La economía valenciana no está para frivolizar con Caixabank y Sabadell
La Comunidad Valenciana se ha consolidado como plaza empresarial al aprovechar la oportunidad que brindó el ‘procés’ catalán para la captación de bancos. Caixabank, Banc Sabadell y Banco Mediolanum trasladaron su sede a la Comunidad Valenciana tras la declaración de independencia catalana en octubre de 2017 y ningún escenario plantea su retirada. Valencia ahora es captador de empresas y ni atisba pérdidas de referentes.
El debate del cambio de sedes se encendió cuando la crispación catalana impregnó de nerviosismo a la economía y en la Comunidad Valenciana se ha aportado el clima empresarial que requiere tanto el sistema financiero como los centenares de empresas que han venido desde Cataluña. Atacar a la estabilidad que ofrece una región para rascar votos en otra es muestra de una frivolidad inaceptable tanto por los estamentos políticos como por los empresariales, que de momento no entran al trapo.
Este fin de semana pasado, la ministra de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, dijo que Caixabank y Banc Sabadell “podrían valorar” su retorno a Cataluña, puesto que las “circunstancias” que motivaron el cambio de sede en 2017 ya “no existen”. Este intento de presión, que algunas fuentes vaticinan que crecerá conforme lleguen las elecciones generales, de momento, resbala en Valencia.
Los tres bancos han reafirmado en sus últimas comparecencias públicas su apuesta por la Comunidad Valenciana. Antes, la región fue un actor relevante en un atomizado panorama financiero. Pasó prácticamente de desaparecer de los focos de decisión hace 12 años para convertirse, a nivel de sede social, en un distrito financiero crítico en España. Esta es la realidad actual y que desde Valencia se ha trabajado para consolidar.
La Comunidad Valenciana ha pasado de tener «lo peor de lo peor» en banca a la sede de dos de los principales bancos del país
En septiembre de 2011, el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordoñez, pronunció aquella lapidaria frase de que la CAM era “lo peor de lo peor”. Ese mapa bancario en el que la valenciana Bancaja era la tercera caja de ahorros de España seguida de la alicantina CAM como cuarta con el Banco de Valencia como símbolo del crecimiento de la burguesía valenciana cayó como castillo de naipes.
El drama entonces fue que la Comunidad Valenciana iba a perder todos sus centros de decisión financiera. En la negociación del SIP de BanCajaMadrid, como se acuñó desde la capital, Rodrigo Rato se quedó la presidencia dejando la sede social como compensación para Valencia. La constatación de que se habían juntado dos enormes ‘quesos gruyere’ llevó a la intervención del FROB.
Fue con la llegada del nuevo equipo gestor encabezado por Goirigolzarri (es decir, cuando llegaron motivos económicos y no políticos a la gestión) cuando la sede social pasó de ser un detalle cambiable de la reorganización financiera en España a una nueva característica de la Comunidad Valenciana, que tiene en Valencia la sede social de Caixabank (que absorbió Banco de Valencia y Bankia, ambos nacidos en la capital del Turia) y Mediolanum y en Alicante, la del Sabadell (que absorbió a la CAM). El potencial financiero valenciano no viene por tanto sólo de los efectos del ‘procés’ sino de un historial mucho más largo y trabajado que ya posicionó a la Comunidad Valenciana como un actor económico de primer nivel.
El resultado de los movimientos financieros de los últimos tres lustros es que los empresarios valencianos no tienen trato directo en la Comunidad Valenciana con Ana Patricia Botín o con Carlos Torres pero aquellos que están mínimamente relacionados con los principales círculos empresariales sí que tienen varias ocasiones al año para poder hablar de tú a tú con José Ignacio Goirigolzarri o con Josep Oliu. Esta ventaja ni se contempla que se pueda perder aunque las declaraciones de la ministra de Trasporte deben anotarse como una afrenta que ha frivolizado con el trabajo realizado por los valencianos para tener centros de decisión en el mapa financiero.
Los empresarios valencianos han demostrado su potencial económico y han ayudado a anclar a Caixabank y Sabadell. Ni se contempla perder esta ventaja competitiva
Juan Roig y Vicente Boluda no tuvieron ninguna duda de que había que valencianizar la nueva banca que llegaba a la Comunidad Valenciana. En marzo de 2017 hicieron al por entonces presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, socio de AVE y a final de ese año se abrió la puerta del lobby valenciano a los presidentes de Sabadell, Josep Oliu, y al de Caixabank en ese momento, Jordi Gual.
De este modo, los más de 100 principales empresarios valencianos tienen de colegas de asociación a los presidentes de los bancos. La decisión, por tanto, no sólo fue que los bancos trasladaron la sede social a la Comunidad Valenciana sino que desde los empresarios se inició un trabajo para anclarlos al territorio. La estrategia, por tanto, empezó antes de la declaración de independencia catalana.
Esta relación intensa que provoca el efecto sede, fundamentalmente de Caixabank y Sabadell, es bidireccional. Desde el empresariado valenciano se tiene fuertes canales de comunicación para trasladar las necesidades y desde la banca se atiende porque se ha confirmado a la región como un territorio prioritario para el negocio.
La presencia se aprovecha para ofrecer servicios financieros a sectores consolidados como toda la cadena agroalimentaria con potentes empresas en la industria alimentaria además de la distribución (con Mercadona y Consum a la cabeza) así como para sectores como la cerámica, el turismo o la automoción.
De hecho, la llegada de los bancos por el ‘procés’ también atrajo a la Comunidad Valenciana a empresas del sector alimentario como Idilia Foods, propietaria de marcas como Nocilla o Colacao. La inmobiliaria de lujo Engel&Völkers también se trasladó desde la Diagonal de Barcelona a Marqués del Turia de Valencia. Otras empresas que llegaron fueron MRW, Divina Pastora, Allianz Seguros o Cemoi Electricite.
Al margen del procés, la presencia de dos bancos Ibex y del notable tejido empresarial tanto autóctono como captado, ha permitido dar pasos relevantes para fortalecer el efecto sede valenciano. A principios de siglo, Ford ni se planteaba no estar domiciliado en Madrid porque no existían multinacionales de su calibre en la zona.
De aquella situación se ha evolucionado hacia la llegada de Volkswagen a Sagunto trasladando la sede social de la mercantil PowerCo al centro de Valencia y, días después, realizando Ford el mismo movimiento. La llegada de sedes sociales tiene un efecto bola de nieve que beneficia al territorio. El riesgo, por tanto, de que se consolidara el run-run de una vuelta a Cataluña cambiaría la imagen de la Comunidad Valenciana como tierra amable con la inversión.
La presencia de Caixabank y Sabadell no se limita al negocio bancario. Han encontrado cuestiones culturales y deportivas con las que se anclan al territorio donde tienen su sede social
Y, en muchas ocasiones, la ventaja del efecto sede no es únicamente hablar con el número 1 de la entidad sino con el resto de la cúpula con poder de decisión. En una de estas muchas visitas que provoca tener la sede en Valencia, desde Bankia se preguntó qué apoyo integral por el conjunto de la Comunidad Valenciana se podía hacer sin que hubiera tinte político. La respuesta fue: “Las bandas de música”. Desintegradas las cajas de ahorro, aquella decisión de Bankia continuada ahora por Caixabank es hoy en día uno de los respaldos más críticos que tiene esta faceta cultural valenciana. El deporte autóctono de la pilota valenciana también logró su apoyo al aprovecharse del efecto sede de Caixabank.
Del mismo modo, Sabadell rescató la Volta ciclista a la Comunidad Valenciana, que dejó de celebrarse entre 2009 y 2015 y con el patrocinio del banco con sede social Alicante se ha recuperado y mantenido. Más allá de las cantidades de estos patrocinios, las apuestas culturales son pruebas del arraigo en territorio valenciano de los bancos cuyas marcas llegaron de Cataluña.
Desde el entorno de Ximo Puig se indica que no hay ningún indicio de que las empresas que trasladaron su sede desde Cataluña a la Comunidad Valenciana vayan a volver a modificar su sede social. “El propio Josep Oliu lo dejó claro en la junta de accionistas del Sabadell”, recuerdan.
La visión sobre lo que está ocurriendo en la Comunidad Valenciana, de hecho, es justo la contraria. “Somos una comunidad autónoma buena para recibir inversiones”, insisten y como prueba de ello recuerda la llegada de la gigafactoría de Volkswagen a Sagunto o el reciente traslado de la sede social de Ford Iberia desde Madrid a Valencia. La patronal CEV también descarta riesgo de salidas de empresas hoy en día.
Ministras en contra de Valencia
Pese a que desde Valencia no se vislumbra riesgo alguno de pérdida de sedes sociales, la entrevista de este sábado a la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, en Catalunya Radio, supone una prueba más de cómo el gobierno de Pedro Sánchez patina en su sensibilidad por Valencia.
La propuesta de la ministra de Transportes supondría para Valencia perder la ventaja competitiva que tiene la Comunidad Valenciana con la cercanía con los bancos. Supone, por tanto, alentar que las empresas valencianas tengan más complicaciones a la hora de financiarse. Un simil similar es cuando el gobierno de Pedro Sánchez tienen que elegir entre dar agua a Castilla-La Mancha o a la Comunidad Valenciana.
Esta falta de tacto es similar a la que tuvo hace unas semanas Reyes Maroto, que mientras calentaba su precampaña para la alcaldía de Madrid, cargó con Ford asegurando que su ERE era incompatible con recibir ayudas del PERTE obviando que como ministra de Industria fue incapaz de adecuar las bases de la convocatoria para que pueda optar la factoría de Almussafes a los fondos Next Generation, como previsiblemente ocurrirá con el Perte2 tutelado ahora por Héctor Gómez.