Los expertos vaticinan un frenazo de ventas en Ferroglobe en pleno ERTE en Sabón
Paradoja en Ferroglobe. La matriz de Ferroatlántica cerrará con las ventas y los beneficios más elevados de toda su historia un ejercicio 2022 marcado por su apagón en Sabón, en donde ha apagado sus tres hornos y activado un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) ante la caída de la demanda.
La escalada de las materias primas y la ralentización de la economía global ha reducido las compras de un silicio metal empleado fundamentalmente en los paneles fotovoltaicos, así como en la industria química para ser transformado en siliconas y siloxanos. Esta dinámica de mercado, que, junto a la crisis energética, ha desencadenado el ERTE en Sabón, permanecerá a lo largo de 2023, a tenor de los cálculos realizados por las casas de análisis que siguen a la compañía.
‘Boom’ y caída
Y es que los expertos prevén que la compañía sufra un recorte de ventas del 25,6% en 2023. En concreto, la cifra de negocios de Ferroglobe repuntará desde los 1.779 millones de dólares registrados en 2021 hasta los 2.645 millones en el recién finalizado 2022 antes de caer hasta los 1.967 millones en un 2023 en curso.
De esta forma, Ferroglobe se dirigirá hacia cifras récord en 2022 gracias a su boom en el primer trimestre, pero, de cara a este 2023 notará en sus resultados el enfriamiento de la demanda a nivel global. Este factor arrastrará también a su beneficio neto. La firma que preside Javier López Madrid romperá con su dinámica de números rojos (se dejó 246 millones de dólares en 2020 y 95,7 millones en 2021) para volver a verde con unas ganancias récord de 483 millones antes de, en 2023, ver recortada esta cifra hasta los 483 millones.
Ferroglobe encaja este enfriamiento de la demanda global del silicio metal en un entorno marcado por su parón Sabón. Dirección de empresa y sindicatos acordaron el pasado mes de noviembre un ERTE que afectará a un máximo del 75% de la jornada laboral hasta diciembre de 2023.
Los trabajos en la factoría se reducen ahora a tareas de mantenimiento con la vista puesta en que las instalaciones se encuentren en las mejores condiciones de cara a un futuro reinicio como el que ha tenido lugar en la de Boo, que ha vuelto a encender uno de sus tres hornos.
De los ppa a la amenaza de Sudáfrica
De cara a este reinicio, el comité de empresa subraya que la clave estará en si la compañía logra sellar acuerdos de suministro de energía a largo plazo (ppa), que establezcan un horizonte estable de precios. El propio consejero delegado de Ferroglobe, Marco Levi, había subrayado el pasado verano que el objetivo pasaba por contar con algún acuerdo de este tipo «para enero de 2023».
Sin embargo, pese a las conversaciones entabladas con distintos grupos energéticos, la matriz de Ferroatlántica no ha logrado sellar ningún contrato en esta línea. Además, en medio de este parón en España, Ferroglobe sorprendió este otoño con el anuncio de reinicio de su planta sudafricana de Polokwani.
La factoría, que llevaba años sin actividad, ha arrancado con una producción cercana a las 1.150 toneladas de silicio metal al mes. La hoja de ruta de Ferroglobe marca que esta cantidad se eleve hasta las 3.750 toneladas en el segundo trimestre de 2023.
Ferroglobe destacó en su momento que este movimiento permite «añadir capacidad productiva low cost y estratégicamente localizada, optimizando la huella de sus activos y proporcionando flexibilidad a la hora de canalizar el volátil mercado de la energía en Europa»,. Es por ello que los sindicatos temen una deslocalización de producción a estas instalaciones, tal y como ha ocurrido en los últimos meses con Noruega y Francia como beneficiadas.