Playas, cascadas, pozas y piscinas naturales para el verano más refrescante en Burgos
Quien diga que en Burgos no hay playa es que no ha estado en estos espectaculares rincones donde no faltan las aguas turquesas, la arena fina, las sombrillas ni los chiringuitos
Hay arena y sombrillas, sombras y chiringuitos, tablas de kitesurf y piraguas y, por supuesto, mucha agua. Quien diga que en Burgos no hay playa es que nunca se ha dado un chapuzón en las aguas turquesas del Pozo Azul. O pisado la arena de la playa de Arija. O hecho paddle surf en el Parque del Soto de Villarcayo.
Lo que no hay son medusas, temperaturas sofocantes ni aglomeraciones de toallas que compiten por el último centímetro de arena.
En la provincia de Burgos, entre paisajes verdes y en contacto con la naturaleza, desvelamos playas, embalses, pozas, piscinas naturales e increíbles saltos de agua para disfrutar de una refrescante jornada.
Pozo Azul de Covanera
En la localidad de Covanera que se localiza en el Valle del Rudrón (al sur de la Cordillera Cantábrica), encontramos uno de los rincones más especiales de la provincia burgalesa para un chapuzón.
Se trata del Pozo Azul, un manantial que mana de una cueva escondida en la montaña por lo que, además de un baño en sus aguas, de un increíble tono azulado, también se pueden realizar actividades como espeleobuceo.
Las truchas que habitan la poza son una muestra más de la pureza del agua que además es ideal para combatir los días de más calor ya que cuenta con una temperatura que oscila entre los 9 y los 11 grados centígrados todo el año.
Cascada de Pedrosa de Tobalina
Otro espectacular rincón con baño incluido, de nuevo en la comarca de Las Merindades, aguarda en la localidad de Pedrosa de Tobalina, a unos 7 kilómetros de Trespaderne.
Se trata de una imponente cascada en el río Jerea (de hecho, uno de los mayores saltos de agua de la provincia de Burgos) con 12 metros de altura y 100 de longitud, también conocida como la Cascada del Peñón.
Bajo la cascada, una amplia poza perfecta para disfrutar del baño, así como un mirador.
Playa de Arija
Si lo que buscas es más parecido a una jornada playera como las que se viven en el litoral, tu destino es la Playa de Arija.
En la orilla sur del embalse del Ebro, en el límite de Burgos con Cantabria, encontramos un verdadero mar interior de agua dulce, con arena blanca y fina y aguas cristalinas, donde además hay condiciones ideales para la práctica de deportes como el kitesurf, el kayak y hasta la vela.
Declarado Reserva Natural y Observatorio de Aves Migratorias y Acuáticas, la zona es además un ecosistema único, hogar de numerosas especies de aves (especialmente acuáticas) que eligen estas aguas y humedales para la cría y la invernada, lo que hace de la zona un verdadero paraíso de los amantes del birdwatching.
A continuación, verdes pastizales y tupidos bosques, iglesias rupestres y rutas del románico o coquetos pueblos completan la agenda de propuestas en torno a Arija. La propia localidad guarda también sorpresas y curiosidades, algunas relacionadas con el turismo industrial, ya que aquí fue donde nació, a principios del siglo XX, la compañía Cristalería Española, que cerró su fábrica en 1953.
Embalse de Sobrón
Siguiendo el curso del Ebro y en la frontera con Álava, dentro del Parque Natural Montes Obarenes-San Zadronil, encontramos otro enclave idílico para un baño estival.
En un espectacular desfiladero de paredes verticales, a mediados del siglo XX se construyó un pantano largo y estrecho que se ha convertido en idílico oasis para amantes de la naturaleza y las actividades acuáticas: el embalse de Sobrón.
Zonas recreativas y un embarcadero invitan a disfrutar del baño rodeado de montañas con infinitas posibilidades para los deportes de agua, el turismo activo y, por supuesto, el senderismo.
Parque del Soto, Villarcayo
A su paso por la localidad de Villarcayo, capital de la comarca de Las Merindades, el río Nela dibuja una inmensa zona de baño natural a la que no le falta arena de playa, chiringuito, zonas verdes, merendero o instalaciones infantiles.
Enmarcada por chopos y acacias, sus aguas son ideales para la práctica de actividades acuáticas como el paddle surf.
En medio de un inmenso paraje verde, hay incluso zona chill out o hinchables para niños y, por supuesto, piscina natural vigilada por socorrista en los meses de julio y agosto.
Piscinas naturales de Espinosa de los Monteros
De visita obligada, la capital de los valles pasiegos burgaleses, Espinosa de los Monteros, atesora sorprendentes valles y una fascinante historia.
En verano, y tras pasear por el casco urbano con más monumentos históricos catalogados de la provincia de Burgos después de la capital, y darse un homenaje a su famosa repostería artesana, con sobaos y quesadas a la cabeza, hay que pasar por las piscinas naturales de La Presa.
De aguas limpias y rodeadas de césped, las piscinas de Espinosa de los Monteros, que se nutren de las aguas del río Trueba, ofrecen un reparador baño de sol de montaña.
Con zonas verdes, merenderos, un bar-asador, aparcamiento y a solo diez minutos del centro, es el plan perfecto para conocer esta zona de Las Merindades, donde tampoco hay que perderse el Monumento Natural de Ojo Guareña y la Ermita de San Bernabé, esculpido en roca.
Pantano de Arlanzón / Uzquiza
A sólo 30 kilómetros de la capital espera otro buen lugar para una jornada playera a la burgalesa.
Entre los municipios de Pineda de la Sierra y Villasur de Herreros se abre el Pantano de Arlanzón que, más tarde -solo 10 km más arriba-, se transforma en el Embalse de Uzquiza, menos conocido que su hermano mayor.
En total, 15 kilómetros de costa fluvial y 130 hectáreas de agua para bañarse, tomar el sol, disfrutar de una comida campestre e incluso pescar, siempre al amparo de la exultante Sierra de la Demanda.