La confrontación tranquila de Junts
Las críticas vertidas contra Junts desde una parte del independentismo, por permitir que, gracias a sus votos, el PSOE lograra que la socialista Francina Armengol asuma la presidencia del parlamento español y el control de la mesa del parlamento, no corresponden al momento político que se está viviendo en Cataluña, España y Europa. Estas críticas hubieran tenido sentido político tras el referéndum ilegal del 1 de octubre del 2017, pero ahora resultan retóricas y huecas.
Junts per Cataluña es sabedora que solo puede lograr la independencia si el independentismo político es capaz de mostrarse y ser conducido como un movimiento fiable y previsible en España y en la Unión Europea. Con el acuerdo alcanzado con el PSOE para que éste logre controlar la mesa del Parlamento, consiguen hacer un primer paso para que la próxima legislatura en España se centre en resolver la cuestión territorial de Cataluña y Euskadi. Si en la pasada legislatura el protagonismo se lo llevó la agenda social que propugnaba Unidas Podemos, ahora serán Bildu, PNV, ERC y Junts los que impulsarán la agenda territorial como el gran asunto a abordar la próxima legislatura.
Lo que Junts ha conseguido es reivindicar su “derecho de resistencia” para no caer en la irrelevancia política
El momento político que se vive en Cataluña está marcado por la centralidad política y la capacidad que tiene el PSC de generar pactos e iniciativas políticas, convirtiéndose en el principal actor político a batir para que no logre ganar la presidencia a la Generalitat de Catalunya. Esta realidad política obliga al independentismo a tomar más protagonismo en Madrid para equilibrar las fuerzas y así tener opciones de reeditar un gobierno independentista en las próximas elecciones catalanas.
Fortalecer el bipartidismo
El momento político que se vive en España se centra en conseguir fortalecer el bipartidismo para que los dos principales partidos no dependan de partidos como Vox, Sumar y el bloque nacionalista e independentista. La única forma que tienen Junts y ERC de evitar que se instale en España un nuevo ciclo bipartidista tras unas nuevas elecciones generales es lograr que el PSOE gobierne con su apoyo y desgaste. En la Unión Europea, en los próximos años, es probable que veamos un gobierno europeo nacionalpopulista que obligará al independentismo a preparar el camino para no quedar aislado, tomando como partido protector al PSOE en las instituciones europeas.
Los tres escenarios obligan a Junts a pasar de la confrontación directa con el Estado a la confrontación tranquila para determinar su agenda y lograr convocar un referéndum legal de autodeterminación la próxima legislatura. Lo que Junts ha conseguido es reivindicar su “derecho de resistencia”, que implica no caer en la irrelevancia política. Ha conseguido volver al terreno de la política, como espacio amoral donde lo importante son los logros conseguidos y no como lugar donde se dirime la proclamada moralidad independentista que impediría cualquier tipo de acuerdo con el Estado represor. El acuerdo con el PSOE evita que el partido quede atrapado en la imagen de un espacio político de prácticas populistas que ha renunciado a la Constitución y a la deliberación pública con sus contrincantes políticos.
En Cataluña, aquellos independentistas que consideran que la decisión tomada por Junts es un error y en España que piensan que pacto tras pacto con Junts se diluirán sus aspiraciones, al habilitar la posibilidad de que el PSOE vuelva a gobernar en España, deberían darse cuenta de que el independentismo político necesita hacer política en España para conseguir sus objetivos.