El reparto de agua de Sánchez premia a la Murcia y Andalucía del PP y penaliza a la Valencia del PSOE
La política de agua de Pedro Sánchez, en el caso de que se ejecutara en su totalidad, acabaría beneficiando a las regiones de Murcia y Andalucía (gobrernandas por el PP) y perjudicando a la Comunidad Valenciana (gobernanda por el PSOE). El recorte del trasvase de agua de la cuenca del Tajo a la del Segura supone reducir los recuros hídricos que reciben las tres comunidades autónomas por esta vía mientras el agua desalada es, a priori, un sustitutivo a este recurso. El balance es que los planes previstos incrementan generosamente la capacidad de riego de Murcia y Almería mientras reducen la de Alicante.
La fuentes del sector agrario consultadas por ECONOMÍA DIGITAL concretan los siguientes datos. En los últimos 40 años, la media de hectómetros cúbicos que han tenido para riego por parte del trasvase Tajo-Segura la provincia de Murcia se ha situado en 221,65, mientras que Alicante ha tenido 106,56 hectómetros y Almería, 12,78. El memorandum del trasvase supuso un recorte de 104,98 hectómetros, que supusieron mermas a razón de 68,24 en Murcia, 32,80 en Alicante y 3,94 en Almería.
El plan del Tajo recientemente aprobado supondrá otro nuevo recorte de 105 hectómetros cúbicos, de manera que el recorte atribuible a Pedro Sánchez es de 68,25 hectómetros para el campo murciano, 32,81 menos para el alicantino y 3,94 para el almeriense.
A partir de ahí, hay planes de desalación en cada una de las tres comunidades autónomas. Los proyectos de Almería son para Almería, los de Murcia, para Murcia y los de Torrevieja, para Almería, Murcia y Alicante. «Lo primero que nos llama a atención es que el agua desalada de Torrevieja se va a aplicar mayoritariamente en Murcia, casi el 80% de la producción, quedando tan solo el 13,25% en Alicante, y máxime cuando en Murcia ya disponen de una producción de mas de 100 hectómetros cúbicos de agua desalada de uso en exclusivo para dicha región», apuntan las fuentes consultadas.
El incremento de agua disponible al que se refiere es a los 80 hectómetros cúbicos que se espera que desale adicionalmente la instalación de Torrevieja. Al margen de las diferencias entre el agua desalada y trasvasada por la concentración de boro, si está desaladora en suelo de la Comunidad Valenciana repartiera el agua en la misma proporción que se hace con el agua del trasvase, los 80 hectómetros de agua desalada cubrirían prácticamente a los 105 de agua desalada perdida.
Pero esto no va a ser así. Alicante percibe del trasvase el 31,25% del agua que llega mientras sólo se va a quedar el 13,25% del agua que ella misma desala. El daño medioambiental de la desalación se queda íntegramente en la provincia de Alicante. Mientras tanto, Murcia que perdía 68,25 hectómetros por el recorte del trasvase, recupera 63,66 vía la desaladora de Torrevieja.
Sólo con esta aportación alicantina, Murcia ya prácticamente vuelve a su punto de partida tras el último recorte del trasvase. Además, los cálculos del sector arrojan un incremento de la producción de agua desalada en la región de Murcia de otros 100 hectómetros adicionales de agua.
En menor escala, pero la situación se repite en Almería. El recorte del trasvase les quita 3,94 hectómetros mientras la desaladora de Torrevieja en Alicante les promete otros 6,07. Con esto, los andaluces ya salen ganando pero, además, esperan generar y utilizar otros 20 hectómetros de agua desalada nueva producida en Almería.
Dicho de otro modo, en el caso de que todas las promesas de incrementos de producción de agua vía desaladora se cumplieran y llegaran efectivamente a los campos, tanto Murcia como Almería tendrían un nivel superior de agua disponible que antes de empezar con los recortes del trasvase.
Otra cuestión sería el precio, que es una de las grandes incertidumbres que arroja el agua desalada. Al margen de las subvenciones que se puedan anunciar o aplicar en los próximos años, esta adultaración del coste del riesgo no estará nunca consolidada al poder aplicarse su reversión. Tensiones geopolíticas como la guerra de Ucrania, y su efecto en el mercado de la energía hace que la desalación garantice el posible suministro de agua pero no que su precio sea adecuado para la explotación agrícola.
Por este motivo, la reivindicación del agua trasvasada sigue vigente en la cuenca mediterránea que se ha regado con agua del Tajo, un recurso que ha sido ajustado en precio y que cuenta con una notable calidad. En la guerra del agua que se ha planteado, el principal vencedor ha sido el socialista Emiliano García-Page, en la medida que ha conseguido reducir el trasvase que desde su territorio se hacía.
Sin embargo, con una visión más global, la política del socialista Pedro Sánchez para beneficiar al también socialista García-Page ha pasado por aumentar los recursos hídricos que tendrán los agricultores de la Murcia gobernada por el popular Lopez Miras y la Andalucía de Juanma Moreno mientras la Comunidad Valenciana de Ximo Puig incrementa notablemente su salmuera, pero no su agua.