Los 10 pueblos más bonitos de la Costa Brava

Puentes medievales y buganvillas, acantilados y puertos de pescadores, calas escondidas y una gastronomía de escándalo. Podrían ser muchos más, pero estos son nuestros 10 pueblos favoritos de la Costa Brava

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Acantilados de vértigo que dejan ver calas escondidas, los famosos caminos de ronda, playas de arena dorada y puertos de pescadores con todo el sabor marinero del Mediterráneo podrían ser la postal más reconocible de la bellísima Costa Brava.

Inspiración de artistas y plató de cine, además de los pueblos costeros, tierra adentro existen otras hermosas localidades, villas medievales que sorprenden con puentes, torres y gruesos muros de piedra, o los que guardan el legado de artistas de la talla de Salvador Dalí.

Todos ellos merecen una visita reposada y disfrutona en la que abandonarse a placeres que van de la gastronomía y la historia a un increíble atardecer desde el faro más alto del litoral. Aunque hay muchos más, esta es nuestra selección de los pueblos más bonitos de la Costa Brava.

Cadaqués

¿Cómo no iba a enamorarse Salvador Dalí del paisaje de Cadaqués? El pueblo más oriental de la península, asentado sobre el mismo Cabo de Creus ha seducido a lo largo de su historia a todo tipo de genios creativos, de Pablo Picasso a Paul Eluard, Federico García Lorca, Luís Buñuel, Marcel Duchamp, Max Ernst y René Magritte con sus playas y calas, sus barquitas de pescadores, sus casas blancas y cuestas empinadas y, sobre todo, esa fuerza que parece emerger de un paisaje agreste y aislado, en comunión con el viento y el mar.

Cadaqués. Foto: Arxiu Imatges PTCBG.

Sobre todas, sobresale la figura de Dalí, quien vivió de forma regular en Portlligat, una cala de pescadores a dos kilómetros del pueblo donde construyó una casa que, conforme pasaban los años, crecía como un coral y que actualmente, convertida en casa museo, se puede visitar (es uno de los tres museos que conforman, junto al de Figueres y el Castillo de Púbol, el Triángulo Daliniano).

Con la mayor cantidad de km costeros de toda la comarca del Alt Empordà, resulta imposible decantarse solo por una de sus más de 30 playas y calas aunque, puestos a elegir, cala Guillola, cala Culip, cala Jugadora, cala Bona, Sa Sabolla y cala Fredosa estarían en nuestra quiniela.

Monells

En un rincón del Baix Empordà, Monells destaca por su precioso legado medieval que vale la pena descubrir. De pequeño tamaño (apenas cuenta con 200 vecinos) pero ingente belleza, el pueblo fue escogido como escenario de la película Ocho apellidos catalanes, lo que catapultó su fama.

Rodeado por el Paraje Natural de les Gavarres, simplemente aparca el coche y deja que tus pasos te lleven hasta la plaza porticada de Jaume I.

Construcciones medievales y tradicionales casas de piedra se suceden en esta villa cuyo origen se remonta al siglo XII y al castillo de los Vizcones de Bas, aunque hoy apenas se conserva algún lienzo de su muralla.

Monells. Foto: Jordi Renart | Arxiu Imatges PTCBG.

Sí hay, en cambio, numerosos arcos en sus preciosas calles empedradas y salpicadas de macetas que ponen la nota de color.

Todas las calles confluyen en la plaza, también porticada, donde antaño se celebraba un importante mercado y que hoy sigue siendo el punto neurálgico de la localidad, aunque ahora ocupado por tiendas, bares y restaurantes.

Al otro lado de la Riera del Rissec, que divide el pueblo en dos, hay que pasear por el barrio del Castell donde se alzan el Ayuntamiento y la Iglesia de Sant Genís.

Peratallada

Otro imponente conjunto medieval lo encontramos en la localidad de Peratallada, en el Baix Empordà.

En perfecta armonía, su arquitectura invita a pasear por sus estrechas calles y cruzar bajo los numerosos arcos que nos saludan a nuestro paso.

Peratallada. Foto: Jordi Gallego i Caldas | Arxiu Imatges PTCBG.

En el paseo, merece la pena parar ante la iglesia de San Esteban, el castillo-palacio o la Plaza de Les Voltes, todos ellos referentes históricos y arquitectónicos.

Además, la villa destaca por su oferta artesanal y gastronómica y entre los callejones del centro despuntan sugerentes restaurantes donde abandonarse a los tesoros gastronómicos locales.

Besalú

El puente viejo de Besalú, con siete arcos y una torre, pone la alfombra roja para acceder a esta localidad, uno de los conjuntos medievales más importantes y mejor conservados de Cataluña.

Ubicado en el corazón de la provincia de Girona, en la comarca de la Garrotxa, el puente, de estilo románico, atraviesa el río Fluviá hasta llegar a una torre de defensa que tiene una puerta de hierro levadiza.

Besalú y su puente medieval. Foto Turismo de Cataluña

En su larga historia el puente (protagonista de premiadas novelas) fue arrasado por inundaciones, volado en batallas y vuelto a reconstruir una y otra vez; la última después de la Guerra Civil.

Las callejuelas zigzagueantes de Besalú, por las que parece vayamos a retroceder en el tiempo, conducen a una bonita Plaza Mayor, ideal para tomar un aperitivo contemplando las casas medievales.

Además, hay que visitar el muy bien conservado barrio judío, así como la iglesia del monasterio de San Pedro de Besalú y San Julián, el antiguo hospital de peregrinos, la casa Cornellá, la iglesia de San Vicente y la sala gótica del Palacio de la Curia Real.

Un sitio curioso es el Museo de Miniaturas y Microminiaturas, donde se pueden ver objetos extraños como una Torre Eiffel construida sobre una semilla de amapola.

Tossa de Mar

Reconocido este 2023 por la plataforma Best Places to Travel como uno de los 20 mejores destinos europeos para conocer este año, Tossa de Mar, en la comarca de La Selva, dibuja su reconocible silueta entre los azules del cielo y el mar Mediterráneo.

Joya de la Costa Brava, la localidad recibe con sus playas de arena fina y dorada y sus calas enmarcadas por pinos y acantilados, además de murallas que casi tocan el agua, un castillo con una grandiosa torre del Homenaje y la espectacular Vila Vella, un recinto amurallado construido entre los siglos XII y XIV como defensa ante las incursiones de los piratas.

Tossa de Mar. Foto: Hecktic Travels | Archivo PTCBG.

El dulce aroma de la vegetación que rodea Tossa de Mar flota en este hermoso pueblo de pescadores con mucha historia e historias que contar. Por ejemplo, las de la Turissa romana, la Tursa medieval y la Tossa de Mar que en la actualidad invita a disfrutar de sus playas, su naturaleza, su cultura, su gastronomía y un sinfín de actividades.

Roses

En el Alt Empordà, Roses es otro de los municipios de tradición marinera agraciado con una hermosa bahía y playas que rivalizan en belleza: Cala Montjoi, con sus aguas cristalinas y rodeada de acantilados, playa de la Almadrava, de arena gruesa y muy popular entre los locales, o la más salvaje cala Jóncols, rodeada de naturaleza y perfecta para practicar snorkel.

Rodeada de un entorno espectacular, el Parque Natural de Cap de Creus, ofrece paisajes únicos en Europa con muchas rutas de senderismo y ciclismo.

Dentro del pueblo, hay que rastrear el legado histórico de su Ciudadela y, por supuesto, saborear un buen arroz o un excelente ‘suquet de peix’ hecho con pescado fresco acompañado con patatas, ajo, tomate, pimiento y otras especias, si puede ser acompañado de vino local de la D.O. Empordà, alguna de sus garnachas en sus variedades blanca, roja y negra.

Cala Montjoi en Roses. Foto: Francesc Tur | Arxiu Imatges PTCBG.

Tradiciones como el Carnaval, las cantadas de habaneras o los encuentros de sardanistas son buenas oportunidades para adentrarse en la cultura y el sentir de Roses.

Pals

Entre la montaña y el mar, otra parada imprescindible de esta ruta de pueblos bonitos por la Costa Brava es Pals.

Pueblo medieval aupado sobre un promontorio desde el que se domina una amplia llanura y el azul del cercano Mediterráneo, el paseo por sus calles empedradas llega a parecer irreal, como de película histórica, por lo perfectamente bien conservado del conjunto.

Lo mejor es tomarse con calma el paseo por la villa amurallada y protegida por la Torre de les Hores, sobre todo por las pronunciadas cuestas, y paladear cada uno de sus rincones, muchos de ellos decorados con flores que rompen con su colorido la tonalidad de la piedra.

Pals. Foto: Arxiu Imatges PTCBG.

Monumentalidad aparte, Pals es muy conocido por la calidad de sus arroces, con arrozales que riega el río Daro muy cerca del pueblo o bien en las marismas que hay poco antes de su desembocadura en el mar.

Una playa kilométrica que invita a nadar con las islas Medes como compañeras se cuenta también entre los muchos atractivos de esta localidad del Baix Empordà.

Palafrugell

En el Baix Empordà, con playas como las de Tamariu, Llafranc y Calella, de aguas transparentes y protegidas por acantilados, Palafrugell es lo que nos viene a la mente cuando pensamos en la Costa Brava.

Los baños en estas maravillosas playas de postal pueden combinarse con paseos por el camino de ronda que une Calella y Llafranc con parada obligatoria en el faro de San Sebastián.

Calella de Palafrugrell. Foto: Anna Pla-Narbona | Arxiu Imatges PTCBG.

Ya en el pueblo, a unos tres km de la costa, puedes descubrir sus atractivos siguiendo los pasos del escritor Josep Pla, cuyo legado se puede descubrir en su casa natal, donde es posible visitar la biblioteca y el fondo documental, pero también en lugares como el restaurante Pa i Raïm, que ofrece una gastronomía exquisita ligada a Pla, o en la masía, camino de Llofriu, donde vivió sus últimos días.

Un interesante Museo del Corcho, el depósito de agua modernista de Can Mario (una suerte de pequeña Torre Eiffel de 35 metros de altura) o la Fundación de Arte Contemporáneo Vila Casas son otros de los atractivos a visitar en Palafrugell.

Begur

En el Baix Empordà, esperamos que aún te quede capacidad de sorpresa para adentrarte en uno de los destinos más emocionantes e inolvidables de la Costa Brava: Begur

El paisaje tiene mucho que ver con esto, ya que alberga algunos de los rincones más espectaculares de Cataluña, con playas y calas resguardadas y medio escondidas por la vegetación que te harán sentir en el paraíso.

Camí de ronda Begur -Tamariu. Foto: Sherry Ott | Arxiu Imatges PTCBG.

Su núcleo histórico –coronado por el castillo medieval– o el pequeño pueblo románico de Esclanyà hablan de la historia de la población, mientras que su entorno es inmejorable para practicar el senderismo por los caminos de ronda o disfrutar de los deportes náuticos.

Figueres

Nos despedimos como empezamos, de la mano del arte y, en particular, de la figura de Salvador Dalí.

Capital del Alt Empordà, Figueres es conocida en todo el mundo por un museo que ejemplifica como pocos la gran genialidad del artista: el Teatro-Museo Dalí.

Museo Dalí en Figueres. Foto: Arxiu Imatges PTCBG.

Un lugar para el que las palabras parecen quedarse cortas y que hay que conocer y vivir para adentrase en la desbordante creatividad de Dalí.

Pero hay más Dalí en Figueres: desde su casa natal, en el número 6 de la calle Monturiol, al Museo del Juguete de Catalunya, donde se guarda, entre otros, Don Osito Marquina, un peluche del artista, al Hotel Durán, en el que se alojaba cada vez que volvía a su ciudad natal y al que traía a amigos artistas y otras celebridades de la época (especialmente su bodega, conocida como el celler Ca La Teta, que sigue abierta).

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