Las centrales nucleares de Schrödinger: abiertas y cerradas ante el gran cambio energético

La central Nuclear de Ascó cerrará, bajo lo previsto, entre 2030 y 2032; sin embargo, trabajan como si eso no fuera a suceder

Central Nuclear Ascó

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La energía nuclear ha vuelto a saltar a la escena pública. Una situación curiosa, puesto que se trata de uno de los principales generadores de electricidad (20%) y, por tanto, no debería ser sorpresa. Pero se trata de una tecnología altamente politizada que, en los últimos años, ha servido para que izquierda y derecha se lancen a la cara sus argumentos sostenibles. En este escenario, la industria trabaja como si no hubiera final. Aunque en realidad, existe. 

En concreto, Gobierno y empresas propietarias de las centrales nucleares han pactado que en 2027 empezará el cierre de los reactores y que, para 2035, ya no habrá tecnología nuclear en España. Esta situación, además, podría verse refrendada en la próxima reformulación del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC). 

Todo esto, más la continua penetración de las renovables, conduce a un mismo lugar: el final de las nucleares en España. Sin embargo, no todo es tan sencillo como parece y, algo muy importante, nada está escrito en piedra. Y menos teniendo en cuenta la crisis energética que vive Europa, y de la que todavía no hay síntomas claros de recuperación. 

Ante este contexto, ECONOMÍA DIGITAL ha podido ver en primera persona como, efectivamente, las centrales nucleares siguen trabajando con la máxima exigencia sin pensar en el futuro. Ha sido en la central de Ascó (Tarragona), que cuenta con dos reactores que tienen programada su ‘muerte’ en 2030 y 2032.  

Estos dos reactores nucleares -más el de Vandellós- ubicados en la provincia de Tarragona, tienen una potencia conjunta de 3.144 MW, y entraron en operación entre 1984 y 1988. Actualmente, suministran más del 50% de la electricidad consumida en Cataluña. 

Según defienden portavoces de la central de Ascó, el cambio en el panorama energético provocado por la alta volatilidad de los precios del gas por el impacto en la guerra en Ucrania debe tener reflejo en la revisión del PNIEC en la que trabaja el Gobierno y que debe presentar a lo largo de este año

Este cambio de situación se explica porque en el anterior Plan de Energía se contemplaba que la paulatina retirada de la potencia nuclear entre 2027 y 2035 se fuera compensando con la producción de los ciclos combinados de gas, además de por el creciente despliegue de las renovables. 

Ante la incertidumbre actual en relación a los precios futuros del gas que podría conllevar un alto sobrecoste en el precio de la electricidad el sector nuclear espera que el Gobierno contemple ampliar los años de operación de este tipo de instalaciones. 

Todo seguirá igual, o no 

¿Qué pasará entonces con el futuro nuclear? Portavoces de Ascó aseguran que la intención es de seguir igual que siempre. Eso confronta con lo escrito sobre el papel. Pero la intención es la que es, y no es otra; salvo que sea la otra, y no sea lo que es. Un canto a Schrödinger. 

Ascó tiene previsto su parada cuando finalice esta década; sin embrago, desde la central trabajan como si esa fecha límite no existiera. Es decir, la asumen, entienden que los políticos serán los que decidan, pero su manera de funcionar no puede variar. Esto se refleja, sobre todo, en la relación con los proveedores, la contratación de personal y, en definitiva, el día a día de la central. 

De hecho, recientemente han desarrollado el CAGE. Otra gran inversión que han debido afrontar las plantas nucleares en los últimos años fue la derivada de las nuevas exigencias de seguridad surgidas tras el accidente de Fukushima que para ANAV supusieron una inversión de 100 millones de euros en la adaptación de las nucleares catalanas. 

Entre otras actuaciones, los operadores de las plantas tuvieron que construir estos Centros Alternativos de Gestión de Emergencias, que son auténticos búnkeres en los que puede refugiarse toda su plantilla de forma totalmente autosuficiente del exterior durante 72 horas si se produjera una gran catástrofe. 

Toda esta situación es la que deja una situación extraña dentro de la industria nuclear más allá de los protagonistas, que suelen ser las comercializados. Y es que, más allá de los dueños, Endesa, Iberdrola, Naturgy y EDP, las industrias auxiliares son vitales para el negocio. Así, aunque de momento se siga trabajando igual, en algún momento habrá que saber si el gato está muerto o vivo.

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