Un peligroso precedente
Recientemente hemos conocido la noticia de que Marruecos tiene la intención de subvencionar la producción de tomates, cebollas y patatas, con cantidades que varían entre los 360 y los 6.300 euros por hectárea, en función del cultivo y de sus condiciones particulares. Asimismo, pretende ofrecer subvenciones a los fertilizantes fosfatados y nitrogenados, en este último caso con una inversión de aproximadamente 200 millones de euros.
Por poner un poco de contexto a esta noticia, Marruecos ya es el tercer exportador mundial de tomate, con un crecimiento acelerado de su producción y un volumen de exportaciones que aumentó en 2022 un 7% respecto a la campaña anterior. Con carácter general, sus exportaciones de frutas y hortalizas frescas superaron los 2,3 millones de toneladas en 2022, un 10% más que el año anterior.
¿Cuáles son las razones de estas medidas? Tal y como afirmó el ministro de Agricultura y Pesca del reino alauí, Mohamed Seddiki, en una comparecencia ante la Cámara de Representantes, la pertinaz sequía y la consecuente escasez de recursos hídricos, así como el aumento de precio de materias primas e insumos y las consecuencias del terremoto registrado en diferentes provincias montañosas del Atlas justifican la decisión adoptada por el Gobierno, que puede sentar un peligroso precedente.
¿Por qué resulta especialmente preocupante esta noticia? Vayamos al detalle: Marruecos ha anunciado públicamente que va a subvencionar la cadena de producción, es decir, que va a rebajar a través de estas ayudas los costes de producción de campañas futuras, escudándose en la situación actual de sus agricultores como consecuencia de situaciones acaecidas en buena medida en el pasado.
Marruecos ya es el tercer exportador mundial de tomate
Esto supone un incremento de la competitividad de los productos agrícolas marroquíes en los mercados, toda vez que a las ayudas recibidas se tiene que sumar el conocido como dumping social, es decir, los menores costes de producción derivados de cuestiones como su normativa laboral.
En más de una ocasión hemos visto ayudas a los productores por las pérdidas derivadas de circunstancias excepcionales, bien sean meteorológicas o a consecuencia de fenómenos al margen de la propia actividad agraria, como la guerra en Ucrania o la pandemia de la COVID-19. También son habituales ayudas a la mejora de la producción primaria.
Las más recientes, las que la Comisión ha aprobado a Italia, por valor de 450 millones de euros, destinadas a préstamos subvencionados para la construcción o adquisición de bienes inmuebles, la compra de maquinaria y equipo o la inversión en compra, desarrollo y uso de soluciones informáticas.
Sin embargo, estas ayudas no están destinadas a financiar directamente la cadena de producción, sino las inversiones en mejora de la producción o las pérdidas de campañas pasadas por circunstancias excepcionales, y aquí es donde radica la diferencia con el plan marroquí anunciado por su ministro de Agricultura.
¿Qué es lo que supone esto? En primer lugar, un impulso a la producción, al abrigo de las ayudas concedidas, que reducen el riesgo y el impacto económico al que deben hacer frente los productores. Adicionalmente, también ventajas competitivas en los mercados, incluyendo el comunitario, donde los productos procedentes de Marruecos tienen cada vez más presencia y cuota de penetración.
¿Qué podemos esperar de esta medida? Tal y como decía anteriormente, la noticia sienta un peligroso precedente. En caso de ofrecer los resultados esperados, nada hace pensar que el Gobierno marroquí no pueda plantear en el futuro una medida similar destinada a los productores de otros cultivos, como cítricos, olivar… lo que facilitaría un incremento de sus exportaciones y supondría una clara desestabilización de los mercados.
Marruecos ha anunciado públicamente que va a subvencionar la cadena de producción
¿Habría motivos para denunciar esta medida ante la OMC? Por supuesto, en tanto que altera artificialmente la competitividad de los productos marroquís en los mercados e impacta negativamente en los productores comunitarios. ¿Se denunciará por parte de Bruselas?
Parece más complicado, sinceramente, atendiendo al papel de Marruecos como socio estratégico de la Unión Europea y a la relevancia de los acuerdos existentes con el reino alauí en materias como el control de la inmigración, las políticas antiterroristas…
Los precedentes no invitan a pensar que los responsables comunitarios vayan a salir en tromba a elevar una queja ante una decisión que puede ser especialmente perjudicial, a corto plazo y con la vista puesta en el futuro, para nuestros agricultores.
Más allá de la indignación que pueda causarnos esta medida y su impacto potencial, lo único que nos queda es seguir trabajando como hasta la fecha, reforzando la posición de nuestros productos agroalimentarios en los mercados, gracias a atributos como calidad, gama, servicio y renta de situación.
Son aspectos en los que otros países no pueden ni deben competir con nosotros, que marcan la excelencia de la agricultura española y que nos han hecho líderes y referentes en todo el mundo.