Felipe y Alfonso también nos engañaron
Fueron mis héroes cuando empecé a votar. Tenía yo 18 años cuando el PSOE ganó las primeras elecciones, en octubre de 1982 con Felipe liderando y Alfonso de inseparable segundo. Pensé entonces que el país estaba en buenas manos, como así fue casi todo su mandato hasta los desastres del final. Pero fueron 10 años de buen gobierno, de progreso, de avance a todos los niveles, de continuar el desarrollismo iniciado en los finales 60 y 70 con los tecnócratas del régimen franquista.
Fue eso, con mayores libertades, que significaron también un auge soterrado de los nacionalismos vasco y catalán, porque en el País Vasco y Cataluña Felipe había llegado a una suerte de entente tácita con ellos por la que en las autonómicas ganaban PNV y CiU y en las generales el PSOE. Y eso no estuvo bien, porque los nacionalismos cobraron un auge y construyeron un régimen clientelar en las dos autonomías que ahora estamos pagando.
El Estado decidió no intervenir en ellas, con la educación, con la presencia de los símbolos propios de todo el Estado, de la nación española. Felipe y Guerra dejaron las autonomías vasca y catalana en manos de los nacionalismos y eso fue decididamente catastrófico y las consecuencias las estamos pagando ahora. Porque todo el mundo, en País Vasco y Cataluña, solo quería ser más vasco, más catalán, porque el ambiente social, la opinión pública solo respiraba por esos objetivos. Y la presencia de España se fue diluyendo y es por eso que ahora lo estamos pagando, todos lo estamos pagando.
Felipe González y Alfonso Guerra en todas sus entrevistas y declaraciones siempre han dicho que España es lo primero y que después está el partido, su partido, el PSOE, el que ellos construyeron como es hoy, partiendo de un partido que hasta Suresnes no fue nada durante todo el final del franquismo, porque la verdadera oposición en el exilio, tanto exterior como interior, la había venido haciendo el PCE. O sea, el PSOE que hoy tenemos, similar al gran PSOE de la Segunda República, es el que hicieron Felipe y Guerra.
Felipe y Guerra dejaron las autonomías vasca y catalana en manos de los nacionalismos y eso fue decididamente catastrófico
Pero ellos siempre han dicho que primero han mirado siempre por España y después por el partido. Hay múltiples declaraciones en que lo explicitan así. Pues bien, ahora, durante esta etapa aciaga del sanchismo y por mucho que renieguen de él, de todo lo que está haciendo su líder Pedro Sánchez con tal de mantenerse en el poder, siguen siendo del PSOE y siguen votando a este partido, lo dicen así, y aunque sigan diciendo en todas sus intervenciones, que para ellos siempre ha sido primero España y después el partido, ya no les creemos, no podemos creerles.
Porque este partido y quien lo encabeza y la camarilla que le sigue ciegamente y las bases que le han votado, nos van a llevar al descrédito como país, a la ruina moral y política, a la vergüenza.
Y tampoco es verdad que no puedan hacer nada. No es que no puedan hacer nada, es que no quieren hacer nada. Reconózcanlo. Porque no pueden argüir la edad. La edad no es razón suficiente. Porque están perfectamente lúcidos para hacer las declaraciones que hacen y para reflexionar y para escribir libros y para dar conferencias y para influir socialmente. Felipe González nació el 5 de marzo de 1942. Tiene, por tanto, 81 años. Alfonso Guerra nació el 31 de mayo de 1940. Tiene, por tanto, 83 años.
Pero veamos otras edades. ¿Cuántos años tiene el actual presidente de los Estados Unidos, Joe Biden? Pues nació el 20 de noviembre de 1942. Está, por tanto, a punto de cumplir los 81 años, la misma edad que Felipe. ¿Y me quieren decir que gobernar un país como Estados Unidos, la primera potencia mundial, es igual de lo que sería gobernar España con esa edad? O sea que la razón de la edad no vale en absoluto en este caso.
Si no hacen nada por evitar la deriva a la que nos lleva la inconsciencia y la ceguera de Pedro Sánchez es pura y simplemente porque no quieren, porque no les da la gana. Y es por eso que tengo que decir que no me valen para nada las expresiones de ambos, Felipe y Alfonso, cuando despotrican contra Sánchez, cuando se manifiestan en contra de lo que hace. Porque luego, lo cierto y verdad, es que le siguen votando. Y que no hacen nada por cambiar este estado de cosas en su partido al menos.
Como lo del otro día, cuando la jura de la Constitución de la Princesa de Asturias. Cuando le preguntaron a Felipe González si él se habría reunido en Waterloo con Puigdemont. A lo que contestó al periodista que se lo preguntaba: ¿Por quién me ha tomado? Pues se lo voy a decir: le hemos tomado por alguien que no es capaz de hacer nada por revertir la situación, cuando por su prestigio, su conocimiento, su autoridad moral y política y su capacidad sería perfectamente capaz de hacerlo. Por el bien de España, a la que tanto dice poner por encima de cualquier otro interés personal o de partido.
Podrían, por ejemplo, decir que están dispuestos a fundar un partido que recoja las verdaderas esencias del PSOE que fundaron, podrían poner a la actual militancia en el brete de tener que elegir, o con ellos o con Sánchez. Podrían hacer muchísimo más de lo que hacen. Si quisieran, claro. Podrían poner al socialismo en España en la encrucijada de seguir a un iluminado como Pedro Sánchez, que solo mira por su silla, o a seguirles a ellos hasta donde les alcancen las fuerzas.
Si no hacen nada por evitar la deriva a la que nos lleva la inconsciencia y la ceguera de Pedro Sánchez es pura y simplemente porque no quieren
Si es verdad que, como siempre han dicho, para ellos lo primero siempre ha sido España y lo segundo el partido, tendrían que demostrarlo de algún modo ahora, que es cuando de verdad hace falta de nuevo su presencia y su ascendiente social y sobre todo político. Pero yo ya no me lo creo. Ahora entiendo la sonrisa sardónica de Alfonso Guerra al inicio del acto de presentación de su último libro “La rosa y las espinas” junto a Felipe González.
Estaban los dos allí, en el estrado, juntos en público después de tanto tiempo de distanciamiento y hubo mucha gente, muchos no socialistas, con gran expectación esperando alguna declaración, algún gesto de verdadera rebeldía contra el estado de cosas del PSOE actual. Y entonces Alfonso Guerra lució su sonrisa malévola de las mejores ocasiones para recordar al auditorio que aquello era simplemente la presentación de un libro. Para que no quedara dudas. Echando un jarro de agua fría a la ilusión suscitada y además regodeándose con eso, puesto que sabía para qué estaba tanta gente allí esperándoles. Aquella sonrisa y aquella declaración de intenciones de verdad que no hizo ninguna gracia a la mayor parte del auditorio que fue a escucharles, a verles.
Así que ya no nos quedan dudas: esta pareja que tanto significó para la completa restauración de la democracia en España, que tantas veces declaró que primero siempre había sido España, la convivencia, la consolidación del progreso, ahora, cuando se podía esperar algo de quienes protagonizaron aquel tiempo, que muchos querríamos ver rescatado de nuevo, de la mejor etapa del PSOE actor principal de la democracia recuperada, para poner un poco de orden en el desastre actual al que nos han llevado y nos llevan los dos últimos presidentes socialistas que hemos tenido, antes Rodriguez Zapatero con la Ley de Memoria Histórica, verdadero ariete contra la concordia y la reconciliación, y ahora este Pedro Sánchez aliado de todo lo peor de la política española, ahora, no podemos tampoco recurrir a ellos, a quienes fueron protagonistas principales del PSOE, porque no era verdad que para ellos primero fuera España y luego el partido. También ellos nos engañaron con eso.