Una campaña al estilo Waco
Como creo que sabrán todos ustedes a no ser que vivan en una cueva, por fin se ha despejado la duda, el próximo día 23 de julio tendremos las primeras elecciones generales caniculares de toda nuestra historia democrática.
Y como creo que tratar de bucear en las razones por las que Pedro Sánchez ha tenido a bien liberarnos por un día de las los rigores de la sombrilla, la tumbona, la pelota de Nivea, y la cañita chiringuitera solo nos conduciría a la melancolía, voy a tratar de contarles en las próximas líneas qué tipo de campaña va a tratar de lanzar el partido de los cada vez más escasos fieles del actual inquilino de la Moncloa, esto es, con qué narrativa van a tratar de envolverles para obtener su confianza el 23 de julio.
Para empezar creo que no es necesario aclararles que los socialistas lo tienen francamente mal el 23 de julio para repetir gobierno. ¿Verdad?
Estilo Waco
De hecho y a pesar de que sus dirigentes y voceros hayan comenzado a comportarse como aquellos Davidianos que se inmolaron en Waco (Texas) gritando loas bastante vergonzantes a la supuesta brillantez táctica y a la providencialidad de su David Koresh particular por el simple hecho de haber adelantado unas elecciones (¡una jugada maestra!, dicen los más obsecuentes), el adelanto electoral era la única jugada posible para los socialistas si no querían llegar al mes de diciembre totalmente desarbolado y sin posibilidad alguna no solo de ganar las elecciones, sino siquiera de alcanzar un número de diputados mínimamente acorde con la dignidad de sus siglas.
Y esa es precisamente la primera nota que va a marcar estas elecciones; mientras el PP de Alberto Núñez Feijóo juega para ganar las elecciones y gobernar con los menores peajes posibles, Pedro Sánchez no lucha por ganar, sino por perder por el menor número posible de diputados y por poder lograr otro acuerdo de investidura con el nacionalpopulismo de extrema izquierda y todos los regionalismos, nacionalismos e independentismos que le permitan seguir cuatro años más en la Moncloa.
Así las cosas, al PSOE solo le queda una estrategia posible, presentarse ante la ciudadanía como el único campeón que puede salvar a la España progresista de un gobierno infernal, para lo que los equipos de campaña socialistas van a tratar de que toda la campaña se reduzca a que los españoles tengan que definirse ante una dicotomía muy simple: O Sánchez o el fascismo, achicando espacios a la candidatura de Yolanda Díaz y engorilando a sus hastiados votantes con la esperanza de que acudan a las urnas.
Una estrategia que para funcionar debe sustentarse en una campaña dura, sin concesiones, plena de hipérboles y dramatismo, una campaña de puro ataque a su principal rival político, a quien deben convertir en menos de dos meses en un sosias de Darth Vader, una labor para la que no van a escatimar esfuerzos.
Una campaña que aquí entre nosotros, a pesar de ser la única que pueden acometer los socialistas, tiene entre muy pocas y ninguna posibilidad de conseguir ni uno solo de sus objetivos. Una campaña milenarista y davidiana al estilo Waco.