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Megasa se suma a Sidenor y emerge como candidato para ser socio industrial de Celsa

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Megasa, la primera siderúrgica gallega en manos de la familia Freire, emerge como candidata a convertirse en la socia industrial que los fondos buscan para Celsa, el gigante hasta ahora bajo los mandos de la familia Rubiralta y que, en Galicia, cuenta con la factoría de A Laracha, que da empleo a más de 120 personas. Al menos, se trata de una de las opciones que le gustaría a los fondos acreedores, que pretenden la entrada en el accionariado de la compañía de una empresa estatal en los próximos meses para cumplir con los requisitos impuestos por el Gobierno.

Sidenor, empresa vasca que ya mostró su interés en el pasado por Alcoa, y el grupo extremeño CL fueron los primeros en sonar como posibles novios para el grupo catalán. Distintas fuentes del sector consultadas por Economía Digital Galicia dan por hecho que los contactos con estas tres empresas se habrían llevado a cabo. “Es lo normal ya que, al fin y al cabo, no son muchas las firmas en España que pueden pilotar un gigante como Celsa y estamos hablando de compañías saneadas y que ya han dado muestra de su apetito en el pasado”, explican. Sin embargo, de momento, todo es silencio.

Los sindicatos tanto de Megasa como de Celsa Atlantic, la filial de Celsa que opera en Galicia y País Vasco, dejan claro que, por ahora, no han recibido ninguna comunicación de sus compañías a respecto de un interés real por parte de los Freire en convertirse en socios industriales de la siderúrgica.

El laberinto de Celsa

Celsa está actualmente en manos de un grupo de fondos extranjeros liderados por Deutsche Bank después de que el juzgado de lo mercantil número dos de Barcelona diese vía libre a los acreedores para convertir su deuda en el 100% del capital de la empresa, al ser mayor que el valor de la compañía.

Las tres sociedades patrimoniales con las que los Rubiralta controlaban el grupo siderúrgico –Ania Recursos Inversores, Afintex Desarrollos Globales y Gestión Empresarial Bages– presentaron el pasado 15 de octubre concurso de acreedores con un pasivo de más de 500 millones de euros.

En la práctica, la sentencia judicial supuso arrebatar a la familia Rubiralta el control de Celsa, aunque el Gobierno debe pronunciarse aún sobre si autoriza o no esa operación y en qué condiciones. Moncloa ha puesto una serie de exigencias. Además del compromiso de mantener el empleo y la sede social en España, otra de las pretensiones es la entrada de un socio industrial, que sea español y que se haga con una participación que se estima entre un 20 y un 25%. En principio, los fondos tienen un margen de unos nueve meses para cerrar la venta.

Ya el pasado mes de octubre, La Vanguardia indicó que Sidenor y Cristian Lay estaban en la quiniela de Ejecutivo y fondos. Posteriormente, El Economista aseguró que la terna se completaba con Megasa, algo que se da por hecho en el sector industrial debido a la fortaleza del grupo gallego.

Un momento complicado para el acero

No obstante, esas mismas fuentes empresariales apuntan a que encontrar un socio industrial no será tarea sencilla por varias razones. Primero, por la propia envergadura de Celsa. Aunque su problema estaba en la elevadísima deuda que acumulaba, el pasado ejercicio logró un resultado bruto de explotación de 867 millones de euros, además de una facturación que superó los 6.000 millones de euros, unos números muy por encima de los que manejan los eventuales candidatos.

Segundo, por el momento en el que se produce esta operación, con una desaceleración desde principio de año de la demanda industrial en toda centroeuropa, con grandes mercados afectados, como es el caso de Alemania y Bélgica, entre otros, además de la losa que sigue suponiendo el alza de los costes y, especialmente, el precio de la energía. «La realidad es que es un momento complicado para que un grupo del sector acero aumente capacidad. Habrá que ver, en todo caso, cuál es la oferta que le hacen los fondos», opinan.

Pros y contras

De las tres compañías destacadas como hipotéticas socias de Celsa por parte del empresariado, todas tienen pros y contras. Sidenor está presidida por José Antonio Jaenaga, presidente de Aege, la patronal de los grandes consumidores electrointensivos. Se trata de una empresa vasca no excesivamente grande pero con voraz apetito. No le asustan los peces grandes, ya que llegó a pujar por Alcoa dentro del proceso de subasta puesto en marcha en 2021 y finalmente paralizado.

El pasado año facturó 1.067 millones de euros sobre los 744 de un año antes y consiguió un beneficio consolidado de 48,5 millones, casi el doble de lo anotado en 2021. El ejercicio de la inflación, además, adquirió el 100% de le Mecanizado Cremalleras de Dirección por un montante de siete millones de euros así como la valenciana Aguilar Metal Recycling. Distintas voces apuntan, además, a que contaría con el apoyo del PNV.

Los números de Megasa son considerablemente mayores. Los Freire Arteta han configurado un imperio especialmente saneado. Sin apenas deuda bancaria y con factorías en Galicia, Zaragoza, Portugal y, ahora, también en Francia, el año pasado el grupo disparó su beneficio un 60%, hasta los 260 millones de euros. Marcó récord de ganancias y también de ventas, al alcanzar una cifra de negocio consolidada de 2.228,3 millones de euros.

Más internacionalizado que Sidenor, también ha salido de compras a pesar de la situación actual. A principios de este año adquirió Societé Rouennaise de Déroulage (SRD), una metalúrgica francesa con una ubicación clave para la expansión europea. Antes, en 2020, pujó por el grupo extremeño Gallardo Balboa aunque este se quedó, casualmente, en manos de Cristian Lay.

A pesar de la excelente carta de presentación de Megasa, no son pocas las voces del mundo empresarial que apuntan a que, no obstante, una compañía en la que el grupo empresarial tuviese que convivir con fondos no sería del agrado de los Freire, que siempre han navegado solos y con una deuda escasa.

De las tres empresas destacadas la que menos experiencia atesora en el sector es precisamente grupo CL. Es propiedad de Ricarlo Leal, la primera fortuna de Extremadura, que fundó un imperio desde Jérez de los Caballeros, municipio que ronda los 10.000 habitantes. CL nació como una empresa de venta por catálogo, pero acabó siendo un conglomerado industrial con distintas secciones de negocio: acero, energía, productos para animales, packaging, química y consumo.

Con una facturación de 2.300 millones de euros, su gran salto en cuanto a ingresos lo dio con la compra de Gallardo Balboa. Sin embargo, en esta compra existía un componente sentimental e incluso político en el caso de Leal que no está presente en Celsa. En la adquisición pesó y mucho el hecho de que la siderúrgica tenía su base de operaciones, también, en Jérez de los Caballeros…

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