El verano más largo, el de los niños españoles
Los niños españoles dijeron adiós a las aulas la última semana del mes de junio. Libros, mochilas y lapiceros permanecen guardados hasta el mes de septiembre.
Durante la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), los alumnos tienen unos 80 días de vacaciones durante los meses de verano, lo que nos sitúa entre los países de la OCDE con menos días lectivos durante el curso y con una mayor concentración de los días festivos durante el periodo estival.
La pérdida del aprendizaje en el verano
Las vacaciones de verano detienen el ritmo de aprendizaje de niños y adolescentes, y en muchos casos les hace retroceder; es el fenómeno conocido como summer loss o pérdida estival.
Además, la literatura científica pone de manifiesto que esta pérdida en el aprendizaje no afecta a todos los alumnos por igual: principalmente se produce en los grupos socialmente más vulnerables.
En ausencia de la escuela como institución estructuradora de las tareas y tiempos infantiles, como mecanismo de compensación y nivelación cultural, se produce un ensanchamiento cíclico, acumulado verano tras verano, de las desigualdades educativas entre los hijos de familias socioeconómica y culturalmente aventajadas y los hijos de las familias menos favorecidas.
El desfase de las vacaciones en hogares vulnerables
La cantidad y calidad de aprendizajes informales que adquieren los alumnos durante el verano están directamente relacionadas con el capital cultural de las familias y de sus comunidades. Mientras los hijos de algunas familias adquieren experiencias como viajar y conocer otras culturas, idiomas y países, más de un tercio de la población no puede permitirse ir de vacaciones fuera de casa al menos una semana al año, según la Encuesta de Condiciones de Vida del 2023.
Un cierre de diez semanas en el período de clases reduce los resultados de aprendizaje de casi medio año de escolaridad
Estudios en Estados Unidos (Smith y Brewer, 2010) atribuyen a las vacaciones estivales un desfase de tres meses (por año) en los estudiantes de entornos menos favorecidos con respecto a los niños de familias con entornos más estimulantes.
Este gap podría llegar a traducirse en tres años de diferencia entre el nivel de aprendizaje de alumnos pobres y ricos al final de la educación secundaria. Aproximadamente la mitad de la brecha de aprendizajes entre niños pobres y ricos se explicaría por el summer gap acumulado en sus trayectorias vitales (Cooper et al, 2010).
Otro trabajo reciente en Estados Unidos (Patrinos 2023) estima que, por cada semana que las escuelas estuvieron cerradas por la pandemia de la Covid-19, los niveles de aprendizaje disminuyeron en casi un 1% de una desviación estándar.
Esto significa que un cierre de diez semanas, por ejemplo, reduciría los resultados de aprendizaje en casi medio año de escolaridad.
El calendario escolar en otros países
En países como Reino Unido o Alemania los estudiantes tienen seis semanas de vacaciones en verano, frente a las once de España. Esto implica que en España los cursos académicos son muy intensivos, duran 37 semanas, aunque se imparte un 13,4% más de horas lectivas que la media de los países de la EU en la educación primaria y un 6,3% más en la secundaria.
El calendario de vacaciones estivales de las escuelas españolas es una herencia de la sociedad rural, que necesitaba a los niños para recoger las cosechas (Escolano, 1992). No parece demasiado razonable seguir con este calendario que data de hace más de un siglo y contribuye a la desigualdad educativa.
Las alternativas académicas
La buena noticia es que la evidencia empírica indica que existen programas educativos de verano con impactos positivos en el progreso y los aprendizajes de los alumnos, corrigiendo así los efectos negativos de la summer loss (Alegre, 2016).
Un buen ejemplo es el programa Èxit Estiu, impulsado por el Consorcio de Educación de Barcelona desde el curso 2012-2013. Este programa ofrece refuerzo y acompañamiento escolar a alumnos de ESO en riesgo de repetir curso, y es conducido por estudiantes universitarios, que trabajan en grupos reducidos (diez alumnos por tutor) y tienen una duración relativamente corta (treinta horas, distribuidas en dos horas diarias durante tres semanas de julio).
Según las evaluaciones de impacto del Instituto Catalán de Evaluación de Políticas Públicas (Ivàlua), participar en este programa comporta un incremento del 12% en la probabilidad de recuperar todas las asignaturas pendientes, promocionar de curso y obtener el Graduado en el caso del alumnado de 4º de ESO.
Las vacaciones de verano son un elemento importante para la lucha contra las desigualdades sociales en educación. A corto plazo, un buen programa de actividades de verano para el acompañamiento y refuerzo educativo puede ser claramente beneficioso para los alumnos que necesitan este apoyo. A largo plazo, familias, legisladores y comunidad educativa deberían plantearse si tener dos meses y medio de vacaciones es algo que deberíamos cambiar.