Val d’Aran: de ruta por algunos de los pueblos más bonitos de Lleida

Entre escarpadas montañas, picos nevados y algunas de las mejores pistas de esquí de España, los pueblos de la Vall d'Aran lucen especialmente nevados en esta época del año

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Quizás la más desconocida de Cataluña y sin duda la que menos viajeros recibe, la provincia de Lleida guarda sin embargo muchos tesoros por descubrir. Bosques y lagos, pueblos, monasterios y trenes llenos de encanto se suman al que quizás sea su máximo atractivo: el Pirineo, que en invierno es el protagonista indiscutible con sus valles nevados y sus estaciones de esquí que se cuentan entre las mejores de Europa.

Si hay un destino invernal que despunta en Lleida es, sin duda, la Val d’Aran que suma, en un territorio de alrededor de 620 km -la mayor parte por encima de los 2.000 metros de altura-, un total de 33 pueblos, muchos de ellos preciosos núcleos de calles empedradas y casas con techos de pizarra, iglesias románicas y hermosos paisajes encajonados entre escarpadas montañas. Y, claro, el centro invernal de Baqueira-Beret con sus infinitas posibilidades para esquiar, practicar snowboard o hacer rutas en raquetas de nieve.

Esquiador en Baqueira-Beret
En el valle se ubican algunas de las mejores pistas de esquí de España. Foto: Baqueira-Beret.

Plagada de particularidades, que van desde su lengua propia, el aranés, con raíces en el occitano, a un sistema de gobierno propio, el Conselh Generau d’Aran, presidido por el Síndic d’Aran y una gastronomía particular, la Val d’Aran es un destinazo durante todo el año, pero que en invierno y nevado luce más hermoso que nunca.

Estos son algunos de sus pueblos más bonitos.

Bagergue

En el Naut (alto) Aran, a 1.490 metros sobre el nivel del mar, Bagergue es el pueblo habitado más alto de todo el valle. Su interesante centro histórico, con sus casitas de piedra con tejados de pizarra y balcones de madera, está catalogado en el Inventario del Patrimonio Arquitectónico de Cataluña, donde sobresale el museo Eth Corrau.

Sus 2.500 piezas en exhibición recuerdan la vida rústica aranesa, que se desarrolló en semiaislamiento durante siglos. Incluido en el club de los Pueblos más bonitos de España, también hay que ver puntos como Casa Menginat, Casa es de Pansart, la iglesia de Sant Fèlix del siglo XII, la Quesería más alta del Pirineo y la ermita Santa Margarida de Bagergue, a un kilómetro de distancia al norte de Bagergue.

Iglesia de Sant Feliu de Bagergue
Bagergue. Foto: Los Pueblos más bonitos de España.

Bagergue es el pueblo habitado más alto de toda la Val d’Aran

Arties

En una llanura de Naut Aran donde se cruzan los ríos Valarties y Garona, a unos 7 km de la estación de Baqueira-Beret, se encuentra Arties, uno de los pueblos más bonitos de la Vall ‘Aran y una auténtica joya del Pirineo catalán.

Se trata de un pueblo de postal en el que sobresalen sus cuidadísimas casas renacentistas como la de Ço de Paulet y la iglesia parroquial de Santa María de Arties, una construcción románica levantada entre los siglos XI y XII en la que sobresalen sus dos campanarios, así como las pinturas al fresco en su interior.

La iglesia de Sant Joan, de estilo gótico y actualmente empleada como sede de exposiciones temporales, los restos del castillo de Arties o Entrasaigües y los Baños de Arties son otras de las visitas recomendadas. Si se camina unos 10 minutos del pueblo se llega a unas piscinas termales ubicadas junto a unos baños de aguas sulfurosas creado en 1817.

Arties bajo nieve. Foto: Torisme Val d’Aran.

La localidad cuenta además con una buena oferta de restaurantes, así como un alojamiento singular, el Parador de Arties, una joya de la arquitectura aranesa de los siglos XIV y XV, conocido como Casa de Don Gaspar de Portolá, descubridor de California. Sus techos abuhardillados, sus estancias cálidas y sus vigas de madera, junto a las panorámicas sobre el pueblo y las cumbres de las montañas, completan una estancia de diez.

Vielha

Capital de la Val d’Aran, ningún recorrido por el valle estaría completo sin hacer parada en Vielha, una coqueta ciudad pirenaica ubicada en la confluencia del Garona con el Nere, a algo menos de mil metros de altitud.

En Vielha, las grandes avenidas dominadas por tiendas de deportes de aventura y turismo activo, de productos gastronómicos o boutiques contrastan con las callecitas más estrechas del casco antiguo, salpicadas por restaurantes, bares y vinotecas donde degustar los mejores sabores del valle.

Vielha, capital de la Vall d'Aran.
Vielha, capital de la Val d’Aran. Foto: Unexpected Catalonia | Unsplash.

La iglesia de Sant Miquèu, dedicada al santo que fue también príncipe con su imponente torre octogonal rematada con un esbelto campanario de pizarra, típico de Val d’Aran, se alza en el centro de Vielha junto al edificio porticado del Ayuntamiento y el edificio de Correos que oculta en su interior el preciado Cristo de Mijaran.

Al pasear hay que ver el Museo Etnológico, ubicado en la Torre del General Martinón (una casa del siglo XVII), la casa señorial Ço de Rodès y el Museo de la Lana, que guarda una teledora Mülle Jenny, testigo del auge que tuvo el sector textil en Val d’Aran durante el siglo XIX..

Bossòst

Los amantes del románico tienen una joya para descubrir en Bossòst, donde se encuentra la hermosa iglesia de Mair de Diu dera Purificación, catalogada como Bien Cultural de Interés Nacional.

Una de las iglesias románicas más bonitas de la Val d’Aran es la de Mair de Diu dera Purificación, en Bossòst

Muy cerca de la frontera con Francia, desde donde se llega a través del bellísimo puerto del Portilhòn, se trata de un pueblo muy animado del Bajo Aran. Desde su plaza se llega al barrio de Cap dera Vila, donde sobrevive un antiguo lavadero público; y si se pasea por el paseo arbolado de Eth Grauer, que rodea al Garona, se puede descubrir un elegante rincón con casas de aires franceses, con una activa vida comercial entre sus bares y restaurantes.

Unha

El escarpado Pui d’Unha vigila este pueblo que es un auténtico balcón para ver el glaciar y los picos de Matadeta.

El pueblo de Unha. Foto: Torisme Val d’Aran.

Unha tiene varios rincones históricos para descubrir, como la iglesia románica de Santa Eulària, con frescos de un maravilloso pantocrátor y una bellísima torre octogonal que se alza sobre el armónico conjunto de casas aranesas entre las que destacan Ço de Brastet, de 1580.

En esta casa se encuentra precisamente el curioso Musèu dera Nhèu, el único de Europa dedicado a cómo la nieve y los duros inviernos han moldeado la vida del valle.

En Unha está el único museo de Europa dedicado a la nieve

Bausén

En el Bajo Aran destaca la localidad de Bausén, uno de los pueblos que mejor conservan su estética rústica, como se ve en sus viviendas de piedra y sus tejados de pizarra.

Desde aquí hay hermosas vistas del valle de Torán, hito natural que compite con la belleza del bosque de Carlac, un hayedo milenario ubicado a poca distancia.  

En el pueblo está la iglesia de Sant Pèir Ad Víncula, del siglo XVIII, relacionada con la leyenda de los amantes de Bausén y su amor prohibido, que tuvo como desenlace el cementerio pagano más pequeño (y con mejores vistas) de España.

Bausén, en la Vall d'Aran
Bausén. Foto: Wikimedia Commons.

Les

Les es el último pueblo español antes de pasar a territorio francés por el Puente del Rey. Además de un subsuelo por el que fluyen aguas termales de propiedades saludables para la piel, que se explotan en las Thermas de la Baronia de Les, aquí se ubica un centro de producción ecológica de uno de los caviares más valorados del mundo: el caviar Nacariï, procedente del esturión.

Además, la localidad presume de una de las capillas románicas mejor conservadas del valle, la de Sant Blai, y mantiene una de las tradiciones milenarias más populares: la quema del Haro, que se lleva a cabo la noche de San Juan, amenizada al son de los tradicionales acordeones de la zona.

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