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España

Esta semana España ha descubierto, de golpe y porrazo, que supone estar gobernado por el separatismo y ha quedado en estado de shock. Para una inmensa mayoría de españoles lo que viene sucediendo en Cataluña, por obra y gracia de la nefasta gestión del independentismo, era como un ruido de fondo, algo molesto, del que sentían ajenos e incluso inmunes. 

Para casi todos los que no viven en Cataluña la fuga de miles de empresas de esa comunidad autónoma hacía otros lugares de España, la deuda pública de la Generalitat -la más elevada de todas las administraciones-, la fiscalidad más alta de las 17 comunidades autónomas, el hecho de que las autopistas de la Generalitat sean de pago versus las del estado que son gratuitas, el fiasco del aeropuerto de Lleida que la Generalitat impulso para romper el monopolio aeroportuario del Estado, el mal funcionamiento de los ferrocarriles de la Generalitat equiparable al nefasto servicio que presta cercanías, el nivel educativo cada vez más bajo en materias como matemáticas o historia, los elevados índices de corrupción, la tasa de okupación más elevada del país, etc era hasta esta semana un tipo de información que progresivamente había ido perdiendo interés.

“¡Cosas de los catalanes!”, decía la gente mientras tomaban café tranquilamente en Madrid, tardeaban en una terraza en Valencia o se iban de tapas por la calle Laurel de Logroño. Pero de repente todo cambió: Pedro Sánchez entrega a los autores del desbarajuste catalán los mandos del gobierno de España y a todos aquellos que, hasta ahora, comprensiblemente, les causaba un cierto hastío “lo de los catalanes”, se dan cuenta que Junqueras, Puigdemont, Aragonés, Otegui y Ortuzar se les han metido hasta la cocina … y que la puerta de su casa se la ha abierto Pedro Sánchez. 

Sánchez se dio de alta el 23 de julio en el Tinder político y están a punto de echarle porque hace de él un uso premium. Lo del presidente del gobierno en funciones hay que reconocer que es notable, no solo conseguirá ser reelegido con el apoyo de partidos que van de la extrema izquierda a la extrema derecha sino que encima estos partidos luchan por su favor, quien le es más útil y quien se hace con él la foto más chuli. Ni la inmensa mayoría de los votantes de Sánchez imaginaron que podía llegar tan lejos y ahora lo observan entre asombrados unos y asustados los otros. 

Pedro Sanchez. Foto Pepe Torres-EFE
Pedro Sanchez. Foto Pepe Torres-EFE

El apetito insaciable de los que acompañan, por interés, a Sánchez en su viaje político lleva a este a ceder y ceder constantemente. Aunque él, tras Yolanda, priorice a Junts la verdad es que ninguno de sus indeseables socios se puede bajar del barco ni abandonar el harén del sanchismo, todos cuentan y en cada votación no puede fallar ni uno. Los recatados nacionalistas vascos y los burgueses de Junts en la misma melé que los comunistas de Sumar. ¡Cómo se tiene que ver!

Cuentan las crónicas que el presidente saliente y entrante está dispuesto a ceder cinco ministerios a Sumar, los mismo que ahora tenían Podemos, IU y En Comú Podem. Es plausible, a él que más le da quien sea ministro, lo que cuenta es quien pernocta en Moncloa y ese será él. 

España será sometida los próximos cuatro años a una prueba de resistencia, otra de las muchas que ha superado a lo largo de su azarosa historia. Nuestro país ha sido prolijo en grandes gobernantes y también en líderes frívolos, irresponsables e inconscientes. La lista de los desastres del siglo XIX y el XX está formada por personajes funestos como Fernando VII o Juan Negrín. Sánchez estará en esa lista, lo que falta saber es cuan mal acaba todo esto para España y sus gentes.   

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