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¿Verano azul o verde? 

El PP ha resucitado a Chanquete y a Piraña con su anuncio con aires de verano azul. El spot electoral es acertado, el votante pepero es boomer o incluso mayor, y ese anuncio le llama la atención. Si Sánchez tuviera sentido del humor haría un contra anuncio con la canción del Duo Dinámico “el final del verano”, con la que acababa la serie, para responder al PP.  

La líder del PP extremeño, María Guardiola, ha demostrado que al PP lo que le conviene hasta el 23 julio es no hacer ruido y que los días vayan pasando. Cuando alzan la voz o tienen ocurrencias solo sirven para darle munición a Pedro Sánchez.  

La firme determinación de Guardiola de no pactar con Vox no sería un problema para el PP si los populares extremeños hubieran ganado las elecciones en Extremadura, cosa que no ha sucedido, y si en su discurso, de forma implícita, no hubiera una crítica a los populares de otros puntos geográficos de España, como la Comunidad Valenciana, Baleares, Toledo, Valladolid, etc. que han suscrito acuerdos con Vox.  

La munición para Sánchez cara a los debates con Feijóo es obvia: Si Vox es tan terrible como afirma su candidata en Extremadura ¿Por qué están pactando con ellos?  

Para la cúpula de Vox encontrar el punto óptimo de crítica al PP y no caer en la pinza con Sumar y el PSOE es un ejercicio de equilibrismo de gran dificultad

El PP necesita a Vox en muchos lugares de España y sabe que los de Abascal en muchos casos no tienen más remedio que ceder a las pretensiones del PP de darles apoyo gratis. El votante medio de Vox no entendería que en Extremadura, Baleares, Murcia o Aragón la izquierda siguiera gobernando por falta de acuerdo con el PP.

El fantasma de Albert Rivera, que no suscribió un acuerdo con Sánchez en verano de 2019 a pesar del clamor popular, sobrevuela la sede de Vox en la madrileña calle Bambú y la repetición electoral en Murcia o Extremadura es un riesgo que solo favorece a la izquierda y puede provocar una reagrupación de voto alrededor del PP.  

Vox ha aprendido la lección de las últimas elecciones andaluzas en las que un exceso de expectativas convirtió un ascenso electoral en una derrota y ahora no lanza las campanas al vuelo. Para la cúpula de Vox encontrar el punto óptimo de crítica al PP y no caer en la pinza con Sumar y el PSOE es un ejercicio de equilibrismo de gran dificultad.    

Para el PP las cosas tampoco son fáciles, criminalizar a Vox, como ha hecho Guardiola o en ocasiones el portavoz de campaña, Borja Sémper, sirve para tener el aplauso efímero de los medios próximos a la izquierda pero esa criminalización complica aún más la firma de acuerdos.

Si el mismísimo PP demoniza a Vox los convierte en un partido tóxico e impactable y por otra parte no hay que dejar de lado la posibilidad de que el 23J las urnas obliguen a Feijóo y a Abascal a hablar y pactar para “derogar el sanchismo”.  

Que Vox sea imprescindible aritméticamente hablando quita el sueño a Feijóo como le quitaba a Sánchez la posibilidad de tener que pactar con Iglesias

A día de hoy los intereses de unos y otros están claros, el PP, a ser posible, no quiere ir con Vox ni a la esquina y Vox quiere que sus votos sean decisivos para formar gobierno en España. Si el PP llega a 150 escaños, cifra alcanzable podrá pedirle a Vox una abstención y Abascal no será vicepresidente del gobierno pero si el PP queda por debajo de esa cifra Feijóo tendrá que abrir las puertas de los ministerios a Vox.  

Que Vox sea imprescindible aritméticamente hablando quita el sueño a Feijóo como le quitaba a Sánchez la posibilidad de tener que pactar con Iglesias. Vox es un aliado que puede ser decisivo pero es excluyente, si Vox forma parte del gobierno otros aliados que el PP se ha buscado tras el 28M como Coalición Canaria, los cántabros, Teruel Existe e incluso el PNV se alejarán de los populares.  

Quien gana el 23 J está cantando pero el golaverage y quien queda tercero, Vox o Sumar, son las clave de una elecciones para las que faltan 30 días.