Moncloa prepara la estrategia de bloqueo si Sánchez y Díaz suman más escaños que Feijóo

El equipo de Sánchez quiere replicar la hoja de ruta de 2015 cuando, tras pegarse un batacazo bíblico, Sánchez tomó la iniciativa pactando con Cs y forzó al Congreso a una repetición electoral mientras Rajoy miraba

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicesecretaria del PSOE, María Jesús Montero

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No hay ninguna encuesta que pronostique una victoria del PSOE en las elecciones generales. Y muy pocas son las que, hoy por hoy, sostienen que puede construirse una mayoría en torno a Pedro Sánchez como durante la última legislatura. Es por esto que en un círculo reducido de Moncloa han comenzado a trabajar en un plan B: cómo prepararse para defender una actitud de bloqueo parlamentario que conlleve a una hipotética repetición electoral. Desde sectores parlamentarios sostienen que esta opción es remotísima, pero que es la única que tiene Sánchez para evitar decir adiós al Gobierno.

En Ferraz, sede socialista, prevén ya que, si no logran unos resultados el 23J que permitan intentar una investidura de Sánchez, las presiones internas en el PSOE para que el presidente facilite con la abstención la investidura de Alberto Núñez Feijóo (PP) van a ser crecientes. Un escenario que calcaría prácticamente el bochorno orgánico que vivió el partido en 2016 y que terminó con la salida por la puerta de atrás del secretario general.

La única opción de Sánchez contra Feijóo

Pero este es un camino que sin duda Pedro Sánchez no quiere volver a recorrer, y por ello intenta construir un argumentario que le permita sostener una posición de bloqueo a Feijóo a partir de septiembre. Para ello, necesita dos elementos que, a día de hoy, parecen complicados de alcanzar: el primero, que PP y Vox no sumen una mayoría absoluta de más de 175 diputados. Si así fuera, el PSOE ni ningún otro partido tendría vela en ese entierro. La segunda, que PSOE y Sumar obtengan más diputados que el Partido Popular.

En este muy hipotético escenario, al PP no solo le valdría el concurso de Vox, sino que necesitaría sumar alguna otra formación como el PNV, cuya coexistencia con los de Santiago Abascal es improbable. En esta circunstancia de bloqueo donde debería interceder el PSOE, Sánchez recuperaría, como ya avanzó hace un mes ECONOMÍA DIGITAL, su clásico «no es no» y afirmaría que, una vez la alianza de derechas es incapaz de formar gobierno, son las fuerzas del actual Gobierno las que deberían volver a ser investidas, puesto que tienen más apoyos parlamentarios que el PP.

Es decir, Feijóo, con menos escaños que Sánchez y sus ‘vicepresidentes’, debería facilitar la reedición de su Gobierno de coalición puesto que la estrategia autonómica (PP+Vox) es insuficiente e inviable. Es una estrategia que el dirigente socialista conoce. En 2015, el PSOE alcanzó un pacto de investidura con Ciudadanos, que sabía desde el principio que era inviable porque, siendo una alianza que no alcanzaba la mayoría, no contaba con el apoyo adicional de Podemos.

Pero sirvió a Pedro Sánchez para tomar la iniciativa. Había sacado el peor resultado de la historia del PSOE con 90 escaños, frente a los 123 de Mariano Rajoy (PP), pero tomó pronto la iniciativa con la jugada de Ciudadanos (40), lo que le permitió situar su alianza de legislatura en 130 escaños. Desde el principio se sabían sus objetivos inviables, pero presentó una investidura (fallida) y con esta estratagema llevó al Congreso a una repetición electoral.

La historia se repite

Sánchez sabía entonces que no sería investido, como lo sabrá si aplica esta estratagema tras el 23J. Pero, igual que entonces, le servirá para armar una defensa discursiva que le permita resistir a los dirigentes territoriales del PSOE que empiecen a mostrarle la puerta de salida (otra vez). Y con suerte, confundirá el argumentario a sus oponentes, que habrán tenido un resultado bastante peor al esperado. En este caso, es posible que,Sánchez firmara un acuerdo rápido de investidura con Yolanda Díaz (que rebosaría humildad), y presentara una candidatura que contaría con más apoyos que el PP, que andaría desconcertado por la tarea hercúlea de armar una investidura con tres o más apoyos. Es decir, la combinación perfecta para Sánchez: un escenario de caos donde nadie tiene una salida fácil y en la que, erre que erre, el presidente toma la iniciativa y acaba con la paciencia y el raciocinio de los demás.

¿Es este escenario factible?

Lo primero, recuerdan las mismas fuentes del partido, este escenario es improbable. Pedro Sánchez está remontando en las encuestas en la medida que Yolanda Díaz se descalabra. Según la encuesta de Metroscopia para El Mundo, el PP obtendría entre 144 y 147 escaños, frente a los 105-108 de PSOE y 30-33 de Sumar. Es decir, la horquilla más alta de la izquierda se queda a tres escaños de la horquilla más baja del PP. Más abultado es la diferencia que arroja Gad3 en ‘ABC’, donde el PP con 151 escaños, le saca 10 escaños a PSOE-Sumar. Hay que irse a los sondeos de medios como La Vanguardia para encontrar una posición ganadora de las fuerzas de la coalición, aunque en ese caso la derecha gobernaría con absoluta por la fortaleza de Vox.

La intención verdadera de Pedro Sánchez

Pedro Sánchez busca con esta estrategia subrayar la necesidad de aplicar un cordón sanitario a Vox que cristalice en el Parlamento y, que sobre todo, disuada a fuerzas como el PNV o algunos regionalistas con diputado de facilitar una investidura de Feijóo. Mientras mina los ánimos en el rival, Sánchez reclamaría presentarse a la investidura y Yolanda Díaz diría que, por favor, sí. Correrían los plazos. Evitaría la autocrítica o reflexión interna en el PSOE, tal y como la ‘mató’ cuando convocó elecciones generales. Lo bueno para Sánchez, es que esta vez el poder orgánico en el PSOE está mucho más débil que hace siete años, después de que el 28M retirara de la política a Lambán, Vara y Puig, además de la ya proscrita Susana Díaz.

En el mejor de los casos, arroja a España a una repetición electoral donde, quién sabe lo que habrá ocurrido esos meses y las perspectivas de un cambio demoscópico. En el peor de los casos, patada hacia adelante, y se mantiene como líder de la oposición a la espera de un tropiezo de Feijóo. Tres años como máximo, agarrando el poder en el PSOE y dedicándose a colocar a sus ‘ministros’ en el poder orgánico regional del partido. La cuestión no es tanto si los barones del PSOE lo aceptarán, si no si serán capaces de acabar con el secretario general de forma permanente esta vez.

Pero, para todo, esto, recordemos, Pedro Sánchez debe todavía darle la vuelta a las encuestas. Habrá que esperar al debate de hoy entre Sánchez y Feijóo en Atresmedia para ver si el presidente comienza a testar esta estrategia.

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