La ‘aldea hobbit’ de Burgos que además es un paraíso para amantes del vino
En la Ribera del Duero burgalesa, una pequeña aldea de apenas 160 habitantes esconde, excavadas bajo un cerro, un tesoro en forma de 157 bodegas subterráneas y 7 lagares-cueva que hacen de ella un paraíso enoturístico
Que en un pueblo de la Ribera del Duero haya muchas bodegas no llega a la categoría de noticia. Ni siquiera si se trata de antiguas bodegas excavadas bajo el suelo. De hecho, en toda la Ribera del Duero existen hasta 5.000 bodegas subterráneas, algunas agrupadas en los conocidos como “barrios de bodegas” que pueden encontrarse en localidades Atauta (Soria), Quintanilla de Onésimo (Valladolid) o Vadocondes (Burgos) y también es posible encontrarlas en otras zonas de tradición vitivinícola como Toro y Arlanza.
Cavadas a pico y pala con la función de almacenar y conservar el vino, estas bodegas subterráneas han guardado la riqueza de muchas familias desde hace siglos y, a la vez, han dado lugar a una original arquitectura popular.
Un caso especial de estos barrios de bodegas que nos retrotraen al hogar de los hobbits descrito por J. R. R. Tolkien en sus libros y llevado a la pantalla por Peter Jackson lo encontramos en la provincia de Burgos, un extraordinario pueblo donde hay tantas bodegas como habitantes.
La aldea ‘hobbit’ está en Burgos
Se trata de Moradillo de Roa, al sur de la provincia de Burgos, una localidad que, con 161 habitantes según los datos de 2022 del INE, cuenta con un total de 157 bodegas excavadas en un cerro dando lugar a una imagen novelesca que conlleva también una hermosa historia ya que fueron precisamente las bodegas las que salvaron a este pequeño pueblo del olvido.
El ‘renacimiento’ de Moradillo de Roa que comenzó en 2015 con apenas 300 euros y unos folletos turísticos le ha llevado en pocos años a articular una atractiva oferta a medio camino entre el patrimonio, el turismo y el vino, merecedora de reconocimientos como el Premio a la Mejor Iniciativa Enoturística de 2016, por la Asociación Española de Ciudades del Vino (ACEVIN), el Premio a la Mejor Iniciativa Enoturística Nacional 2017 de APAPNIDICSUR, el Premio Renacimiento 2017 a la Mejor Iniciativa Enoturística y el Premio Patrimonio Europeo a la Conservación de Europa Nostra 2020.
Renacimiento a golpe de historia y vino
La tradición vitivinícola de Moradillo de Roa se remonta al siglo XV, cuando aprovechando, las óptimas condiciones de la tierra para el cultivo de la viña, sus habitantes decidieron utilizar su particular orografía para excavar bodegas, lagares y cientos de galerías en las que trabajar la uva y almacenar el vino.
El lugar escogido fue un cerro que ellos llaman El Cotarro, una colina que dibuja el perfil del pueblo desde el que se otean los campos de cereal y las extensiones de viñedo.
Tras cada una de las entradas (que le da esa apariencia que reconocemos hoy como ‘aldea hobbit’), una galería inclinada que da paso a una estancia para la elaboración del vino (incluidos lagares para pisar la uva) y su almacenamiento, gracias a la temperatura, estable durante todo el año. Hacia el exterior, las características zarceras o pozos de ventilación.
Un auténtico complejo bodeguero cubierto de tierra y piedra y coronado por la iglesia de San Pedro que, con la caída en desuso y la disminución de su población desde los años 60 del siglo XX, estaba condenado a desaparecer.
50 bodegas rehabilitadas
Tras perder su función original, y aunque algunas se han usado como merenderos para reunir a familiares y amigos, muchas de las bodegas fueron abandonadas, lo que motivó al Ayuntamiento de Moradillo de Roa a poner en marcha en 2015 un proyecto de recuperación, concienciación y mantenimiento de El Cotarro.
En juego, el valor incalculable de un conjunto etnográfico único de 18.000 metros cuadrados en el que se protegen 157 bodegas subterráneas y 7 lagares cueva.
Para que no acabara perdiéndose, se decidió atraer la atención de los visitantes a través de la impresión de unos folletos acerca del patrimonio vitivinícola. Sin embargo, la implicación de los vecinos lo llevó más allá y, bajo el mantra de ‘Reconstruir para vivir’, comenzaron a rehabilitar bodegas hasta que, en 2019, el complejo se abrió al público.
Según consideraba el jurado del Premio Patrimonio Europeo a la Conservación de Europa Nostra “este proyecto es un excelente ejemplo de respuesta al declive rural, un problema presente en toda Europa”, y además valoraba “la importancia de la colaboración vecinal en la ejecución y puesta en valor de un proyecto enoturístico que se integra en su paisaje, historia y territorio”.
Vino El Cotarro y cerveza de vendimia
Para afrontar la financiación, el pueblo puso en marcha dos proyectos: el vino El Cotarro, que se elabora en un lagar tradicional de 1736, y la Cerveza de vendimia, que se elabora con cebada también burgalesa, de Fuentenebro.
Por su parte, las uvas tempranillo de las que nace el vino se cosechan en el Páramo de Corcos, en el mismo Moradillo de Roa. Además, la iniciativa ha contribuido a salvar de la desaparición una variedad autóctona como la albillo.
Productos que, con los embutidos típicos de la zona, un lechado asado o unas chuletillas, aseguran el éxito.
Enoturismo de raíz
A menos de dos horas de Madrid y a una hora de Burgos, Moradilla de Roa es perfecto para una escapada de un día que permite viajar atrás casi 300 años en el tiempo, pero también llegar hasta las entrañas de la tierra.
En este lugar donde se sienten las raíces del vino de la Ribera del Duero es posible conocer los métodos tradicionales de elaboración del vino, el recorrido de la uva desde la viña al pisado y prensado en el lagar tradicional del Tío Santos (1744), hasta su subida al Cotarro de bodegas y su guarda en la bodega subterránea El Bodegón (1861).