«Semper conciliat». La encíclica del PP
Seguro que alguna vez han participado en uno de esos juegos que consisten en dar vueltas en grupo alrededor de un número de sillas menor que el de los concursantes. Ya saben, cuando para la música queda eliminado el más lento, quien no encuentra lugar donde sentarse porque otros han sido más rápidos. Pues así ha empezado este 2023 políticamente hablando.
Un año marcadamente electoral en el que el juego de las sillas irá seleccionando a los supervivientes, a quienes encuentren un lugar donde poner el trasero cuando la música se pare. Habrá que ser rápido y muy hábil. Adaptarse mejor que los demás. Es decir, no alejarse demasiado de las sillas, girar centrado en ellas y procurar que el resto no ocupe nuestro sitio.
No abandonar el centro será la clave del éxito electoral. El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, así lo entiende y es el mensaje que quiere transmitir con algunos de los “nuevos” fichajes que ha hecho para configurar su equipo de campaña. Especialistas en bailar el chotis en una baldosa y no salirse de ella ni aunque les empujen por la espalda.
«Nuevos» fichajes de Feijóo
El cántabro Íñigo de la Serna y el vasco Borja Sémper responden sin duda al perfil que busca el líder del PP para que su partido acapare el centro de la pista de baile. Perfiles que saben esquivar con habilidad cualquier artimaña que busque el desequilibrio, el tropezón, la zancadilla. Es especialmente llamativo el caso del guipuzcoano asentado en Madrid. Un político forjado en los años más duros del terrorismo de ETA, primero como concejal en Irún y después como portavoz del PP en el Parlamento Vasco y presidente del PP de Guipúzcoa. Se declaró “sorayista” en 2018 y decidió dejar la política dos años después.
Liberal confeso, se trata de un hombre que hace gala de tener un talante conciliador. “Semper conciliat”. Algo que en algunos sectores del PP nunca gustó. Especialmente cuando llegó a decir que “el futuro de Euskadi se tiene que construir también con Bildu”. O cuando mantuvo un agrio desencuentro con Cayetana Álvarez de Toledo, quien acusó al PP vasco de entonces (2019) de practicar una política tibia con el nacionalismo.
La cuestión es que Núñez Feijóo recupera ahora a Sémper precisamente, y según dice, por ser una “persona a la que le gusta construir un discurso sosegado pero contundente”. Y aquí viene lo más importante para Feijóo: “A Borja Sémper se le pide que siga defendiendo la dignidad de la política sin caer en insultos ni en la radicalidad, pero llamando a las cosas por su nombre”.
El problema, y Feijóo y Sémper seguro que lo saben, es que en el País Vasco llamar a las cosas por su nombre es lo que te convierte en un radical. Es respetable y, seguramente efectiva, la estrategia política de anclarse en el centro del tablero político buscando el consenso y el apoyo de quienes están más cercanos a ti tanto por la derecha como por la izquierda, pero hay lugares, y Euskadi es uno de ellos, donde la partida se juega con otras reglas.
Se antoja complicado para un partido como el PP vasco, con numerosos asesinados en sus filas por parte de ETA, mantener un talante conciliador con quienes hace unos días pedían en Bilbao la excarcelación de los presos de la banda. Para el nacionalismo recordar que hubo un tiempo en el que se asesinó impunemente es crispar. Decir que quienes aplaudían aquello -y aún no lo condenan- apoyan ahora al Gobierno de la nación es insultar. No pasar página de ese terror es no querer contribuir en el proceso de normalización y convivencia de la sociedad vasca. Y así todo.
Que se lo pregunten a Carlos Iturgaiz, actual presidente del PP del País Vasco, que todas las semanas tiene un homenaje de recuerdo en el aniversario correspondiente al asesinato de algún compañero de fatigas políticas. A las familias de todas aquellas víctimas mortales, a los hijos que no conocieron a sus padres, les tiene que consolar con el mejor talante conciliador de quien ve que la política penitenciaria acordada por los socios del Gobierno consiste en que los presos vayan saliendo a la calle de manera imparable.
Lo hemos comentado en otras ocasiones. El declive y debilidad de los partidos constitucionalistas en el País Vasco, hablamos del PP, se ha debido a diversas causas, pero una de las más importantes ha sido la consecuencia de pactar con el PNV (y ahora con Bildu) para garantizarse la gobernabilidad del país.
Núñez Feijóo quiere obtener mayoría absoluta para no tener que pactar con nadie. Lógico. Cuando pare la música espera poner sus posaderas en la última silla que quede, que es la de la Moncloa. Pero si se ve obligado a llegar a acuerdos, si necesita apuntalar su gobierno con otra u otras formaciones, muchos esperarán que haga lo mismo que ahora espera él de Borja Sémper: actuar con dignidad, conciliando y llamando a las cosas por su nombre.
Si Feijóo necesita apuntalar su gobierno con otra u otras formaciones, muchos esperarán que haga lo mismo que ahora espera él de Borja Sémper: actuar con dignidad, conciliando y llamando a las cosas por su nombre