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Marruecos intuye el final de Pedro Sánchez

“Sánchez no seguirá mucho más tiempo en el Gobierno de España y todo apunta a que perderá las próximas elecciones generales. Ya está amortizado. Le hemos sacado el Sahara y unos 800 millones de euros. No merece la pena que su majestad altere sus vacaciones en Gabón para verse de nuevo con él. Recuerde también que cuando llegó al Gobierno se permitió el desaire de no venir a Rabat en su primer viaje, como era costumbre en España, y que ahora se presenta sin la mitad de sus ministros, unos que alardean de ser de la izquierda radical, más antimonárquica y más antimarroquí”.

Permítanme que imagine las explicaciones que dieron al rey de Marruecos sus asesores más cercanos. Una especie de sabuesos dotados de fino olfato que conciben la democracia como el arte de detectar la debilidad del rival para aprovecharse de él antes de que las urnas le hagan pasar a mejor vida. Y a Pedro Sánchez no le dan mucho tiempo. Los marroquíes han desarrollado, desde hace años, la rara habilidad de oler la sangre política en España antes que nadie. Y actúan en consecuencia.

El plantón a Sánchez

El plantón de Mohamed VI al presidente del Gobierno de España tiene un mensaje claro: Pedro Sánchez está de salida y el monarca alauí no está para perder el tiempo. A Rabat hay que venir cuando hay que venir, es decir, al comienzo del mandato. Cuando por delante están los cuatro años de la legislatura y la bisoñez del presidente del Gobierno recién llegado le hace creer que la inmigración ilegal, el Sahara y Ceuta y Melilla son problemas que nunca se abordaron correctamente. Y ahí es donde los marroquíes te esperan con los brazos abiertos.

Desde Rabat adivinan ya el final del gobierno socialista en España y se preparan para recibir al siguiente

A nuestros vecinos del sur les encanta la democracia española. Les entusiasma ver desfilar en las cumbres de alto nivel a presidentes de Gobierno, ministros de Exteriores y técnicos de esto y lo otro que retoman con gran ilusión las negociaciones que nunca concluyeron sus predecesores. Sin embargo ellos, nuestros vecinos, son siempre los mismos. Mejor dicho, es siempre el mismo, el rey y quienes decida su persona que deben acompañarle.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. EFE/ Juan Carlos Hidalgo

Como dice Pablo Iglesias de China, la ventaja de Marruecos es que no tiene elecciones. Tiene urnas, partidos y papeletas, pero el soberano es quien gobierna a todos los efectos. Así que puede quedarse descansado donde le dé la gana mientras en Rabat se firma lo que haya que firmar con quien tiene ya poco que ofrecer. Mohamed VI es como esos leones que sestea plácidamente en la sabana después de haberse zampado a la ingenua gacela que pasaba por allí. En su caso cambia la sabana por su mansión de la península de Pointe Denis, en el estuario del río Komo, en Gabón. Largas playas de arena fina donde se dice que pasa más tiempo que en Marruecos.

Pocas ganas, o ninguna, tiene Mohamed VI de moverse de donde está. Y menos para recibir al presidente de un Gobierno del que ya ha obtenido más de lo que podía imaginar. Hacerse la foto con el máximo representante de Alá sale caro, y Pedro Sánchez ya no tiene con qué pagar. Algún día sabremos, es de suponer, qué le llevó a entregar el Sahara a Marruecos a cambio de nada. Porque la situación en las fronteras de Ceuta y Melilla sigue sin resolverse y la inmigración ilegal se ha reducido mínimamente.

Si el demonio está en los detalles, los que Marruecos acaba de tener con España son varios sapos más que nuestra diplomacia se ha tenido que tragar sin pestañear. Y eso que hace unos días, y para no poner en peligro la cumbre de Rabat, los socialistas españoles votaron en contra en el Parlamento Europeo una resolución de urgencia para exigir que Marruecos respete la libertad de expresión y libere a varios periodistas encarcelados.

Todo apunta a que desde Rabat adivinan ya el final del gobierno socialista en España y se preparan para recibir al siguiente. Aclarar cuanto antes qué hipoteca deja Pedro Sánchez al otro lado del Estrecho de Gibraltar es clave. No sería oportuno que Marruecos oliera la debilidad del PP antes incluso de que llegue a gobernar.