El desastre de WeWork en España: 65 millones de pérdidas y rozando la quiebra desde el minuto uno

WeWork desembarcó en España en 2017 y desde entonces no ha hecho más que perder millones de euros año tras año.

Interior de una oficina de WeWork.

Interior de una oficina de WeWork.

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Los cinco años en España del grupo estadounidense WeWork, cuya cotización en Wall Street fue suspendida y después declarada en bancarrota, se saldan con pérdidas millonarias y dudas sobre su viabilidad desde el primer minuto.

La compañía, que encandiló a inversores y gurús de medio mundo hace poco más de una década con su oferta de lugares de trabajo compartido, y que llegó a valorarse en Bolsa en 50.000 millones de dólares, desembarcó en España a mediados de 2017.

Entre 2018 y 2021 -último ejercicio disponible de la empresa en Registro Mercantil- la filial española de WeWork acumula 65 millones de euros de pérdidas.

Desde el primer momento, y año tras año, la filial española de WeWork no ha tenido más remedio que admitir en sus cuentas la existencia de dudas sobre el mantenimiento de la actividad.

Los gastos de explotación de WeWork en España siempre han sido superiores a la cifra de negocio de la empresa

«La sociedad ha incurrido en pérdidas que han supuesto una reducción de los fondos propios y la existencia de un fondo de maniobra negativo, factores que ponen en duda el seguimiento del principio contable de empresa en funcionamiento (…)», informó la empresa en sus primeras cuentas anuales en España, en 2018.

WeWork España ha evitado no obstante hasta ahora el concurso de acreedores en base al apoyo financiero que ha ido prestando la matriz en Estados Unidos de la empresa. Pero ahora, el mantenimiento de ese apoyo se resquebraja.

En las últimas cuentas disponibles, las de 2021, la filial española del grupo estadounidense informaba que había incurrido en pérdidas, solo ese año, de 18 millones de euros, dejando los fondos propios en un importe negativo de 18 millones, y situándose la cifra del patrimonio neto en un importe inferior a la mitad de la cifra del capital social.

Este hecho supondría que la filial española de WeWork se encontraría en causa de disolución, pero el artículo 3.2 del Real Decreto-ley 27/2021 de 23 de noviembre, de medidas para hacer frente al Covid, las pérdidas de los ejercicios 2020 y 2021 no son tenidas en consideración a la hora de determinar la concurrencia de la causa de disolución.

En 2021 la filial española de WeWork incurrió en gastos excepcionales de 9 millones por fin de contratos

En 2021, WeWork España alcanzó una cifra de negocios de 22,2 millones de euros, inferior a la registrada en el año en el que explotó la crisis del Covid, en 2020, cuando ingresó 25,6 millones.

Los gastos de explotación siempre han sido mayores que los ingresos. En 2021, la filial española del grupo estadounidense registró gastos de explotación por importe de 28,4 millones, doblándose la cifra de reparaciones y conservación de sus inmuebles en comparación con 2020, hasta los cuatro millones.

Ese mismo año incurrió en gastos excepcionales por fin de contratos de nueve millones de euros y cerró el ejercicio con una plantilla compuesta por 31 personas.

El grupo fundado en Nueva York por Adam Newman se presentó como una empresa tecnológica que iba a romper el mercado inmobiliario de oficinas, aunque la fórmula empleada es similar a la que han utilizado otras compañías inmobiliarias desde hace décadas, tratando de codearse con otros unicornios de éxito como Uber.

En 2019, cuando preparaba su salto a Wall Street, al descubrir sus cifras de negocio, inferiores a las pérdidas cercanas a los 2.000 millones de dólares, los inversores comenzaron a desconfiar del grupo y este tuvo que abortar su salida a Bolsa, cesando de su cargo como consejero delegado Adam Newman, y convirtiéndose el banco japonés Softbank en su primer accionista.

La compañía finalmente salió a Bolsa en Estados Unidos a través de una Spac. A pesar de que el grupo trató de reestructurar su negocio modificando sus contratos de alquiler, la crisis del Covid y el posterior impulso del teletrabajo han impedido una mínima recuperación.

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