiz que sus pueblos blancos. Y no decimos que sean patrimonio gaditano en exclusiva, ya que fachadas encaladas pueden encontrarse en numerosos municipios andaluces, pero sí es cierto que aquí encontramos algunos de los más bellos, con casas níveas entre calles laberínticas que emergen como joyas en lo alto de acantilados y bajo enormes rocas o se destacan entre el verde de olivares y pinsapares.
Solo en la ruta de los Pueblos Blancos de Cádiz se cuentan hasta 19 poblaciones. De Arcos de la Frontera a Setenil de las Bodegas, estos son los pueblos más hermosos.
Arcos de la Frontera
El punto de partida de esta ruta de pueblos bonitos puede ser Arcos de la Frontera, una villa encaramada en un acantilado desde el que se asoma al río Guadelete.
Frontera entre Castilla y Granada entre 1248 y 1492, la influencia de las culturas árabe y cristiana están presentes en sus calles y en muchos de sus edificios más emblemáticos, como el castillo de los Duques de Arcos, la basílica de Santa María de la Asunción del siglo XIV, el Palacio del Mayorazgo, la Iglesia de San Pedro y la Puerta de Matrera.
Además, hay que acercarse a conocer la Playa de Arcos, los miradores de Abades y Peña Vieja y los preciosos embalses de Arcos y Arcos Reservoir.
Bornos
A unos 10 kilómetros de Arcos, sobre un embalse, se encuentra el pequeño y precioso pueblo de Bornos.
Habitado desde hace 30.000 años, fueron los árabes quienes fundaron la actual población, que en el siglo XIII pasó a manos cristianas, y sus vestigios aun pueden verse en lugares como la torre de Fontanar, una fortaleza defensiva luego integrada en el palacio, de estilo plateresco y con jardines renacentistas, de los Ribera.
Además de sus casas níveas, hay que fijarse también en la Iglesia Parroquial Santo Domingo de Guzmán -que data del siglo XVI y conjuga los estilos barroco y ojival-, el Convento del Corpus Christi, el Colegio de la Sangre, la Casa Ordóñez, la Iglesia de la Resurrección, el antiguo Molino del Arco y la fachada de la Casa de la Cilla.
No hay que dejar de lado el embarcadero, desde donde se obtiene una panorámica espectacular. Además, cerquita de Bornos, se alzan las ruinas de Carissa Aurelia, villa construida durante el Alto Imperio Romano.
Zahara de la Sierra
En pleno corazón del Parque Natural de la Sierra de Grazalema, en el extremo nororiental de la provincia de Cádiz, otra de las paradas imprescindibles: Zahara de la Sierra.
Declarada desde 1983 Conjunto Histórico Artístico y parte del club de los Pueblos Más Bonitos de España, la visita se justifica por su rico pasado, sus calles encaladas que se derraman ladera abajo, sus balcones siempre rebosantes de flores y sus magníficos miradores.
También es un buen lugar para observar la arquitectura típica de la sierra gaditana con sus casas de dos plantas con paredes irregulares y anchas fachadas encaladas.
En Zahara hay que visitar la iglesia de Santa María la Mesa, la Torre del Reloj, el Castillo de Zahara de la Sierra, la Capilla de San Juan Letrán, la Plaza del Rey, la Calle de Ronda y la Plaza de Lepanto.
Las casas blancas de Zahara de la Sierra se despliegan por debajo de su castillo
Con espectaculares vistas desde lo alto al río Bocaleones, guarda además una sorpresa inesperada en el interior de Cádiz que viene en forma de playa artificial con merenderos, sombra, tirolina y hasta un chiringuito.
A menos de 5 km está también la imprescindible Garganta Verde, sin duda uno de los paisajes más bellos de la Sierra de Cádiz, donde se encuentra la famosa Ermita de la Garganta, una gruta formada por la acción de agentes geológicos, y la Garganta Seca, conformada por grietas talladas en la tierra por el paso continuo de agua.
Olvera
Siguiendo por la serpenteante A2300 hacia el norte, al cabo de media hora llegamos a Olvera.
Capital del Turismo Rural 2021 y declarada conjunto histórico Artístico en 1983, Olvera se ubica en una encrucijada de caminos entre las provincias de Cádiz, Málaga y Sevilla elevada a más de 650 metros sobre el nivel del mar y rodeada de peñones.
Un escenográfico castillo y la parroquia de la Encarnación, con sus dos orgullosas torres, son los dos iconos de la localidad, que compiten en belleza con las fachadas perfectamente encaladas sobre las que estallan los colores de las macetas en callecitas empinadas y retorcidas.
Su castillo, en lo alto de una roca, fue levantado a finales XII, cuando Olvera era Wubira y formaba parte del sistema defensivo del Reino Nazarí de Granada, hasta que su toma por las tropas cristianas en el año 1327 lo llevaría a convertirse en bastión de la Corona de Castilla.
De él se conservan hoy la Torre del Homenaje, el paso de ronda, dos torreones, un recinto subterráneo y un pozo en el torreón norte, así como parte de la cerca de murallas que rodeaba el barrio de La Villa.
Además, hay que detenerse también la Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Encarnación, que regala hermosas vistas, el Lavadero de Pino y sus pilas de lavado, el Centro de Interpretación, La Ermita de los Remedios o la Plaza de Andalucía.
Grazalema
Subiendo por la A374 se llega al que posiblemente sea uno de los pueblos blancos más bellos del recorrido: Grazalema.
En el punto más alto de la sierra del mismo nombre, esta pequeña concentración urbana de casas incluso demasiado blancas contrasta con el verde de los bosques a su alrededor y el telón negro de la caliza de los cerros.
Nadie diría que en esta ubicación se registra el índice pluviométrico más alto de la península pero así es y a ello debe tanto el nacimiento del río Guadalete como el pinsapar que dio origen al primer Parque Natural de Andalucía.
Lacíbula para los romanos, Gran Zulema para los árabes, Zagrazalema pasó a formar parte del señorío de Ponce de León, dueño de ‘Las Siete Villas’.
Los siglos de historia se rastrean en su riqueza monumental y arquitectónica, como el Dolmen de la Giganta, la Calzada Medieval o su casco histórico (declarado Conjunto Histórico); así como las iglesias de Nuestra Señora de la Aurora, Nuestra Señora de la Encarnación, San Juan y San José, o las ermitas de Los Ángeles y El Calvario.
Siguen siendo famosas por su calidad la manta típica de Grazalema y los paños, pero también los vinos y licores, queso, chacinas o dulces, como el cubilete y el amarguillo.
Ubrique
Aunque si hay un lugar famoso por su manufactura en esta ruta de los Pueblos Blancos ese es, sin duda, Ubrique.
Tras pronunciadas curvas se desvela este municipio, situado entre dos Parques Naturales (los de Grazalema y Alcornocales), y que aún conserva su trazado medieval.
Su actividad principal es la marroquinería y el trabajo en piel, un arte cultivado durante generaciones que hace que del pueblo salgan exclusivos bolsos para firmas como Loewe, Dior o Chanel.
En el antiguo convento de los Capuchinos funciona el Museo de la Piel, que explica en detalle la historia y el presente de esta artesanía que arrastra más de 2.000 años de vida, como atestigua el cercano yacimiento de la villa romana de Ocuri.
Además, se pueden visitar el Museo Taurino Jesulín de Ubrique, el Convento de Capuchinos, la Ermita del Calvario, la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la O y el Centro de Interpretación de la Historia.
Setenil de las Bodegas
En el extremo noroeste de la ruta realizamos la última parada en Setenil de las Bodegas.
Desde el primer momento atrapa la vista su configuración, ya que el pueblo, en diferentes niveles, parece nacer de entre las rocas, con casas por encima y por debajo y cuevas que se han convertido en bares, restaurantes, viviendas o tiendas y que lo han convertido en escenario de numerosos rodajes.
Destaca, por ejemplo, la Cueva del Sol, que gracias a su orientación al sur goza de la luz solar natural la mayor parte del día, lo que le otorga una temperatura cálida pese a ser una cueva.
En este mágico escenario jalonado de tajos tienen lugar insólitos eventos como la Semana Santa setenileña, declarada de Interés Turístico Nacional.
Además, destaca su fortaleza medieval, de la que se mantiene su Torre del Homenaje y un aljibe subterráneo, la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Encarnación, de estilo tardo-gótico renacentista, y las ermitas de Nuestra Señora del Carmen, San Benito y San Sebastián.
También se puede visitar el artesonado mudéjar del siglo XVI de la Antigua Casa Consistorial y, en los alrededores del pueblo, senderos como la Ruta de los Molinos, la Casa de la Damita de Setenil, las Bodegas de Morosanto y el Mirador, desde donde disfrutar de las panorámicas.