Ribera revisa el Plan de Energía con dudas ante la avalancha de renovables
El 'efecto llamada' a las renovables puede ser un problema si no se gestiona bien su entrada en el sistema eléctrico
La explosión del sector renovable ha pillado por sorpresa -relativa- a todos. Tanto, que el Gobierno se va a enfrentar a un problema que no estaba previsto: cómo gestionar tanta entrada de MW en el sistema durante los próximos años. Y, lo más importante, cómo dejarlo por escrito sin que pierda validez.
El Ministerio para la Transición Ecológica se encuentra ultimando los detalles del nuevo Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) que debe estar listo para el verano. Este documento, que tiene que pasar por Bruselas, es la guía que fija los objetivos de descarbonización de los distintos Estados miembro.
En el caso español, el documento necesita una revisión en profundidad, pero no solo eso. Necesita reflejar la realidad de un ‘boom’ que, si no se controla bien, puede terminar provocando problemas de gestión en la red eléctrica. Y esto, precisamente, tiene al equipo de la ministra Teresa Ribera con dudas, según ha podido conocer ECONOMÍA DIGITAL en fuentes del sector. ¿Ir hacia un PNIEC más ambicioso de lo necesario, o ser más conservador para no lanzar un ‘efecto llamada’ que luego complique la gestión?
Aunque para esto último es tarde. Según los datos manejados en las últimas semanas, a raíz de la fecha límite para la aprobación de los permisos ambientales (DIA), trascendió que en España estaban en diferentes procesos de tramitación más de 100.000 MW entre energía fotovoltaica y eólica.
Esto supondría, bajo los parámetros del actual PNIEC -que será sustituido por la próxima revisión-, que se sobrepasaría los 90.000 MW proyectados entre estas dos tecnologías de cara al año 2030. Todo ello, sin contar con ‘polémicas’ que se deberán abordar como la prolongación de la vida útil de las centrales nucleares, que lógicamente impactan en la gestión de ‘mix’ energético.
¿Demasiadas renovables?
Desde hace tiempo, diferentes voces expertas del sector alertan sobre un efecto colapso en el sistema si se da entrada demasiada potencia en un lapso de tiempo muy breve. Básicamente, porque las tecnologías no gestionables, como la eólica y la solar, desvirtuarían el ‘mix’ al tener una gran producción en horas concretas, mientras que en otras se necesitarían tecnologías de respaldo.
En esta línea, hace unos días en un foro organizado por la patronal eólica AEE, la presidenta del operador eléctrico del sistema (Omie), Carmen Becerril, identificaba con claridad el gran problema de los «vertidos»; es decir, cuando sobra electricidad en el sistema y no se usa.
Puso de manifiesto que «es verdad que las horas centrales del día tienen una expectativa de caída de los precios por exceso de oferta de energía. Y si hay algo indigno en el sector eléctrico es verter megavatios hora. Eso es lo que no podemos permitir».
No obstante, nadie ayuda a desinflar esta espiral de las renovables. El propio presidente de la patronal solar Unef, Rafael Benjumea, ha asegurado en el marco de la Feria Genera, que la fotovoltaica está en disposición de alcanzar los 65.000 MW para 2030. Esto sería superar en un 50% lo que establece actualmente el PNIEC. Pero el problema sigue siendo el mismo: ¿puede gestionar la red ese volumen con las peculiaridades de la solar y la eólica?