Halloween en Celsa: los fondos temen hallar la caja vacía y niegan un 3% a los Rubiralta

"¿Los Rubiralta debían 500 millones a Celsa y pidieron 500 millones a la Sepi?", se preguntan fuentes cercanas a los fondos.

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Noche de Halloween en Celsa, el mayor grupo industrial español. Los fondos de inversión que han tomado el control de la multinacional del acero con sede en Barcelona inician estos días el desembarco en la compañía, y temen encontrarse telarañas en la caja del grupo. Por esta razón, no habrá piedad con los Rubiralta, la familia que ha perdido la propiedad de Celsa.

Deutsche Bank y las otras firmas de inversión que se han hecho con Celsa, han rechazado la posibilidad, planteada, de que los Rubiralta se conviertan en accionistas del grupo manteniendo un 3% del capital, de acuerdo a fuentes conocedoras de la situación.

Las mismas fuentes explican que el Gobierno, con potestad para pronunciarse sobre la entrada en el capital de una empresa española por parte de un inversor extranjero, ha impuesto la condición de que Celsa incorpore a su accionariado un socio industrial español, con hasta el 20%. Pero los fondos, aseguran las fuentes consultadas, no están por la labor de que sean los Rubiralta los que desempeñen dicha función.

«La compañía tenía 860 millones de Ebitda el pasado año, pero la caja está tiesa… ¿dónde está el dinero?», se preguntan fuentes cercanas a los fondos.

La familia Rubiralta ha planteado la posibilidad de convertirse en el socio español que el Ejecutivo ha impuesto a los fondos para tomar el control de la compañía. Pero los fondos, aseguran las fuentes consultadas, les niegan mantener ni un 3%.

«Les han escupido a la cara, ahora es imposible que los Rubiralta aspiren a lograr un acuerdo con ellos», comentan. «Los Rubiralta han estado mal asesorados, se han negado a ver que la deuda que tenían con los fondos tenían que afrontarla de alguna manera», indican. «Por parte de los acreedores no hay posibilidad alguna de que los Rubiralta puedan quedarse en el accionariado, después de su comportamiento en los juzgados», añaden.

A principios del pasado mes de septiembre, el Juzgado Mercantil número dos de Barcelona dio la razón a los fondos en su enfrentamiento con los Rubiralta por el control de Celsa, desalojando a la familia catalana del grupo industrial, que ha estado asesorada por Cortés Abogados.

Temor por la caja

«La compañía tenía 860 millones de Ebitda el pasado año, pero la caja está tiesa… ¿dónde está el dinero?», se preguntan las fuentes consultadas por este diario, cercanas a fondos de inversión.

Las firmas que se han hecho con el control de Celsa temen encontrarse «asuntos feos» una vez desembarquen en el grupo, aunque cuentan con el músculo financiero necesario para mantener la actividad.

Como publicó en exclusiva Economía Digital, los Rubiralta han declarado en concurso de acreedores sus sociedades patrimoniales, a través de las cuales mantenían sus participaciones en Celsa.

Las firmas de los Rubiralta «tenían 500 millones de euros, ¿por qué?», se preguntan ahora los fondos de inversión, de acuerdo a las fuentes consultadas. «¿Quiere esto decir que Celsa dio 500 millones a estas sociedades familiares?; ¿debían 500 millones a Celsa y pidieron a la Sepi una ayuda de 500 millones?», comentan.

Celsa, hoja de ruta

Durante este mes de noviembre, los fondos acreedores de Celsa irán tomando posiciones en el grupo industrial. Cuentan con seis meses para lograr que un inversor español adquiera hasta el 20% del capital -como ha impuesto el Gobierno- convirtiéndose en el primer accionista de la multinacional del acero.

Los fondos contarán ya previsiblemente este mes de noviembre con un consejo interino, presidido por Rafael Villaseca -exconsejero delegado de Gas Natural Fenosa-, y pretenden incorporar un nuevo consejero delegado en las próximas fechas.

Rafael Villaseca será nuevo presidente de Celsa. Foto EFE-Quique García

A partir de ahí, los nuevos propietarios del grupo tendrán que establecer un nuevo plan de negocio, más realista que las proyecciones que había diseñado anteriormente la familia Rubiralta.

A pesar de contar con el suficiente acceso a los mercados para financiar la actividad de Celsa, los fondos acreedores son conscientes de que no les será fácil lograr la entrada de ese socio industrial español.

Además de que la situación real del grupo puede ser mucho peor de lo que sostuvieron los Rubiralta durante el proceso judicial, la entrada de un nuevo socio podría acarrear problemas de competencia. Previsiblemente, los fondos activarán una ampliación de capital en Celsa para dar entrada al nuevo accionista.

Los fondos también tendrán que negociar, de forma paralela, con la banca española, para que renueven las líneas circulantes comprometidas, por más de 500 millones de euros.

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