FGC, la Renfe de la Generalitat, acumula pérdidas de 115 millones en los últimos cinco años

La pandemia y la escalada de precios de la energía enfardaron los números negativos de la operadora ferroviaria en los años 2020, 2021 y 2022

Un tren de FGC. FGC

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Ferrocarrils de la Generalitat de Cataluña (FGC) se suele poner como ejemplo de buen servicio ferroviario en la comunidad autónoma. La operadora controlada por la Generalitat, una especie de homólogo catalán de Renfe que gestiona varias líneas de tren, no es perfecta, pero suele funcionar con puntualidad; algo que contrasta con el servicio Cercanías, de la empresa estatal, que levanta el descontento de los usuarios día si día también por reiteradas incidencias causadas por el histórico déficit de inversión.

Sin embargo, esto no quiere decir, ni mucho menos, que FGC sea una empresa rentable. Dicen que los servicios públicos lo son porque no dan dinero y la compañía ferroviaria es un claro ejemplo de ellos: suma unas pérdidas valoradas en 115 millones de euros en los últimos cinco años, agravadas por el golpe de la pandemia, según las cuentas consultadas por Economía Digital.

Como en toda empresa dedicada a la movilidad, la crisis sanitaria supuso un fuerte golpe para los resultados de FGC, que ya partía de un mal registro. La corporación perdió 16 millones de euros y 18 millones más en los ejercicios cerrados el 31 de diciembre de 2018 y de 2019, respectivamente.

Durante estos dos años, la empresa ferroviaria facturó una media de 100 millones de euros anuales, a los que hay que sumar unos 67 y 85 millones más en subvenciones, insuficientes para hacer frente a los altos costes que supone mantener tal servicio. Solamente en gastos de personal, ya se dejó 86 y 93 millones de euros en 2018 y 2019.

Los problemas de rentabilidad se agravaron en 2020 con la perdida de la mitad del negocio por las restricciones para frenar el covid: FGC facturó apenas 51 millones de euros ese año. Pese al bajón en el número de pasajeros, los servicios públicos tuvieron que mantener la operativa durante la época más cruda de la pandemia, por lo que los gastos generales se mantuvieron en los mismos niveles que en 2019, dejando a la empresa con unas pérdidas de 28 millones de euros.

La empresa presidida por Antoni Segarra emprendió el camino a la recuperación en 2021, pero a cierre de 2022 todavía no había alcanzado los resultados de antes de la pandemia. El año pasado, FGC logró 95,7 millones de euros en ingresos, un crecimiento del 37% respecto a la cifra de negocio de 2021, a los que hay que sumar 140 millones más en subvenciones. La mejora de la operativa le permitió recortar las pérdidas causadas por el covid hasta los 24,5 millones de euros, aunque sigue estando lejos de los niveles prepandemia.

A los efectos del virus, se sumaron el impacto de la subida de los precios de la energía, algo que generó un descubierto en los presupuestos. Según las cuentas del pasado ejercicio, en la liquidación de las cuentas de FGC se dedujo un déficit de transferencias por parte de la Generalitat de 43 millones de euros. De este total, 20 millones corresponden a la reducción de los ingresos respecto al año 2019 y 18 más a la escalada de precio de la electricidad.

FGC se queda sin Rodalies

Las malas lenguas siempre apuntaban a que, si finalmente el Estado traspasaba al Govern la gestión total del servicio de Cercanías operado por Renfe, FGC pasaría a controlar toda la red ferroviaria catalana. Este jueves Esquerra Republicana y el PSOE anunciaron un pacto para ejecutar el traspaso integral de Rodalies a la Generalitat, a cambio de investir a Pedro Sánchez, acompañado de un giro de los acontecimientos.

El ministro de Presidencia, Félix Bolaños, ha explicado que ambas administraciones crearán una empresa conjunta que gestionará este servicio de trenes de corta distancia de forma conjunta. La sociedad nacida del acuerdo estará coparticipada por los dos ejecutivos, pero la Generalitat poseerá la mayoría del capital. El Govern también nombrará al presidente de esta empresa, que se llamará Rodalies Catalunya, en un consejo en el que las decisiones importantes se tomarán por mayoría reforzada.

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