Ruta por los pueblos más bonitos de la Costa del Sol
Playas, espetos y atardeceres, pero también fachadas encaladas, coloridas macetas, fortalezas árabes, iglesias y plazas donde ver pasar la vida unen en los pueblos más bonitos de la Costa del Sol
Cuando algunos iban hacia el turismo como motor y dinamizador de territorios, la Costa del Sol ya estaba de vuelta. Pionero en atraer visitantes con su oferta de sol y playa durante buena parte del siglo XX, el turismo en la zona ha tenido varias vidas, incluida la de destino para la jet set internacional, incluidos príncipes y princesas, aristócratas, monarcas y estrellas de Hollywood, que orbitaban en torno a Marbella.
Después receptor de un turismo más masivo que abarrotaba, con británicos, alemanes, escandinavos y franceses, pero también muchos españoles, lugares como Torremolinos y Benalmádena, y ahora en una nueva fase en la que se apuesta por la innovación y la calidad, lo bueno es que la Costa del Sol nunca renunció a su carácter y su identidad.
Sus casitas blancas y sus fachadas plagadas de macetas se siguen viendo en los cascos históricos de sus pueblos, como también los espetos de sardina, los restos de fortalezas árabes, las iglesias y las plazas desde donde se observa la vida pasar. Y, todo ello, enmarcado por el Mediterráneo como telón de fondo.
De costa y de interior, entre hamacas y sombrillas, fuentes y calles empedradas, recorremos los pueblos más bonitos de la Costa del Sol.
Estepona
Puede que no te esperes encontrar en Estepona uno de los cascos antiguos más bellos de Andalucía, pero esta es solo una de las sorpresas que guarda esta localidad.
Pasear por el conocido como ‘Jardín de la Costa del Sol’ es hacerlo por un laberinto de callejuelas y pasajes de casas encaladas y techos de tejas, llenos de macetas con geranios, begonias, o buganvillas que rompen la uniformidad del blanco de las casas con sus vivos colores.
Según el ayuntamiento local son hasta 20.000 las macetas repartidas por alrededor de 130 calles que lucen también hermosas rejas, azulejos y rosetones, así como esculturas al aire libre y, aunque es difícil decantarse por alguna, entre las más bonitas están las calles San Cayetano, Pujerra, Aurora, Corta, de los Reyes, San Antonio, de las Flores, San José y Antero.
Entre las plazas más floridas, las de Antonio Gala, Begines, Juan Bazán y Manilva, mientras que los pasajes más coquetos son los de María Cintrano, con su arco de flores como bienvenida, Francisca Contreras, Felipe Campuzano, Antonio Ortega Vela y Alicia Padierna.
Siguiendo con las flores, el Orquidario de Estepona es un rincón de bosque subtropical donde se pueden ver más de 5.000 ejemplares de 1.300 especies de estas flores vistosas y de figuras extravagantes.
Más allá de estos despliegues de la naturaleza, Estepona ofrece interesantes muestras de arte, historia y patrimonio, como la iglesia de la Virgen de los Remedios del siglo XVIII; la Torre del Reloj levantada en el XV; y el Castillo de San Luis, erigido en el siglo XVI por orden de los Reyes Católicos y del que se pueden ver los restos de su fortaleza.
Y, más moderna, la Ruta de los Murales, con 60 coloridas creaciones en fachadas de edificios, viviendas y muros creadas desde el 2012 en las diferentes ediciones del Concurso Internacional de Murales Artísticos y que se concentran, sobre todo, en las avenidas Terraza y San Lorenzo, las calles San Juan Bosco, Tres Banderas y De la Mantilla, entre otras.
Rincón de la Victoria
En la Costa del Sol Oriental –de hecho, es puerta de entrada a la comarca de la Axarquía-, Rincón de la Victoria combina sus nueve kilómetros de playas, su animado paseo marítimo y su clima subtropical con un interesante patrimonio cultural.
Por eso, antes de hablar de su sensacional gastronomía o el relax frente al mar, hay que mencionar lugares como la Casa-Fuerte de Bezmiliana, un complejo levantado en 1766 para defender la zona de las incursiones piratas y hoy sala de exposiciones y las torres almenaras de El Cantal y Torre de Benagalbón, del siglo XIV.
Tampoco hay que perderse y la Cueva del Tesoro, cuyas galerías se formaron bajo el nivel del mar por la acción de las corrientes y el oleaje. Con columnas, gargantas, estalactitas y estalagmitas, esta impresionante gruta custodia también restos de pinturas rupestres y alguna que otra leyenda, como la que cuenta que aquí enterró su tesoro un jefe militar almorávide.
Mijas pueblo
Uno de los rincones con más encanto de la Costa del Sol lo encontramos en Mijas. Mientras deja la primera línea de costa para las playas, los resorts o los campos de golf, hacia el interior aguarda un pueblo serrano que, sin dejar de mirar al mar, tiene muchos otros atractivos.
No es obligatorio montar en sus famosos burros-taxi para conocer su casco histórico, declarado Conjunto Histórico-Artístico, pero sí acercarse a los Jardines y el Mirador de la Muralla, restos de una antigua fortaleza sobre la que se creó el municipio. Desde estos jardines, que tienen flores todo el año, se contempla también una hermosa panorámica de la Costa del Sol.
Interesante es también el Centro de Arte Contemporáneo, con obras de Picasso (posee la segunda colección de cerámica más importante del mundo de este artista), Dalí o Miró, y la plaza de toros, que tiene a su entrada la apariencia de una típica casa encalada andaluza.
Además, la ermita de la Virgen de la Peña, junto al mirador del Compás y excavada directamente en la roca, y la iglesia de la Inmaculada Concepción, construida sobre una antigua mezquita, aprovechando su torre mudéjar como campanario son otras paradas a tener en cuenta.
Torrox
Ubicada entre el mar Mediterráneo y la Sierra de Almijara, Torrox presume de ser la ciudad con mejor clima de Europa, gracias a una temperatura media anual de 18 grados que la envuelve en una primavera eterna y que debe a su localización en el valle del río Torrox, abierto al mar y protegido por montañas.
Con enclaves de interior y de costa, separados apenas por cuatro kilómetros, también destacan su paisaje subtropical y hasta 7 playas, como las de El Morche, Torcasol, Ferrara o el Peñoncillo.
También es una localidad con mucha historia, que se aprecia en lugares como el yacimiento romano del Faro (una antigua ciudad que tuvo su apogeo entre los siglos I y IV) y la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, con elementos mudéjares y una torre con forma de prisma, la torre vigía de Calaceite y la almenara de Huit (ambas del siglo XV)
Y, por supuesto, el faro de Torrox, uno de los pocos de su tipo de uso cultura y abiertos al público en la provincia de Málaga.
La Casa de la Moneda, el palacio de la Joya, el antiguo ingenio azucarero de San Rafael, el acueducto de La Granja y el Museo de las Miniaturas son otros edificios destacados, así como la Casa de la Hoya, donde se alojó el rey Alfonso XII durante su visita a la comarca de la Axarquía en 1884.
Manilva
En la Costa del Sol occidental, casi en el límite con Cádiz, Manilva es un perfecto pueblo blanco donde, además, disfrutar del mar.
Junto a sus playas y su puerto deportivo, Manilva reúne un interesante patrimonio histórico y cultural encabezado por el Castillo de la Duquesa.
Construido en el año 1767 sobre una antigua villa romana para defender la costa de las continuas incursiones piratas, esta fortaleza, llamada también el Fortín de Sabinillas alberga en su interior el Museo Arqueológico de Manilva, con cerámicas, un ajuar funerario, adornos, utensilios y monedas de entre los siglos I y V.
La Torre de Chullera, el Ingenio Chico, una instalación en la que se procesaba la caña de azúcar para obtener ron, alcohol y otros productos, y Villa Matilde, la casa construida por Ignacio Infante, hermano del considerado padre de la patria andaluza, Blas Infante, son otros lugares a visitar en la localidad.
Casares
Declarado Conjunto Histórico-Artístico, Casares conserva lo mejor de todas las civilizaciones que se han posado entre sus límites: íberos, fenicios, romanos, árabes y cristianos. El mejor ejemplo es el Castillo de Casares, de origen árabe, que aporta al municipio un paisaje impecable entre el Campo de Gibraltar y la Serranía de Ronda, en la Costa del Sol Occidental.
Mucha gente, sin embargo, se acerca para conocer la Casa Natal de Blas Infante, que permite adentrarse en la vida del ensayista y político, además de alojar la oficina de turismo y exposiciones temporales de arte.
El Castillo de Casares es otra de las paradas obligatorias de este municipio. De origen árabe, lo encontramos en la parte más alta del pueblo, encaramado sobre un macizo de roca caliza. Aún se conservan algunas torres, tramos de murallas y dos puertas: los arcos del Arrabal y de la Villa, que alberga el Museo de Etnohistoria.
Además, desde su punto más alto se dominan valles, colinas y llanuras costeras que se extienden desde la Serranía de Ronda hasta la bahía de Algeciras.
Nerja
Pensar en Nerja y que acuda la sintonía de la famosa serie Verano Azul es todo uno. Y eso que hace más de 40 años que se rodase la ficción de Antonio Mercero en esta localidad que sirve de puente entre el interior de la comarca de la Axarquía y el Mediterráneo.
Playas con todos los servicios y calas más salvajes entre los acantilados de Maro, algunas solo accesibles en kayak, están entre sus atractivos, entre los que no hay que perderse el conocido como Balcón de Europa, un inmenso mirador al mar ubicado al final de una avenida rodeada de palmeras.
Sobre el río Maro, se levantó en el siglo XIX el acueducto del Águila, ideado para abastecer de agua una fábrica azucarera. Posee cuatro pisos de arcadas de ladrillo y en el centro hay un templete con la inscripción ‘Pura y limpia concepción’.
Nerja alberga además un parque con el que rinde homenaje a la famosa serie protagonizada por Chanquete y la pandilla de chavales que andaban despreocupadamente en bici, con una réplica de ‘La Dorada’, el barco en el que residía el personaje al que daba vida el actor Antonio Ferrandis.
La Cueva del Gato Verde (una caverna plagada de estalactitas y estalagmitas que fue declarada Bien de Interés Cultural en 2006), el faro, las playas de Burriana, Calahonda o el Salón, así como la más tranquila Caleta de Maro son otros de sus rincones imprescindibles.
Benalmádena pueblo
Clásico destino vacacional de sol y playa mediterráneo, con su puerto deportivo y sus hoteles y bloques de apartamentos, restaurantes, zonas de marcha y tiendas de souvenirs, además de 15 playas, Benalmádena guarda hacia el interior un pintoresco casco urbano que merece ser conocido.
Un centro histórico que incluye paradas como el mirador junto a la iglesia de Santo Domingo Guzmán, con una buena perspectiva de la costa, los Jardines del Muro, diseñados por César Manrique y la plaza de España donde se encuentra su emblema, la escultura de La Niña de Benalmádena, obra del artista Jaime Pimentel.
La cultura se hacer fuerte también en el Museo de Arte Precolombino Felipe Orlando, con una de las mejores colecciones de España en este género, la Estupa Budista de la Iluminación, el Castillo de Colomares, con su homenaje a Cristóbal Colón y el Nuevo Mundo, y el Castillo Bil Bil, una construcción de estilo árabe que sobresale en el paisaje de la costa gracias a su color rojo decorado con azulejos.
Frigiliana
Puro encanto andaluz, a 55 kilómetros de la ciudad de Málaga y a solo siete de Nerja está Frigiliana, una de las joyas de la Axarquía y uno de los pueblos más bellos de la comunidad autónoma.
Sobre una complicada orografía, Frigiliana sortea los obstáculos a golpe de cuestas y escaleras, con suelos empedrados y dibujos de formas geométricas.
De la calle Real salen como ramificaciones callejuelas, pasajes y callejones que se expanden por el casco histórico, con rincones como la cuesta del Apero, quizás el punto más fotografiado del municipio.
Desde el callejón del Peñón, por su parte, se divisan hermosas vistas del pueblo y de la costa cercana de Nerja aunque, si lo que se buscan son panorámicas, hay que prepararse para subir al Castillo de Lízar, en la cima del Cerro La Sabina.
El Barribarto, catalogado como uno de los barrios árabes mejor conservados de España y declarado Conjunto Histórico Artístico en 2014, deja ver la influencia morisca en calles blancas sazonadas con el rojo de las macetas, así como una serie de azulejos que relatan la rebelión de los pobladores árabes ante la avanzada de la conquista cristiana en la Edad Media.
El palacio renacentista de los Condes de Frigiliana, de 1620 y única fábrica de miel de caña de azúcar de Europa y la iglesia de San Antonio de Padua que se construyó en 1676 sobre los restos de una mezquita árabe son otros lugares a tener en cuenta, como también la Fuente de las Tres Culturas, donde se representan la cruz, la medialuna y la estrella de David en una estructura geométrica.