Omakase, vermú y aperitivo a la italiana: así rejuvenece la Ciudad Vieja de A Coruña
De tiendas de vinilos a barras de sushi pasando por vermuterías y talleres de cerámica, hay un mundo de vibrantes novedades en restaurantes, cafés y espacios singulares en la Ciudad Vieja de A Coruña
Como acercarse a la Torre de Hércules, deambular por el paseo marítimo, admirar las fachadas de la Avenida de La Marina, recordar la historia de la heroína local María Pita, comer pulpo o darse un homenaje con una buena mariscada, recorrer la Ciudad Vieja es un imprescindible en A Coruña.
Aquí las callejuelas empedradas, las plazas donde parece que el tiempo se ha detenido, las estatuas y las piedras de iglesias y casonas hablan de siglos de historia. Y es que hace más de 800 años que Alfonso IX de León ordenase refundar esta ciudad a orillas del bravo océano Atlántico.
Huellas del románico en la Colegiata de Santa María do Campo, la iglesia de Santiago o el Convento de las Bárbaras, edificios como el Pazo Cornide y la sede de la Real Academia Galega, que ocupa la antigua mansión familiar de la escritora coruñesa Emilia Pardo Bazán, recuerdos de los antiguos gremios y ecos de las hazañas de María Pita y la poesía de Rosalía de Castro acompañan nuestros pasos.
Pero la Ciudad Vieja está lejos de ser un museo detenido en el tiempo. Junto a la riqueza histórica y cultural late la vida, que toma forma en los clásicos cafés, tabernas y terrazas de las plazas, pero también de nuevos restaurantes que van desde barras de sushi a aperitivos de estilo italiano, vermús en la plaza de Azcárraga, boutiques o talleres de artesanos donde encontrar (o hacer) tesoros muy especiales.
Plaza María Pita: el km 0 de la Ciudad Vieja
Kilómetro cero de la vida coruñesa, la Plaza María Pita es el punto de partida de este recorrido. Aquí donde María Pita hizo huir, en 1589, a las tropas inglesas comandadas del pirata Francis Drake (aún sigue sonando ese “Quen teña honra que me siga”) se recuerda a la heroína con una estatua de bronce que preside la plaza, obra de Xosé Castiñeiras.
Está rodeada de edificios porticados y viviendas con balconadas y galerías y destaca el Palacio Municipal, del arquitecto local Pedro Mariño (1914) que hoy alberga un curioso museo de relojes.
A su alrededor, bares, tabernas y restaurantes sintetizan lo mejor de la gastronomía gallega como La Escondita (Plaza de María Pita 1B, bajo), Taberna da Penela (Plaza de María Pita, 9) que prepara la tortilla de Betanzos con su receta original y el más elegante restaurante La Penela, en el número 12 y que ocupa el bajo de la Casa Rey, reconocido por sus galerías acristaladas que miran al puerto.
También es buena opción La Pulpería María Pita, en el número 20 de la plaza, un templo erigido al pulpo, ya a feira o con cachelos, entero o por mitades, que se puede combinar con platos como tortillas, calamares o croquetas.
Más allá de la tradición, hay que atreverse a franquear las puertas del restaurante japonés Omakase (Plaza de María Pita, 3), un sushi bar que recuerda a una auténtica barra de Tokio. Una barra para solo 8 personas, una cámara de maduración de pescado y un único menú degustación de 15 pases (100 euros) son las cartas de presentación de este local, una propuesta original en la escena coruñesa.
De vinos y vermús por la Ciudad Vieja
Saliendo de la plaza y adentrándonos en la Ciudad Vieja podemos hacer otra parada en la calle Capitán Troncoso, donde probar las albóndigas gigantes en A Roda, un mesón de toda la vida que hace un excelente caldo gallego, y los berberechos de Malpica, otro clásico coruñés.
En esta misma calle despuntan también locales como La Teresa, que este año ha renovado su propuesta con un local de estilo moderno y urbano donde se apuesta por la cocina de mercado.
Buscando las casitas de colores y la vista del palacio municipal desde lo alto de las escalinatas de Puerta de Aires (ten libre espacio en el carrete del móvil) llegamos a la plaza Azcárraga o Plaza da Fariña, epicentro de la Ciudad Vieja y un precioso rincón al cobijo de árboles centenarios donde se tomar uno de los mejores vermús de la ciudad (también expertos en el tan de moda spritz), el de Caldito, para combinar con una gilda o una tapa de cuchara.
Saliendo por la calle Damas se puede ver la impresionante Colegiata de Santa María del Campo, que en su construcción se ubicaba extramuros y que guarda interesantes ejemplos del románico como sepulcros, imágenes policromadas de piedra tallada y un altar de plata repujada.
A continuación, la calle Santiago, es hogar de uno de los mejores restaurantes de la Ciudad Vieja, A Espiga, un proyecto muy personal del chef Koke Trigo donde, entre paredes de piedra vista, sobresale una cocina abierta al público de la que salen platos de esencia gallega y productos km 0.
Una carta corta, de apenas una docena de platos, son el resultado de su concepto de cocina de mercado sin complicaciones, pero sí con mucho sabor gracias a los pescados traídos de la lonja o los ingredientes adquiridos en mercados y ferias gastronómicas de los alrededores.
Tras pasar por la Casa Museo de Emilia Pardo Bazán (Tabernas, 11), sede de la Real Academia Galega y buen lugar para conocer la vida y el legado de la aristócrata, novelista, periodista y feminista, y la iglesia de Santiago (Parrote, 1), la más antigua de A Coruña, enfilamos hacia la plaza de Santo Domingo para tomar la calle San Francisco.
Talleres de cerámica y vinilos
Aquí se encuentra otro de esos lugares que está revitalizando la Ciudad Vieja, Arobe Cerámica (San Francisco, 2). Taller del artesano Alejandro Roig, además de ver su trabajo se puede participar en sus talleres y clases de cerámica. La afición por el modelaje con arcilla se está haciendo tan popular en la ciudad que las clases suelen agotarse, por lo que hay que apuntarse con tiempo.
Apenas unos pasos más adelante, Troppo (San Francisco, 4) es otro espacio para disfrutar del arte, en este caso en forma de tienda de vinilos y un bar regentados por Pablo RuizGalán y Gioia di Fonzo donde comprar música (ya sean novedades o vinilos de segunda mano) y saborear la gastronomía italiana.
Con frecuencia acuden DJs invitados que pinchan en el local donde siempre suena suena la música y su aperitivo al más puro estilo italiano se ha convertido en otro ‘must’ de la zona.
Y de la música a los libros, los que venden en Berbiriana (Santiago, 7), y las flores de La Florería (Puerta de Aires, 12), con un toque chic parisino.
Con todos nuestros tesoros caminamos hacia el Café la Dársena, en el paseo del mismo nombre, abierto en 1944 y cargado de historia, además de ofrecer preciosas vistas de las galerías de La Marina.
Nos despedimos de este paseo en el Jardín de San Carlos, una atalaya sobre el puerto, construida como baluarte defensivo y hoy un precioso mirador con magníficas vistas a la bahía coruñesa y al Castillo de San Antón.