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El holding de Manuel Rodríguez vuelve a pérdidas millonarias por el descalabro de Metalships

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El astillero vigués de Metalships inició este lunes una huelga indefinida convocada por el comité, que protesta contra el “desmantelamiento” de la empresa y por los últimos siete despidos acometidos. Aseguran que el seguimiento ha sido “total”. La jornada de paro ha ido acompañada de la presentación ante la Inspección de Trabajo de una denuncia por “represión sindical” así como con fuertes críticas por parte de la representación de la parte social, que asegura que la dirección de la compañía está desviando maquinaria de la atarazana a otro astillero del grupo, Rodman, ubicado en Moaña y cuya suerte, al menos a tenor de sus resultados, es bien distinta.

Tanto Rodman como Metalships forman parte del grupo de empresas en manos de Manuel Rodríguez, histórico empresario naval y presidente del Círculo de Empresarios de Galicia. Es con Abada, su holding inversor, a través de la que pilota sus inversiones en el sector. De esa sociedad penden, de hecho, sus dos astilleros. Los números de la firma volvieron a las pérdidas millonarias el pasado 2022. De un beneficio de 3,5 millones de euros el año precedente pasó a unos números rojos de 3,2 millones de euros.

Los números de Abada

Así lo revelan las últimas cuentas de Abada depositadas ante el Registro Mercantil y consultadas por Economía Digital Galicia. Las mismas evidencian que el descalabro de Metalships, astillero que encadena casi 14 millones de pérdidas en tres años, lastra la cuenta de resultados de un grupo que logró volver a negro en 2021 a golpe de desinversiones, debido a la venta de una fábrica en Portugal.

Con un patrimonio neto que el pasado ejercicio se redujo de 69,5 a 63,7 millones de euros y una cifra de negocios que se elevó de los 28,9 a los 30,5 millones, el resultado de explotación (el propio de la actividad de la compañía) pasó de 1,6 millones en 2021 a un negativo de casi 3,9 millones. El resultado neto consolidado de Abada, o el Grupo Rodman, cayó hasta unas pérdidas de 3,2 millones.

En busca de pedidos

En el informe de gestión que acompaña a su balance, los administradores de Abada dejan claro que el agujero negro está en su división de buques de acero y, en concreto, en el segmento de negocio que tiene que ver con las nuevas construcciones. Este, indican, “se mantiene muy activo comercialmente con un gran número de ofertas realizadas, pero, lamentablemente, no se ha conseguido ningún contrato de nueva construcción, si bien se considera que alguno de ellos podrá firmarse durante el ejercicio 2023 dado el grado de maduración de las negociaciones con varios clientes”.

Básicamente, lo que la dirección del grupo ha dicho también estos días, tras la convocatoria de huelga. Metalships asegura que es preciso redimensionar el astillero y que, aunque los despidos que ha efectuado “cumplen estrictamente la legalidad”, no se acometerán más. Un argumento que no convence al comité de empresa, que este lunes indicaba que tampoco cree en las promesas de nueva carga de trabajo. Aseguran que si fuera cierto que se prevén nuevas construcciones o «sobrevivir» con los trabajos del área de reparación, no se podría explicar que la pasada semana el propio accionista mayoritario acompañase en una visita al astillero a representantes de una empresa holandesa interesada en la posible compra del dique.

De beneficios a pérdidas

De la memoria se extrae que la sociedad dependiente que más pérdidas ha aportado al resultado consolidado del grupo en 2022 fue Metalships, con un negativo de 3,4 millones. Por contra, Rodman pasó de aportar unas pérdidas de 1,3 millones en 2021 a poco más de 30.000 euros en positivo.

Para entender el retroceso en las cuentas del grupo hay que tener en cuenta que en 2021 Abada vendió la totalidad de las acciones que aún poseía en Rodman Lusitania por 17,99 millones de euros, lo que aportó a la compañía un resultado positivo de 9,5 millones de euros que maquillaron las pérdidas de los astilleros gallegos.

Pero, además de sociedades puramente industriales, de Abada también cuelga, o más bien colgaban, vehículos de inversión. En concreto, la sicav Suevia, que el año pasado fue liquidada dentro de la ola de cierres de estas sociedades debido a los mayores requisitos impuestos por el Gobierno central para poder mantener su tributación de un 1% en el impuesto de sociedades.

Manuel Rodríguez retiene cerca del 87% de las acciones del grupo mientras que el porcentaje restante se reparte a partes iguales entre sus hijos, Óscar Rodríguez García y Silvia Rodríguez García.

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