Cantabria y Asturias en autocaravana: playas, minas, osos y dinosaurios al borde de la costa
De los osos de Cabárceno a los fósiles del Museo del Jurásico de Asturias y de la vieja mina del Soplao al puerto pesquero de Lastres pasando por larguísimas playas y calas escondidas, recorremos la costa del Cantábrico en autocaravana
Era mi primera vez. Una semana en un espacio de poco más de 15 metros cuadrados. Dos adultos y dos niños de 7 años. Haciendo cientos de kilómetros. En julio y con España en plena ola de calor. O la amas o la odias, me dijeron. Superado el primer viaje en autocaravana, puedo decir que no estoy mirando precios para comprar una en propiedad, pero sin duda repetiré.
Y seguramente el destino haya tenido mucho que ver. Huir del calor en la costa cantábrica fue quizás el mayor acierto de este viaje. A menos de 25 grados se duerme, se piensa y se improvisa mejor.
Con apenas unas premisas y destinos predefinidos nos lanzamos a la carretera: así quedó la ruta de 6 días por Cantabria y Asturias en autocaravana.
Día 1: Cabárceno y playa de Somo
Siempre rumbo al oeste, la ruta comienza en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, en Cantabria, que encontramos en el sector occidental del Macizo de Peña Cabarga, a apenas 15 km de Santander.
A medio camino entre el zoológico y el parque natural, lo que fuera una antigua mina de hierro a cielo abierto es hoy un enorme espacio de 750 hectáreas modelado por la mano del hombre para facilitar la convivencia de más de 100 especies de animales de los cinco continentes en régimen de semilibertad.
En un hermoso paisaje kárstico, los animales se mueven por grandes recintos, a veces compartidos por varias especies, siguiendo sus propios instintos. Jirafas, elefantes, gorilas, guepardos, rinocerontes, cebras o leones se han adaptado a los verdes montes cántabros, que habitan también osos pardos, lobos, ciervos o rebecos.
Además, numerosas aves y un reptilario en el que puede verse un gran número de serpientes.
Hay diferentes itinerarios para recorrer el parque paseando y en coche (se indican las vías prohibidas a autocaravanas por sus dimensiones) así como dos telecabinas que permiten ver el parque desde las alturas.
También se ofrece una ‘visita salvaje’ que permite adentrarse, guiados por técnicos del parque, en lugares que habitualmente no son accesibles al público, como el lugar en el que hibernan los osos pardos o la enfermería de elefantes.
Después de comer en ruta –por ejemplo, en la taberna La Mina, en el barrio de El Pino del municipio de Cabárceno-, buscamos sol y playa en la magnífica playa de Somo, uno de los arenales más hermosos y extensos de Cantabria.
En la costa de Trasmiera y con vistas al faro y el palacio de La Magdalena de Santander, Somo forma, junto a las playas de El Puntal y Loredo un extenso arenal de unos 7 kilómetros de longitud.
Aunque si por algo destaca esta playa de arena blanca y fina, de aspecto prácticamente virgen y con un paisaje de infarto, es por sus olas, con una gran cantidad de picos de izquierdas y derechas ideales para la práctica del surf tanto en los días de poca mar como cuando el Cantábrico está rugiendo.
Spot perfecto tanto para aprender a surfear como para perfeccionarse, se trata de una de las mecas del surf en España, además de uno de los lugares donde germinó este deporte (y la cultura y estilo de vida que lleva aparejada).
No en vano Ribamontán al Mar a la que pertenece Somo, fue declarada ya en 2012 ‘Reserva Natural de Surf’, convirtiéndose en el primer municipio en España en contar con esta figura de protección (segundo en Europa, solo por detrás de la portuguesa Ericeira).
Hay una buena cantidad de escuelas con cursos y actividades todo el año, mientras que el Centro de Surf de Somo es una de las citas obligadas para descubrir cómo se vive la auténtica cultura de las olas a través de exposiciones, encuentros y una nutrida agenda de propuestas.
Día 2: Desfiladero de la Hermida y Fuentedé
Nos separamos de la costa para descubrir una de las carreteras más impactantes de Cantabria: la que atraviesa el Desfiladero de La Hermida.
El único corredor de entrada desde el mar a la comarca de Liébana nos regala un total de 21 km en los que la estrecha carretera N-621 discurre encajonada entre paredes de roca caliza casi verticales (algunas de más de 600 metros de altura) en compañía del río Deva, responsable de cincelar durante miles de año este acceso a los Picos de Europa.
Recorrer el desfiladero más largo de la Península Ibérica y sus 174 curvas en autocaravana es toda una experiencia que regala impresionantes paisajes (merece la pena detenerse en algunos de sus espectaculares miradores, como el de Santa Catalina), pero también rincones plagados de mitología y leyendas como la Senda Mitológica Las criaturas del Monte Hozarco, vías ferratas y puentes tibetanos, bosques y aguas termales y pueblos, como Potes y Mogroviejo, que se encuentran entre los más bonitos de Cantabria.
Otra buena idea, más ahora, en pleno Año Santo Lebaniego, es visitar el Monasterio de Santo Toribio de Liébana y ver el Lignum Crucis, considerada la reliquia más grande conservada de la cruz de Cristo.
Siguiendo la ruta, a tan solo 20 minutos del monasterio, las mejores vistas de Picos de Europa se obtienen desde Fuente Dé y su famoso teleférico, que en menos de 4 minutos nos sitúa a 1.800 metros de altura en pleno Parque Nacional de los Picos de Europa y el Valle de Liébana.
Día 3: Cueva del Soplao y San Vicente de la Barquera
Con la mayor densidad de cuevas con arte rupestre del mundo, nada menos que 60 sitios con dibujos y grabados de animales, personas y motivos abstractos en las paredes, Cantabria guarda muchos tesoros bajo el subsuelo.
También los que debemos exclusivamente a la naturaleza, como los que se encuentran en la Cueva del Soplao, una maravilla de la geología situada a 540 metros de altura, sobre la sierra de Arnero, entre los pueblos de Labarces, Roiz y Celis.
Si la carretera de acceso es hermosa, mucho más lo es esta cavidad, a la que se accede en viejos vagones de la mina de La Florida dedicada a la extracción de zinc y plomo cuyas galerías horadaron el cerro.
Fueron sus mineros los que descubrieron, en 1908, unas galerías únicas en el mundo por la calidad y cantidad de sus formaciones geológicas. De más de 24 km de longitud (solo 4 abiertos al público), incluye maravillosas formaciones de estalactitas y estalagmitas, así como las menos frecuentes helíctitas (estalactitas excéntricas que desafían la gravedad) y draperies, parecidas a sábanas o banderas traslúcidas que cuelgan del techo.
La visita, que se realiza caminando, termina en un mirador desde el que observar maravillosas vistas que incluyen la costa asturiana, la Sierra del Cuera, Peñamellera, el Naranjo de Bulnes y el Macizo Central de los Picos de Europa.
De vuelta a la costa y acercándonos a Asturias, ponemos rumbo a San Vicente de la Barquera, villa marinera por excelencia de Cantabria, con los barcos y botes de mil colores descansando en su ría, custodiada desde las alturas por el castillo y los restos de la muralla de su núcleo histórico.
Entre sus playas, Fuentes, Primera de San Vicente, El Rosal, El Tostadero, Gerra y Merón. Un plan perfecto incluye comer en el chiringuito Merón, con un buen aparcamiento para clientes (apto para autocaravanas) y pasar la tarde en este fantástico arenal, también conocido como El Sable de Merón.
Con más de 3 km de extensión, pendiente suave y arena blanca y fina, es también un buen lugar para la práctica de surf, gracias a sus buenas olas.
Día 4: Llanes
Con la vista puesta en la playa seguimos conduciendo hacia el oeste hasta llegar a Asturias para explorar el concejo de Llanes.
En el oriente de la comunidad autónoma, Llanes es un pueblo tradicionalmente turístico que combina uno de los cascos históricos mejor conservados del Principado con un coqueto puerto y hermosas playas, tradición marinera, gastronomía y verdes montañas que miran a los Picos de Europa.
Ya aparcados (existe un área de autocaravanas con todos los servicios en el municipio), merece la pena recorrer el Paseo de San Pedro, una suerte de balcón de alrededor de 1 km con excelentes vistas a acantilados que termina elevándose sobre la playa de Llanes y Los cubos de la memoria, la obra en la que Agustín Ibarrola sobre la escollera del puerto.
El coqueto puerto, con animadas terrazas, es otro imprescindible, que nos lleva al corazón de la villa, con palacios y casas blasonadas, la Basílica y un buen puñado de restaurantes y sidrerías, muchas con terraza, que convierten el lugar histórico en un ir y venir de gente todo el año.
El casino, la torre medieval, el palacio del Duque de Estrada o el faro son otros lugares a tener en cuenta.
Día 5: Playa de Barro
Siguiendo la línea costera nos detenemos en playa de Barro, un lugar donde las imágenes de idílicas playas asturianas se hace realidad. Con marea baja, la playa está conectada por la derecha con otro arenal, la playa de las Monjas mientras que en el extremo izquierdo de la playa, un chiringuito, El Xiglu, es perfecto para degustar unas sardinas a la brasa o un pollo asado.
Para el postre, acércate a la furgoneta de helados Revuelta, una empresa ‘de toda la vida’ de Llanes que elabora sus propios helados. Riquísimos.
También merecen la pena las playas de Borizu -y su chiringuito de ambiente desenfadado-, Poo y Celorio Palombina. Desde esta última se puede tomar la senda costera (que conecta Poo y Llanes) y acercarse a la preciosa y salvaje playa de San Martín.
Al oeste de Barro, las playas de Toranda y la aún más espectacular Torimbia, sin duda otra de las más bellas de Asturias, con forma de concha y arena dorada, referente del nudismo desde la década de los 60.
Día 6: Museo del Jurásico, Ribadesella y Lastres
Aunque muchos han oído hablar de las playas más bonitas de Asturias, no todos saben que la franja litoral comprendida entre Ribadesella y Gijón es conocida como la Costa de los Dinosaurios por la abundancia de huellas y restos óseos de dinosaurios y otros reptiles jurásicos.
Muchas de las piezas encontradas en yacimientos de los concejos en Villaviciosa, Colunga y Ribadesella pueden verse en el Museo del Jurásico de Asturias (MUJA), un buen plan por si algún día llueve.
Entre las localidades de Colunga y Lastres, en una colina elevada con maravillosas vistas al litoral (incluida la playa de La Griega), se alza un edificio diseñado por Rufino García Uribelarrea con forma de huella de uno de estos animales que poblaron la zona hace unos 150 millones de años.
Con estructura de madera, que simula las costillas de los dinosaurios, cada uno de los dedos de la huella se corresponde con cada uno de los tres periodos de la Era Mesozoica: Triásico, Jurásico y Cretácico, con paneles interactivos, réplicas y fósiles reales que explican distintos aspectos de la vida de los dinosaurios y otros grandes reptiles terrestres.
Solo correspondiente a la costa asturiana se cuentan unos 8.000 fósiles entre icnitas (huellas fosilizadas), restos de vertebrados, fósiles vegetales, fragmentos de troncos y elementos de invertebrados.
A diario se organizan diferentes talleres para niños y adultos, mientras que un gran jardín exterior permite ver reproducciones a gran escala de algunos de los dinosaurios más conocidos, desde el diplodocus, el allosaurus, el estegosaurus y el brachiosaurus al tyrannosaurus, el triceratop, el deinonychus y el carnotaurus.
Cerca del museo, Lastres es una visita obligada. La villa, una de las localidades marineras más bonitas del Cantábrico, con su imagen de casas arracimadas que parecen competir por el último metro habitable lo más cerca posible del mar.
Incluido en el club de Los Pueblos más Bonitos de España, el puerto es el corazón y motor de la villa, con una actividad pesquera que aún sigue trayendo a sus cocinas merluzas, rapes, salmonetes, nécoras o centollos.
Para obtener las mejores panorámicas, hay que subir al Mirador de San Roque, un lugar que deja ver a la perfección cómo Asturias es la conjunción perfecta de mar y montaña.
Como última etapa del viaje, ponemos rumbo a Ribadesella, otro de los pueblos que sí o sí hay que conocer en Asturias.
De fama internacional que debe especialmente a la Cueva de Tito Bustillo, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por la importancia de sus pinturas y grabados de arte rupestre, y al Descenso Internacional del Sella, que tiene aquí su meta, Ribasella tiene muchos otros atractivos, entre los que se cuentan sus playas, como la de Santa Marina, pero también la arquitectura indiana, visible especialmente en el paseo marítimo.
Los murales creados por Antonio Mingote para explicar la historia de la población, el impresionante mirador de Punta del Pozu o las icnitas de Tereñes son otros de los imprescindibles, como también sus sidrerías, como El Tarteru, Carroceu o El Puerto donde poner el broche de oro brindando con unos culines de sidra.
Datos prácticos:
Hay muchas opciones de alquiler de autocaravanas, desde plataformas como Yescapa, una especie de ‘Airbnb’ de caravanas y furgonetas camper con propietarios particulares, a empresas especializadas en este segmento, como Naccaravan, ubicada en el Circuito del Jarama de Madrid.
La mejor aplicación para diseñar el viaje y, especialmente, localizar lugares para estacionar y pernoctar con la autocaravana, así como localizar áreas para vaciar aguas grises y negras, es Park4night, con valoraciones y comentarios de otros viajeros.