La sequía hunde la producción agrícola en España por debajo de la media de la UE
La producción vegetal cayó un 13% en el país respecto al 4,6% de la media europea en 2022 y las estimaciones tampoco son favorables para la cosecha de este año
La sequía se ceba con el campo español. Buena parte de Europa se encuentra sumida en una importante crisis ambiental por la escasez de agua, pero España se ha visto particularmente impactada por esta consecuencia el cambio climático. La falta de recursos hídricos ha hundido la producción agrícola nacional por debajo de la media de la Unión Europea.
Según los datos recopilados por CaixaBank Research en el último informe sectorial, la producción vegetal en España disminuyó el año pasado en un 13,6%, frente a la bajada del 4,6% anotada en el conjunto de la comunidad. La disminución de los cultivos del año pasado es, también, mucho más pronunciado que en otros grandes productores del continente. Por ejemplo, en Portugal la caída fue de poco más del 8%, mientras que Francia incrementó la producción en un 2%.
Ya el año pasado, la sequía mermó la cosecha, especialmente, de cereales (-24,3%), de frutas (-20,7%) y de plantas forrajeras (-18,2%). En la campaña pasada, solamente creció la producción de vino y mosto (+1,4%) y de aceite de oliva (+6,4%). Sin embargo, todo apunta a que estos productos también sufrirán un bajón en la campaña de este año.
De hecho, según los expertos de la entidad bancaría, las estimaciones para la cosecha de este año “no son alentadoras”. Concretamente, la producción de cereales de invierno se situaría en 9 millones de toneladas (Mt) en 2023, frente a 14,4 Mt en 2022 y 19,3 Mt en 2021.
Por tipos de conreo, las estimaciones con las que trabaja la Comisión Europea calculan que el trigo español tendrá un rendimiento de 2,2 toneladas por hectárea en 2023, un dato inferior al 2,8 registrado en 2022 y lejos del promedio de 3,5 de los 5 años anteriores. Esta previsión supone una caída del 38,4% interanual, mientras que, de media, el rendimiento del trigo en la UE se ha mantenido estable entre 2022 y 2023. Lo mismo sucede con otros cultivos como la cebada, el centeno, el arroz o la patata.
Por el contrario, los cultivos de verano se han mantenido más resilientes a los estragos del cambio climático. Según apunta la Comisión Europea, el maíz en grano no ha padecido estrés térmico durante la floración y se encuentra en buenas condiciones. En cambio, la producción de aceite de oliva se ha reducido en un 55% en la última campaña, lo que explicaría la importante alza de su precio registrado desde finales de agosto.
Los expertos de CaixaBank aseguran que el motivo de estas mayores dificultades del campo español en comparación con el resto de la comunidad europea son las condiciones climáticas, así como un mayor incremento de los costes de producción. “La persistente falta de precipitaciones en primavera y unas temperaturas más cálidas de lo normal han provocado una anomalía negativa de la humedad en la capa superficial del suelo y unas malas condiciones para la vegetación y los cultivos en plena temporada de crecimiento”, justifican.
Los embalses, en mínimos
En este sentido, el largo episodio de sequía ha afectado epecialmente al Mediterráneo occidental, con un bajón del 16% del volumen de precipitaciones detectado en España en 2022 en comparación con el promedio histórico. En lo que va de año, la situación no ha mejorado, ni mucho menos: el valor de la precipitación ha sido inferior en un 17,1% respecto al registro histórico. Como consecuencia, el agua acumulada en los embalses se encuentra en niveles muy bajos.
En paralelo, la subida de costes también ha mellado al campo español, aunque se trata de un fenómeno que empieza a remitir respecto al récord registrado en el año pasado. El aumento de los consumos intermedios en España vinculados a la industria agroalimentaria (energía, fertilizantes y piensos) se incrementó en un 45,6% en España, mientras que en el promedio europeo crecieron en un 33%. En el resto de grandes productores agrícolas de la comunidad, el aumento fue del 20% en Alemania y Francia, y del 35,0% en Italia y en los Países Bajos.
Ambos fenómenos provocaron las persistentes subidas de precios de los alimentos detectadas en el último año, mientras que impactaron en las exportaciones de alimentos. De hecho, mientras que, en términos de valor, las exportaciones agroalimentarias españolas crecieron en un 6,3% en el primer semestre del año, en términos reales, es decir, en toneladas de productos, descendieron en un 9,1% respecto al mismo periodo del año pasado.
Aun así, los expertos de CaixaBank aseguran que el sector español mantiene sus índices de competitividad, dado que el bajón de las exportaciones ha sido más pronunciado entra los principales países competidores. En el conjunto de la UE, la bajada de las exportaciones en volumen fue del 15%.