Suma(r) cero
Los norteamericanos, verdaderos expertos mundiales en poner nombre a las pasiones del alma, lo llaman “wishful thinking” y consiste en sacar conclusiones (y los casos más graves, tomar decisiones) basándonos en lo que nos gustaría en lugar de tomarnos la enojosa molestia de comprobar datos y evidencias.
Se lo comento porque estamos teniendo la inmensa suerte de disfrutar de la última explosión de esta forma perversa del pensamiento mágico en nuestro país, concretamente en multitud de artículos y tertulias radiofónicas y televisivas, al hilo del supuesto impacto electoral del nacimiento de SUMAR, la plataforma política impulsada por la vicepresidenta del gobierno Yolanda Díaz.
Un invento que de momento solo existe dentro de la burbuja de los opinadores más cercanos al actual gobierno y que a tenor de las sorprendentes estimaciones de algunos de ellos alcanzaría la prodigiosa cifra de cincuenta (50) diputados en las próximas elecciones generales, garantizando de paso una sencilla reedición del gobierno de Pedro Sánchez ya que, siguiendo la graciosa iluminación de estos mismos expertos, el PSOE volvería a alcanzar un resultado cercano al 30% de los votos, es decir, que no solo no bajaría un solo voto respecto a las anteriores elecciones, sino que incluso lograría un inopinado 2% extra.
No creo que merezca siquiera la pena desmontar este cuento de la lechera demoscópico, preguntando a tan insignes analistas de dónde obtienen los datos que permiten sostener tan sorprendente afirmación, pero en pro del servicio público que siempre ha caracterizado esta columna sí considero que conviene bajar un poco la pelota al césped, y nada mejor para ello que compartir los datos de los que ya disponemos.
SUMAR
Unos datos que, tomando la media de las encuestas publicadas hasta ayer (incluido el CIS) nos decían que solo en torno a un 3%-3,5% de los españoles mostraban intención de votar a un partido como Sumar, encabezado por Yolanda Díaz, una cifra que trasladada a votos significaría entre 750.000 y 800.000 votantes, lo que atendiendo nuestro sistema electoral obtendría entre 3 y 4 diputados en unas elecciones generales.
Por supuesto dirán ustedes -y con mucha razón- que estas encuestas aún no recogen el a todas luces ingente efecto mediático logrado por SUMAR tras su presentación brillantemente recogido una y otra vez y desde todos los ángulos posibles y alguno más por la prensa más beligerantemente adicta al movimiento. Pero ahí es donde aparece la cruel matemática electoral a echar un jarro de agua.
Y esta nos dice con claridad una vez despejada la duda de que los votantes de Vox o del Partido Popular vean súbitamente la luz, abjuren de sus pasados pecados y decida hacer proselitismo yolándico, cosa que hemos de asumir que es poco probable, los votantes de este nuevo movimiento han de proceder necesariamente de tres fuentes principales: O bien de Podemos o bien del PSOE o bien… de la abstención.
Los dos primeros orígenes posibles del voto yolandero plantean problemas evidentes, ya que en el mejor de los casos situaría a toda la izquierda española en un escenario de suma cero o de suma negativa, ya que el invento corre el riesgo de que los votos birlados a Podemos o a los socialistas no consigan llegar a los límites necesarios para obtener diputados en las provincias con menos de 6 de ellos en juego (que son por cierto la mayoría), mientras que el tercero, el de volver a movilizar a los votantes izquierdistas melancólicos, plantea serias dudas dada la previsible pelea mediática a muerte entre las huestes de Pablo Iglesias y las de la nívea Yolanda, un escenario gore poco propicio para movilizar a nadie.
Lo cual nos deja una sola opción viable para el éxito de la operación, que sería algo parecido a que Podemos y SUMAR llegasen a un acuerdo inmediato de rendición de los primeros escenificado en un acto público masivo pleno de demostraciones inflamadas de amor fraterno (besos entre Pablo y Yolanda incluidos) y que dicho acuerdo se trasladase de forma automática y sin resistencia alguna a autonomías y municipios permitiéndoles presentar listas conjuntas a todos los niveles tanto en las elecciones de mayo como en las de diciembre. Algo con lo que no sé si Pablo Iglesias estaría muy de acuerdo.
Pero, bueno, si Moisés consiguió abrir las aguas del mar rojo para que el pueblo prometido escapase del Faraón de Egipto no voy a ser yo quien les quite la ilusión con esto.