Catalá se focaliza en agilizar las licencias, los PAI y las inversiones de Madrid en Valencia
Maria José Catalá es la nueva alcaldesa de Valencia. Ha logrado la vara de mando por ser la lista más votada y sin llegar a ningún pacto. La mayoría absoluta requiere 17 concejales pero gobernará con 13 ediles frente a los 9 de Compromís, los 7 del PSOE y los 4 de Vox. El foco económico está en agilizar las licencias, los PAI y las inversiones de Madrid en Valencia.
El primer anuncio, tal y como ha informado hoy ECONOMÍA DIGITAL, ha sido la bajada de impuestos de 67 millones de euros. «Lo haremos con el IBI, las tasas municipales y una bonificación del 95% de la plusvalía para herencias y transmisión de negocios familiares», ha dicho. «Será la primera vez, en la última década que después de unas elecciones a los valencianos no se les suben los impuestos, se les bajan», ha rematado Catalá.
Entre las primeras medidas económicas del nuevo consistorio está «un plan de choque para acabar con el atasco de licencias y un plan de optimización y simplificación normativa que haga más fáciles las cosas a los que se dirigen a esta administración»
«Por fin, la vivienda va a ser una prioridad. Vamos a impulsar más de 1.000 viviendas públicas, vamos a desbloquear los PAI pendientes y vamos a ayudar a los jóvenes a poder emprender su proyecto de vida», ha expuesto Maria José Catalá.
Respecto a la relación de Valencia con Madrid, la nueva alcaldesa del PP ha hecho «un llamamiento a todos los partidos para exigir al Gobierno un balance y una cuenta de resultados con las infraestructuras necesarias para nuestra ciudad». En concreto, se ha focalizado en el soterramiento de las vías del tren en Serrería.
En clave de gestión de las competencias más propias de un ayuntamiento, Catalá ha anunciado la puesta en marca de un plan de limpieza, la agilización de nuevas plazas de policía, la lucha contra la ocupación ilegal y que la movilidad deje de ser foco de «enfrentamiento y tensión ciudadana».
En relación a la lengua, en valenciano, Maria José Catalá ha dicho que «nuestras lenguas oficiales son el valenciano y el castellano, nuestra tierra es la Comunitat Valenciana y nuestra bandera es la senyera» como prólogo para anunciar que la semana que viene se aprobará «recuperar la denominación bilingüe de la ciudad». Es decir, València/Valencia.
Las visiones contrarias de la oposición
La oposición de Maria José Catalá ha marcado tres estilos completamente diferenciados. Compromís, que seguía en el ala izquierda del hemiciclo, ha continuado con el mismo discurso que tenía cuando Joan Ribó ha era alcalde. De hecho, ha recordado todos sus logros. Entre los más destacados, que la deuda en 2014 era de 809 millones de euros y que dejan el ayuntamiento con 232 millones de pasivo. «Nos preocupa su gestión económica porque por su paso cuatro años por la alcaldía de Torrent elevó la deuda un 77%», ha dicho.
Lejos de la política municipal, Sandra Gómez, que ahora se sienta en el centro del hemiciclo ocupando el asiento que previamente usó el portavoz de Ciudadanos, ha focalizado su discurso en aspectos ajenos a la realidad del consistorio. Su mensaje era que el PP había pactado el gobierno con Vox y la negación de la violencia de género. Ha dicho que «nos preocupa que se pierdan oportunidades por estar subordinada a Madrid» y que «la bajada de impuestos a las grandes superficies se convierta en recortes a las personas». Dentro del balance de su gestión se arrogado la llegada de empresas como HP, Siemens o Caixabank.
Vox, por su parte, ha calificado de «amoral» a Catalá por hacer valer la ley que permite ser alcaldesa a la lista más votada. Ha matizado que no es «moral» pero tampoco es «inmoral». En un discurso que ha pasado por Pedro I el Cruel de Castilla, Pedro IV el ceremonioso, Santo Tomás y Aristóteles, el portavoz voxista Bádenas ha acabado alineado con Lenin al citarle: «Lenin decía que es moral todo lo que favorece al partido e inmoral lo que perjudica». Su sentencia final ha sido: «Vox será doblemente moral y lo que digamos será siempre la verdad».