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Tu salud también se juega en las urnas 

Con motivo del Día Mundial del Superviviente de Cáncer, que se celebró el pasado día 4 y tras la semana europea de lucha contra el cáncer, leía un informe de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR) y un discurso de su presidente que me ha hecho reflexionar más allá de “o Sánchez o España”,  el “¡No pasarán!” y de otros mensajes igualmente vacíos y adocenados con los que los partidos nos van a inundar hasta el 23 de julio. 

Miren, el cáncer sigue siendo una enfermedad grave, pero en un porcentaje alto se cura y cada año sobreviven 100.000 personas. Y para lograrlo, la radioterapia es un pilar fundamental en esta lucha: el 40% de los pacientes reciben radioterapia y la mitad de las personas que se curan han recibido este tratamiento, como única terapia o en combinación con otras. 

Y dirán ustedes, ¿qué tiene que ver esto con la política?. Pues mucho, y con la economía y con otros muchos aspectos de la sociedad en los que la oncología radioterápica es un ejemplo de lo que puede pasar si no se planifica y se prevén las necesidades que deben acompañar a la inversión. 

La radioterapia en España estaba totalmente obsoleta hace tan sólo 6 años, por ausencia de inversión y de renovación de sus aparatos. Ahora estamos a punto de estar a la vanguardia de Europa gracias a la donación de la Fundación Amancio Ortega (600 millones) y los procedentes de Europa a través del plan INVEAT (680 millones), 1.280 millones de euros conjuntamente en la sanidad pública en nuevos aparatos de radioterapia y protonterapia. 

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. EFE/Juan Carlos Cárdenas

Bien, ya tenemos la inversión para superar el problema de tener un sistema obsoleto, pero ahora nos enfrentamos a otros problemas: 

El primero es de recursos humanos. La Administración, y en concreto las comunidades autónomas, que son las competentes, no han previsto buscar y formar a los profesionales que tienen que manejar esos aparatos.

Ejemplo de esa falta de previsión: el Hospital de La Paz de Madrid, donde el acelerador lineal con resonancia magnética donado por la Fundación Amancio Ortega, el único en España, está infrautilizado por falta de suficiente personal especializado. Lo mismo puede ocurrir en otros hospitales cuando se vayan a poner en marcha esos nuevos aparatos. 

El segundo es la inversión en investigación. Tener esta tecnología nos da la oportunidad de estar a la vanguardia en el tratamiento pero también en la investigación, pero una vez más podemos fracasar si no se prevé, planifica y se invierte.

En España los ensayos clínicos en este campo son sólo un 5% del total, la mitad que la media europea. Por lo tanto, es necesario doblar la inversión en investigación con esta técnica. Y no lo dice sólo SEOR, que por sí ya es una voz suficientemente autorizada, sino que también lo dice la prestigiosa revista médica ‘The Lancet’. 

Las administraciones central y autonómicas tienen que crear planes de renovación tecnológica a largo plazo que nos permita anticiparnos al futuro

Y el tercer peligro es que esta inversión sea pan para hoy y hambre para mañana, porque hay que prever que lo que hoy es lo más vanguardista en pocos años puede estar obsoleto. Por tanto, las administraciones central y autonómicas tienen que crear planes de renovación tecnológica a largo plazo que nos permita anticiparnos al futuro. 

Y no hacer los deberes en estas cuestiones, además de suponer un desperdicio de cientos de miles de millones invertidos, implica pacientes que no pueden acceder a los mejores tratamientos posibles, personas que no pueden mejorar sus expectativas de vida, ciudadanos que no pueden tener la mejor calidad de vida posible mientras reciben terapia. En definitiva, se traduce en personas que sufren. 

Salvando las distancias, esta reflexión es igualmente aplicable a otros muchos sectores, desde las energías renovables hasta el coche eléctrico, pasando por la economía social y de los cuidados, donde está previsto invertir decenas de miles de millones gracias a los fondos Next Generation, los PERTEs y otros recursos dirigidos a la recuperación y superar los efectos del COVID en nuestra economía. 

Si los gobiernos que salgan de las urnas próximamente, tanto del Estado como de las autonomías -no olvidemos que muchas de las competencias residen en las autonomías-, no prevén que hay formar y dotar de recursos humanos y económicos y planificar, estaremos abocados al fracaso a pesar de contar con los mayores fondos para invertir de nuestra historia. Y eso lo pagarán los ciudadanos y las ciudadanas. 

Ya saben, el día 23, voten, de su papeleta no solo va a depender el color de los gobiernos, sino el modelo de país que vamos a tener los próximos años.