Ruta por los pueblos más bonitos de Burgos
De Puentedey a Orbaneja del Castillo y de Covarrubias a Frías en busca de cascadas, joyas del románico, casas colgantes y princesas vikingas, estos son los pueblos más bonitos de Burgos
Cuando en 2022 la asociación de los Pueblos más bonitos de España desveló las nuevas localidades que engrosarían su selecto catálogo comprobamos que tan solo uno había sido merecedor de formar parte de su club, el coqueto Puentedey, en Burgos. Un año después eran seis los municipios que podían lucir el distintivo y, de nuevo, uno se ubicaba en Burgos.
Casualidad o no, la provincia castellanoleonesa cuenta con un buen puñado de preciosos pueblos que, de Covarrubias a Caleruega y de Oña a Santo Domingo de Silos pasando por Frías, Oña y Orbaneja del Castillo, concentran trazados medievales y puentes, bosques y cascadas, joyas del Románico y el Barroco, casas colgantes y hasta princesas vikingas.
Siguiendo una dirección circular que arranca en Puentedey y termina en Lerma, trazamos una ruta por los pueblos más bonitos de Burgos.
Puentedey
Poco más de 50 habitantes residen en Puentedey, en la comarca de la Merindad de Valdeporres, en la franja norte de la provincia de Burgos, a 86 km de la capital.
La razón de su nombre, que significa Puente de Dios, salta a la vista tan pronto se llega al lugar: la naturaleza levantó aquí, hace 90 millones de años, un puente natural sobre el río Nela, un pasadizo rocoso sobre el que se construyó una villa medieval.
Protegida por murallas que fueron desapareciendo con el paso de los siglos, en su pequeño trazado urbano hay un interesante conjunto de casas solariegas, la iglesia de San Pelayo, de estilo románico, y el palacio de los Brizuela, con su estética rotunda de fortificación y dos torres cuadradas que lo hacen parecer inexpugnable.
Un potro de herrar y varios hornos de pan, testigos de una forma de vida ya desaparecida, son otros de los lugares a tener en cuenta en el pueblo, que además se rodea de un bello paisaje serrano, donde las paredes rocosas y el río Nela invitan a practicar deportes como el rafting, el senderismo, la pesca y la espeleología.
Lerma
La imponente silueta de Lerma llama la atención de cualquiera que pase por el km 200 de la A-1. Imposible no admirar esta ciudad encaramada a un cerro a orillas del río Arlanza que atesora uno de los conjuntos herrerianos más importantes de España.
Construida en el silgo XVII según el capricho de Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, Duque de Lerma y valido de Felipe III quien, según cuentan, la ideó como corte de recreo para tener entretenido al rey y así gobernar desde la villa, entre su patrimonio destacan el Palacio Ducal, la Colegiata y hasta cinco conventos.
Su hermosa Plaza Mayor, una de las más grandes de España), el mirador de los Arcos, pasadizo y un humilladero, comparten protagonismo con construcciones de origen medieval, como el Arco de la Cárcel y el puente sobre el río Arlanza.
Además del Duque de Lerma, dejaron también su impronta en la villa personajes como el Cura Merino (afamado guerrillero de la independencia), el poeta y dramaturgo Lope de Vega, que la inmortalizó en La burgalesa de Lerma, el escritor José Zorrilla, el botánico jesuita Baltasar Merino, o el ministro de Hacienda y primer Gobernador del Banco de España Ramón de Santillán.
Punto de partida de la Ruta del Vino de Arlanza, Lerma se bebe y también se come, especialmente en platos como el lechazo asado, la morcilla de Burgos y el vino de la D.O. Arlanza.
Covarrubias
Conjunto Histórico-Artístico desde 1965 y considerado la cuna de Castilla, Covarrubias guarda esencias celtíberas, romanas, visigodas, medievales y barrocas que lo convierten en uno de los lugares más interesantes de la provincia de Burgos.
Numerosos premios, desde el Europa Nostra a la Antena de Oro, constatan la pasión con la que la villa rachela cuida de su patrimonio, que incluye nada menos que siete monumentos clasificados de interés cultural como el Torreón de Doña Urraca del siglo X o la ex-Colegiata de San Cosme y San Damián levantada en el siglo VII y reformada en el siglo XV.
La muralla, el Archivo del Adelantamiento de Castilla, mandado construir por de Felipe II en 1575, dos cruceros y un rollo de justicia del siglo XVI son otros de sus tesoros, pero también lo son las casas de arquitectura popular de la plaza de Doña Sancha, donde se mezclan la piedra, el adobe, los entramados de madera, los soportales y las balconadas.
Mucho más moderna –de hecho, se jacta de ser la primera ermita construida en España en el siglo XXI-, está la capilla de San Olav.
De madera y metal, fue levantada para cumplir una promesa realizada hace ocho siglos, en concreto la que el infante Felipe de Castilla, hermano de Alfonso X El Sabio, realizó a la princesa Kristina de Noruega, que viajó hasta España para casarse con él, y que puso como condición que se construyese una iglesia en honor San Olav, patrón de Noruega.
Santo Domingo de Silos
Conocido por su famoso monasterio benedictino, su claustro románico y su canto gregoriano, Santo Domingo de Silos es nuestra siguiente parada en esta ruta de pueblos bonitos por Burgos.
Al sudeste de la provincia, a 57 km de la capital y asentada a mil metros de altitud en el valle del Tabladillo, lo cierto es que la historia de la villa y la de su abadía han caminado siempre juntas.
El monasterio tiene su origen en el siglo X, si bien es el monje Domingo Manso, llegado del monasterio de San Millán de la Cogolla (La Rioja) quien está detrás de su esplendor. Su sensacional claustro románico, de los siglos XI y XII, luce bellísimos capiteles sobre dobles columnas, relieves y un artesonado mudéjar del siglo XIV que representa momentos de la vida medieval.
El monasterio, regentado por monjes benedictinos, cuenta también con una rica biblioteca y una botica del siglo XVIII, que reúne una colección de tarros de Talavera y un laboratorio con instrumental antiguo.
La propia villa dependió del abad hasta 1440, cuando los monjes la vendieron a la casa de los Velasco. Antiguamente amurallada, hoy solo se conservan dos puertas, la de San Juan y de la Calderera, y los paños de murallas que cierran la huerta del monasterio.
A la espectacularidad de la abadía se suma la belleza de la Iglesia de Santo Domingo de Silos, del siglo XVIII, con un museo medieval donde se guarda el cáliz de Santo Domingo.
Además, la naturaleza que rodea la localidad nos regala lugares tan impresionantes como el desfiladero de La Yecla, construido por la erosión a lo largo de millones de años y que puede disfrutarse gracias a un sistema de pasarelas.
Caleruega
Uno de los burgaleses más célebres de la historia, Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de los Dominicos, nació en Caleruega, una villa de poco más de 450 habitantes.
Villa medieval construida en la cuenca del Duero, en el siglo I, por aquí también pasó el Cid Campeador camino de su destierro aunque nada aquí hace sombra a la figura de Santo Domingo de Guzmán y la riqueza patrimonial inspirada en su orden, como el Conjunto Monumental de Santo Domingo, un complejo formado por diferentes edificios religiosos.
No hay que perderse, además, la iglesia románica de San Sebastián, construida en el siglo XII y el torreón de los Guzmanes. Tampoco el Monumento al Labrador, en homenaje a la tradición agrícola.
A orillas del río Bañuelo destaca la bodega subterránea de Alfonso VIII, la más antigua de toda la Ribera del Duero, con una nave de 25 metros de longitud, 4 metros de ancho y 5 metros de altura que alberga 12 ‘capillas’ donde se colocaban cubas y tinajas para guardar los vinos favoritos del rey.
Relacionado con la tradición vitiviníciola de la zona, se alza también el Museo Lagar de Valdepinos, un antiguo lagar donde se elaboraba vino rehabilitado como museo para reivindicar la tradición.
Oña
En la zona de Bureba-Ebro, al noroeste de la provincia, encontramos Oña, otra pequeña localidad burgalesa que, sin embargo, está repleta de atractivos.
Destacada villa desde Fernán González que, en el siglo IX le concede privilegios, creció al amparo del Monasterio de San Salvador, del siglo XI, una abadía benedictina que se convertiría en foco religioso y cultural del reino.
Hoy sigue siendo el principal monumento a visitar de la localidad, con un interior ricamente ornamentado donde destaca el panteón real con los restos de Sancho el Mayor de Navarra y Sancho García, la iglesia y el claustro de los caballeros.
El casco histórico de Oña, Bien de Interés Cultural desde 1999, deja ver casas blasonadas, una antigua judería, el hospital de beneficencia de Santa Catalina, el Arco de la Estrella y la iglesia de San Juan Bautista. Justo al lado, la torre de San Juan alberga el Museo de la Resina.
Briviesca
Capital de la comarca de la Bureba, al nordeste de la provincia de Burgos, Briviesca conserva un casco urbano con numerosos edificios de interés.
Junto al río Oca, la localidad posee un trazado de amplias y elegantes calles dispuestas en torno a la plaza Mayor con importantes casas blasonadas como las de los Soto y Guzmán -hoy el Ayuntamiento-, Torre, Sánchez de Briviesca o la del Abad Rosales.
El monumento más significativo es, sin embargo, el convento de Santa Clara, cuya iglesia luce una bellísima cabecera octogonal de bóveda estrellada y un magnífico retablo mayor del siglo XVI.
La iglesia colegial de Santa María y la iglesia de San Martín, ambas góticas, completan el repertorio artístico de la ciudad donde por nada hay que perderse las famosas almendras garrapiñadas.
Castrojeriz
Reciente incorporación al club de los Pueblos más bonitos de España, Castrojeriz se ubica en la comarca de Odra-Pisuerga, dentro del recorrido del Camino de Santiago Francés.
Originado en lo alto de un cerro sobre el que se asienta el castillo que recibe el nombre de Castro, la localidad es un ejemplo de urbanismo jacobeo, con las casas situadas alrededor de la calle-camino, que es la más larga de todas las que existen en la ruta hasta Santiago de Compostela.
Entre las paradas destacadas de visitantes y peregrinos se encuentra el Hospital General de San Antón, a 2,5 km y, ya en la villa, la Colegiata de Nuestra Señora del Manzano, la iglesia de Santo Domingo de Guzmán, el Palacio de los Condes de Castro, de estilo gótico con hermosa portada del siglo XVI, o la Iglesia de la Virgen del Manzano, del siglo XIII y que actualmente alberga el museo de Arte Sacro, con tallas medievales, pinturas flamencas, pergaminos y piezas de orfebrería.
Platos e ingredientes típicos de la cocina burgalesa protagonizan su oferta gastronómica, como la morcilla de arroz y los asados, especialmente de lechazo cocinado en horno de leña o el cochinillo, pero también guisos de liebre, truchas o el famoso queso de Burgos, servido como postre.
Frías
En pleno valle del Ebro, sobre un peñasco desde el que se domina todo el territorio, emerge la inconfundible silueta de Frías. Arriba, el castillo, abajo, las casas, apiñadas en torno a la calle mayor en una imagen que las deja prácticamente colgadas sobre el precipicio desafiando la ley de la gravedad y haciendo de esta una de las postales más impactantes de Burgos.
Esta particular ubicación, con algunas de las casas directamente excavadas sobre la roca, hizo que Frías no necesitase nunca una muralla, tan solo una defensa a lo largo de la calle del Mercado, donde se abrió la puerta de la Cadena, de la que aún hoy se conservan restos.
Los barrios de La Muela, con el castillo y la iglesia de San Vicente, San Juan y la antigua judería o el barrio Castellano o de San Francisco, son las zonas en las que se divide la localidad, todas ellas con edificaciones que destacan por el entramado de madera y el relleno de adobe o de piedra toba entre calles estrechas y plazas solo en la parte más alta.
Entre sus riquezas, la iglesia de San Vicente, de origen románico pero hoy con una extraña mezcla de estilos (su portada original está hoy en el Museo de Claustros de Nueva York por citar una curiosidad); la iglesia de San Vitores y los conventos de San Francisco y de Santa María de Vadillo, que tenía fundamentalmente carácter de hospital.
Por supuesto, otro de sus puntos fuertes es el puente medieval, de construcción originaria romana.
Orbaneja del Castillo
Una impresionante cascada nos lleva hasta la última parada. Se trata de Orbaneja del Castillo, en la comarca de Páramos, casi en el límite con Cantabria.
De extraordinaria belleza, la cascada brota de la Cueva del Agua, atraviesa el caserío de piedra de la villa que cuelga de las terrazas de toba y se precipita en saltos de agua hacia el curso del Ebro, dando lugar a una serie de pozas de intenso azul turquesa.
Desde el mirador de Cueva del Agua se pueden contemplar en todo su esplendor las formaciones kársticas que dan nombre al pueblo, ya que, vistas desde la distancia, se asemejan a las ruinas de un castillo que nunca existió.
El sonido del agua es una compañía constante en la visita a la localidad, declarada Conjunto Histórico Artístico, y cuyo su aislamiento geográfico favoreció la conservación de una arquitectura tradicional.
Entre sus edificios singulares, la casa fuerte que pudo pertenecer a los marqueses de Aguilar, la Casa de los Canes y la Casa de los Pobres, antiguo hospital en el siglo XVI.