La Hermida: curvas, paisajes y misterios en el desfiladero más largo de España

21 km entre paredes casi verticales de roca, curvas imposibles, bosques de cuento, aguas termales, seres mitológicos, pueblos bonitos, leyendas y quesos en el desfiladero de La Hermida en Cantabria

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El único corredor de entrada desde el mar a la comarca de Liébana, en Cantabria, es el desfiladero de La Hermida, un total de 21 km por los que discurre la estrecha carretera N-621 encajonada entre paredes de roca caliza casi verticales (algunas de más de 600 metros de altura) en compañía del río Deva, responsable de cincelar durante miles de año este acceso a los Picos de Europa que es, además, el desfiladero más largo de la Península Ibérica.

Sus aguas, que acogen cotos salmoneros que hacen las delicias de los pescadores, acompañan también impactantes paisajes que pueden verse desde espectaculares miradores, pero también rincones plagados de mitología y leyendas, vías ferratas y puentes tibetanos, bosques y aguas termales, quesos con mucha personalidad y pueblos, como Potes y Mogroviejo, que se encuentran entre los más bonitos de Cantabria.

El desfiladero más largo de España

Al oeste de Cantabria, el desfiladero de La Hermida, que toma su nombre de uno de los pueblos que atraviesa, recorre el macizo de Ándara en su camino hacia los Picos de Europa.

Desfiladero de La Hermida. Foto: Turismo de Cantabria.

Concurrido por viajeros, exploradores, montañeros, escaladores y cazadores británicos, fue en 1863 y como consecuencia del interés de los recursos mineros de la zona, cuando se abrió oficialmente la ruta que comunica Unquera con Lebeña (final del desfiladero) y Potes, capital del valle de Liébana.

Hoy la ruta se puede realizar en coche, salvando un total de 174 curvas que harán las delicias de quienes disfruten de la conducción, y también a pie, avanzando sobre un sendero circular que deja ver también sus principales atractivos.

Entre ellos destaca el Mirador de Santa Catalina, uno de los mejores lugares para disfrutar de las impactantes vistas del desfiladero, un lugar de esos que te hacen sentir pequeño frente a la majestuosidad de la naturaleza, con las paredes escarpadas en primer término y los Picos de Europa como telón de fondo.

Mirador de Santa Catalina. Foto: Turismo de Cantabria.

Leyendas y seres mitológicos

Junto al mirador, los restos de una antigua edificación donde, según cuenta la leyenda, los musulmanes jugaban a los bolos con pelotas de oro, y de ahí el nombre por el que se conoce la zona, la ‘bolera de los moros’. La realidad, sin embargo, es que los restos pertenecen al castillo de Piñeres, una fortaleza construida entre los siglos VIII y XII.

Aunque, para adentrarse en leyendas, hay que recorrer un sendero que nace justo en Mirador de Santa Catalina y conduce a la ermita de Santa Catalina, en Linares: la Senda Mitológica Las criaturas del Monte Hozarco.

Un trayecto plagado de personajes mágicos (un total de 16 figuras) característicos de la cultura tradicional cántabra: hadas, brujas, monstruos, duendes traviesos o seres malignos que viven en los montes y cuevas y que representan el bien y el mal, las debilidades humanas, los miedos o el sentido de justicia.

La Hermida. Foto: Turismo de Cantabria.

Bosques y puentes tibetanos

A lo largo de todo el recorrido, declarado Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), se pueden ver águilas, buitres y urogallos, estos últimos en peligro de extinción.

Además, bosquecillos de alcornoques, robles y hayas que enmarcan muchas actividades y propuestas, entre las que destaca la vía ferrata de La Hermida, una de las más antiguas de Cantabria.

El recorrido puede adaptarse en función del nivel (del K3 al K6) e incluye espectaculares puentes tibetanos, entre ellos uno de 100 metros de largo que pende a 70 metros de altura.

Vía Ferrata La Hermida. Foto: Turismo de Cantabria.

Sorpresas en el río Deva

El río es otro de los grandes atractivos, gracias a sus 7 cotos salmoneros, pero también a las pozas de aguas termales a 60º que encuentra a su paso.

Un balneario del siglo XIX, cerrado en los años 40, se rehabilitó y volvió a abrir sus puertas en 2006 para ofrecer hoy baños en sus tres manantiales de agua termal al aire libre, pero también todo tipo de tratamientos y envolturas.

Pueblos en los Picos de Europa

También merecen visita los pueblos a lo largo del desfiladero de La Hermida, como Lebeña, con su iglesia prerrománica de Santa María o el pueblo de La Hermida y su ermita de San Pelayo, con ocho siglos de historia.

Santa María de Lebeña. Foto: Turismo de Cantabria.

También hay que parar en la localidad de Bejes, uno de los núcleos en los que se elabora uno de los quesos con más personalidad de Cantabria, el queso Picón Bejes-Tresviso con Denominación de Origen Protegida.

Se trata de un queso azul que madura en la Cueva de la Sotorraña, sobre tabla. Con leche de cabra, vaca y oveja, tiene forma cilíndrica, corteza gris y una pasta de color blanco con zonas y vetas azul verdoso con sabor levemente picante.

Y, aunque queda fuera del desfiladero, por supuesto hay que acercarse hasta la localidad de Potes, conocida como la ‘villa de los puentes’ y la ‘villa de las torres’ con preciosas callecitas y caserones blasonados que nos ayudan a imaginar tiempos pasados.

Potes. Foto: Turismo de Cantabria.

Otra excelente parada es Mogroviejo, declarado Bien de Interés Cultural y Conjunto Histórico e incluido en el club de Los Pueblos Más Bonitos de España y donde visitar su torre medieval de finales del siglo XIII rematada por almenas, habitualmente envuelta en nieblas, así como su iglesia parroquial y sus casonas de sillería y mampostería, con balconadas de forja, de los siglos XVI a XVIII.

El Lignum Crucis más grande que existe

Y ya que estamos en Año Santo Lebaniego, este viaje es la excusa perfecta para acercarse al Monasterio de Santo Toribio de Liébana y ver el Lignum Crucis, considerada la reliquia más grande conservada de la cruz de Cristo.

Lignum Crucis en Santo Toribio de Liébana. Foto: Turismo de Cantabria.

Y a solo 20 minutos del monasterio, las mejores vistas de Picos de Europa se obtienen desde Fuentedé y su famoso teleférico, que en menos de 4 minutos nos sitúa a 1.800 metros de altura en pleno Parque Nacional de los Picos de Europa y el Valle de Liébana, la mejor postal de este viaje para guardar para siempre en la retina.

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