Santa Eulària des Riu: otra Ibiza es posible (te decimos cómo y dónde)
Hay vida más allá de los clubes, la fiesta y la moda adlib. Con 46 kilómetros de costa y una veintena de playas, restaurantes de calidad y hoteles con encanto, Santa Eulària des Riu descubre otra cara de Ibiza
Apenas separado por 20 minutos (algo más de 16 km) de la ciudad de Ibiza, de sus clubes y sus playas más conocidas, de los DJs en Bora Bora y Amnesia, se aparece otra Ibiza. Una que discurre entre pinares y pequeños pueblos, entre valles agrícolas y tradiciones payesas, entre calas salvajes y playas de aguas transparentes, entre hoteles con encanto y restaurantes que destilan sabor marinero. En 23 minutos desde el aeropuerto se llega a Santa Eulària des Riu.
300 días de sol y 46 km de playas lo hacen perfecto para cualquier época del año y no te vamos a engañar: el verano no es el momento para encontrar sus calas y playas completamente desiertas.
Pero ni siquiera en la temporada alta este municipio integrado por cinco parroquias -Santa Eulària, Sant Carles de Peralta, Santa Gertrudis de Fruitera, Jesús y Es Puig d’en Valls- se contagia del bullicio y la fiesta de otras zonas de la isla pitiusa, regalando así un verdadero refugio de desconexión.
Las mejores playas de Santa Eulària des Riu
De desconexión y playa, por supuesto. La localidad cuenta con una veintena de arenales y orillas para todo tipo de toallas, desde urbanas como las de Santa Eularia y Cala Llonga a hermosas calas salvajes como Cala Olivera, de apenas 30 metros de longitud y aguas muy transparentes que resaltan sobre el verde de la vegetación que la rodea, y Cala Mastella, así como sus fondos ideales para practicar snorkel.
Tampoco hay que perderse Cala Boix, a la que se llega tras bajar una escalera de unos 100 metros, de arena finísima y oscura, tanto en la playa como en el fondo, ni la playa de Aguas Blancas, mucho más amplia y donde disfrutar de los increíbles contrastes de azules, turquesas y verdes en sus aguas transparentes.
Entre las más bellas, no solo de Santa Eulària sino de toda Ibiza, está Es Figueral, que debe su nombre a las higueras que pueden verse en los alrededores. Con dos playas contiguas separadas por un pequeño espigón adherido a la costa por una lengua de arena, es una playa de ambiente familiar y ofrece una amplia oferta de deportes náuticos.
También la coqueta Cala Pada se presta a la práctica deportiva, especialmente al surf cuando sopla el viento (además de hamacas, sombrillas y chiringuitos cuenta con escuela de vela y windsurf y escuela de buceo).
La mayor marina de Ibiza
Si hablamos de actividades náuticas no se puede dejar de mencionar que Santa Eulària cuenta con la marina más grande de la isla de Ibiza, con capacidad para 760 embarcaciones.
Alrededor de ella, pero también de los núcleos turísticos de Cala Llonga, Es Canar, S’Argamassa, Cala Martina y Cala Llenya se ofrecen innumerables actividades (ya te avisamos de que te costará salir del agua), desde paseos en moto acuática, esquí náutico y esquí bus, hasta propuestas más tranquilas para los aficionados al parasailing, el paddle surf y el kayak.
Diferentes empresas especializadas en buceo proponen todo tipo de inmersiones a lo largo de la costa y el islote de Tagomago, aunque bastan unas gafas, un tubo y unas aletas para alucinar con los fondos marinos de los alrededores.
Fuera del agua, Santa Eulària es también un pueblo muy activo: más de 400 kilómetros de rutas de cicloturismo y de senderismo y un total de 14 rutas para descubrir el municipio a pie son algunas de sus ofertas, entre las que se cuentan La Gran Ruta o Ruta 14; la bella Ruta del Río y o el nuevo itinerario de Costa entre Santa Eulària y Es Canar.
Qué ver en Santa Eulària
Puesto a secar el bañador, toca recorrer el municipio y sus parroquias. Podemos partir del Puig de Missa, el conjunto arquitectónico considerado origen del pueblo, que concentra una iglesia, un cementerio y un pequeño núcleo de viviendas.
Ubicada en lo alto de una colina, a 52 metros sobre el nivel del mar, el perfil de la iglesia de Santa Eulària se ve ya al llegar por la carretera que viene de Ibiza. Aquí se ubicaban también los cañones que, siglos atrás, no deparaban una bienvenida tan calurosa a los piratas berberiscos como la que recibimos hoy los visitantes.
Ejemplo de iglesia fortificada, la iglesia del Puig de Missa fue levantada en el siglo XVI sobre las ruinas de un templo que colapsó -precisamente tras una de estas incursiones piratas-.
Además de pasar a admirar su retablo barroco que procede de la segoviana iglesia de San Millán y maravillarse con las sencillas pero geniales formas cúbicas de la construcción, lo más destacado son las panorámicas que la iglesia ofrece de la costa, con la desembocadura del río -por cierto, el único de Ibiza y uno de los dos de todas las Baleares- y las colinas circundantes.
Un municipio con mucho arte
Después hay que descender paseando por las coquetas calles y seguir descubriendo la historia y la cultura del municipio en sus museos: el Etnológico de las Pitiüses, que descubre los usos y costumbres ibicencos a lo largo de su historia o el Centro de Interpretación del Río Can Planetes, donde podrás ver uno de los antiguos molinos harineros que había en las proximidades del río.
Un retrato muy diferente de Ibiza lo encontramos en la Sala Barrau, con su exposición permanente dedicada al pintor impresionista Laureà Barrau i Buñol, que muestra escenas de la isla de la primera mitad del siglo XX.
Siguiendo con este recorrido de arte y la cultura, en Santa Eulària des Riu hay que dejarse caer por la galería P|Art Ibiza, con piezas de autores nacionales e internacionales como las de la escultora americana Carole Feuerman o el francés Léo Caillard.
Y es que la localidad guarda una estrecha relación con el arte, principalmente desde finales de la década de los 50, cuando la isla empezó a aparecer en las hojas de ruta de hippies, arquitectos y artistas.
Atraídos por su autenticidad, muchos de ellos pasaron largas temporadas, e incluso se instalaron de forma permanente, haciendo de la isla fuerte de inspiración e instalándose en fincas payesas. Algunos siguen teniendo sus talleres aquí, muchos de ellos abiertos al público (previa cita). Para saber cuáles son, la asociación de artistas visuales Art Club de Ibiza edita cada año La Ruta del Arte, que recoge esta información.
El mercadillo más famoso de Ibiza
A galerías, talleres y espacios de arte se suman eventos anuales como la Luna Llena de Arte, que organiza cada verano el pueblo de Santa Gertudis y que concentra, entre junio y septiembre, a pintores, escultores y fotógrafos que muestran y venden sus obras al público.
Y no sería Ibiza si no tuviera sus fantásticos mercadillos. A los cazadores de tesoros en forma de artesanía les gustará saber que uno de los más emblemáticos de la isla como Las Dalias se encuentra en Santa Eulària des Riu, concretamente en el pueblo de Sant Carles.
Además, el Hippy Market de Es Canar, junto al complejo turístico de Punta Arabí, alberga cada miércoles de abril a octubre medio millar de puestos de artesanía, moda, bisutería, complementos, cosmética natural, instrumentos musicales, trabajos en piel y objetos decorativos en un entorno que redondean las actuaciones en directo y los espacios gastronómicos.
Totalmente diferente pero también imprescindible es el mercado municipal, Es Mercat, donde comprar el pescado fresco más exquisito, pero que también cuenta con carnicerías, fruterías, charcuterías, tiendas gourmet y una panadería. O las fincas ecológicas que venden los productos que cosechan y elaboran, como Can Muson o Can Fluxá.
Destino gastro
Y si gustoso es comprar productos gastronómicos, no menos gustoso es degustarlos, por ejemplo en alguno de los 44 restaurantes y gastrobares que componen su guía ‘Restaurantes con Encanto’.
Entre los destacados, clásicos como el bar Costa en Santa Gertudris o Ca´s Pagès, no muy lejos de Las Dalias, perfecto para saborear guisos tradicionales y carnes a la brasa con vinos y postres ibicencos en una preciosa y exuberante terraza repleta de plantas. No dejes de pedir el flaò, el postre más característico y delicioso de la isla.
Los arroces y pescados del restaurante CBbC, en la Marina de Santa Eulària des Riu, o en el restaurante Estel, las propuestas de brasas casi a pie de playa en Cala Bonita y el punto más exótico de Maymanta, en el rooftop del hotel Aguas de Ibiza y con el chef Omar Malpartida al frente, que fusiona elaboraciones basadas en la cocina peruana como ceviches, tiraditos y anticuchos con productos internacionales como la vieira, el atún o el salmón son también aciertos seguros.