Milei, el hartazgo de Argentina y el nuevo populismo libertario
Argentina es noticia estos días a raíz de la celebración de las Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (PASO), las elecciones que determinan los candidatos a la presidencia y a las cámaras legislativas nacionales.
En un país desolado por el paro, la informalidad, la creciente inseguridad ciudadana, devaluaciones de moneda semanales, una inflación del 120%, un déficit público galopante y casi la mitad de la población en el umbral de la pobreza, los argentinos sorprendieron con el triunfo de Javier Milei y La Libertad Avanza, que alcanzó un tercio de los votos.
Milei no fue sólo el candidato más votado: logró teñir casi todo el mapa nacional, un resultado imprevisto por todas los análisis y encuestas previas a la contienda electoral. Milei le ganó al kirchnerismo en Santa Cruz, la casa de los Kirchner, y al macrismo en Córdoba, Mendoza y Santa Fe, la base del tejido productivo nacional.
¿Quién es Javier Milei?
Buena parte de los medios españoles no han tardado en tacharlo de ultraderechista, fascista, negacionista, conspiranoico… ¿Pero quién es Javier Milei? Apodado como “el león” por su melena alborotada y admirador de los Rolling Stones, fue vocalista de la banda Everest, tributo al legendario grupo británico. También tuvo un paso por el fútbol profesional como arquero del Chacarita Juniors.
La crisis generada por la hiperinflación durante la Dictadura de Martínez de Hoz despertó su pasión por la economía con apenas doce años. Catedrático de macroeconomía y docente durante más de treinta años, fue jefe de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP) y miembro del B20, un grupo de representantes empresariales vinculado al G20. Milei ha publicado diversos artículos académicos y una decena de libros sobre economía.
En el plano filosófico, el candidato reivindica las ideas del intelectual argentino Benegas Lynch, que defiende el liberalismo como “el respeto irrestricto al proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y la defensa del derecho a la vida, a la libertad, y a la propiedad (…), la libre competencia, la división del trabajo y la cooperación social”.
Ademá, Milei se reivindica como discípulo político de Juan Bautista Alberdi y la generación del 37, movimiento intelectual que en sus seminarios y tertulias importó a Argentina las ideas de liberales ilustres como John Locke, Adam Smith, Montesquieu, Tocqueville, o Bastiat. La ideología alberdiana pueda resumirse en un pasaje en una de sus obras de 1854, donde acota los límites del poder político: “Si los derechos civiles del hombre pudiesen mantenerse por sí mismos al abrigo de todo ataque, es decir, si nadie atentara contra nuestra vida, persona, propiedad o libre acción, el gobierno del Estado sería inútil, su institución no tendría razón de existir”.
Esta idea quedó recogida en la Constitución de 1853 y el sistema institucional que eventualmente le permitió a Argentina posicionarse a la vanguardia de las naciones civilizadas, con una renta per cápita similar a la suiza o la alemana; un país cuyo número de inmigrantes se duplicaba cada diez años. Sin embargo el fascismo de los años 30, primero, y el golpe militar del 43, después, asedió Argentina de una ola de estatismo que ha llevado al país a indicadores de pobreza del tercer mundo.
Sorprenden algunos análisis que comparan el libertarismo de Javier Milei con el fascismo: lo cierto es que los cuatro principios fundamentales del peronismo y más recientemente, del kirchnerismo, han sido la “protección del mercado interno”, el “nacionalismo económico”, el “rol preponderante del Estado” y el “papel central de la industria”. Cuatro vectores calcados a los del programa económico del nacionalsocialismo del siglo XX.
Por otro lado, el expansionismo monetario, el proteccionismo exacerbado y el enorme gasto público han sido la guillotina de la economía argentina desde el primer gobierno de Perón. Las propuestas de La Libertad Avanza suponen, fundamentalmente, dinamitar este legado. Destaca el cierre del Banco Central y la dolarización de Argentina para acabar con la hiperinflación. Arrebatándole a sus gobernantes la capacidad de emitir moneda y adoptando el pasivo de los EEUU, Milei pretende estabilizar los precios y equilibrar las finanzas públicas.
Otras de sus propuestas económicas incluyen una importante rebaja fiscal, firmar tratados de libre comercio a gran escala, privatizar el sistema de pensiones, desburocratizar el Estado, liberalizar el mercado de trabajo, e implementar el cheque escolar, relegando el papel del Estado a dar cobertura a las familias con menos recursos.
Derecha alternativa
Nos encontramos, por lo tanto, frente a un programa marcadamente liberal en el plano económico, muy distanciado de la derecha nacionalpopulista europea, así como del proteccionismo de Trump o del nuevo Vox en España – partido con el que la formación de Milei sin embargo, ha mantenido relaciones en el pasado.
Donde Milei sí coquetea con la llamada “derecha alternativa” es en las formas y en la agresividad discursiva. De tono rudo e insolente, cimentado en las tertulias televisivas argentinas, el “Peluca” llama a terminar con la “casta política parasitaria”, a la que tacha de “chorra (ladrona) e inútil”. Un discurso vehemente e incendiario que capta la decepción de los argentinos, no solo con el peronismo, también con el centro-derecha reformista de Juntos por el Cambio. “No tengan miedo, vayan y den la batalla contra el zurderío, que se la vamos a ganar. Esto no es para tibios, esto es para tomarlos de cara a los socialistas y ganar esta batalla. ¡Viva la libertad, carajo!”.
El shock de los analistas españoles es hasta cierto punto comprensible. La retórica del candidato libertario cuenta con los ingredientes básicos del populismo: antagoniza con vehemencia con los “de arriba” (la oligarquía política argentina), acude a soluciones fáciles para problemas complejos (como el cierre del Banco Central) y alude al Estado como la base de todos los problemas de la sociedad argentina.
Las coordenadas ideológicas de Milei distan mucho de las de la derecha autoritaria
Sin embargo, las coordenadas ideológicas de Milei distan mucho de las de la derecha autoritaria. Su programa busca desmantelar el poder público, desregular la economía y proteger la libertad y propiedad de los argentinos. Tampoco es un “ultraconservador” como lo han catalogado algunos periodistas: Milei se muestra favorable a la eutanasia, la despenalización de las drogas y los derechos LGTBI. Sus posiciones en materia migratoria son más discutibles –el economista defiende la entrada de inmigrantes a condición de que se desmantelen los programas asistenciales— pero su programa ni mucho menos puede asimilarse al de la extrema derecha.
Milei interpela el hastío y descontento de la sociedad argentina y su discurso agresivo cala especialmente entre los más jóvenes, que comparten sus discursos en redes sociales. Calificado por algunos como “el tsunami de la ira”, el mileísmo representa una impugnación frontal al kirchnerismo que ha dominado el país en las últimas dos décadas.
Sin embargo, la evidencia comparada muestra que, para llevar a cabo una reforma liberalizadora de calado es beneficioso contar con un cierto consenso político, estabilidad institucional y políticas distributivas que amortigüen el impacto de las reformas en la desigualdad de renta. Así lo demuestran los ejemplos históricos de países como Suecia, Dinamarca, Australia o Nueva Zelanda. El movimiento de Milei no aborda ninguno de estos tres elementos.
Argentina pide a gritos una revisión integral de su gobernanza y modelo económico. Milei no es más que el catalizador de un rechazo frontal a la que es, probablemente, la peor gestión económica de un país en lo que va de siglo, a la par con la venezolana. Algunos consideran que un populismo libertario es el único antídoto eficaz contra una hegemonía política que ha llevado a Argentina de ser el país más rico del mundo a encabezar los índices de miseria. Está por ver.