Estupor en el PP: el Gobierno rechazó incluso un ‘sí’ al decreto anticrisis

Las relaciones entre el Gobierno y la oposición son inexistentes, no sólo para medidas económicas sino para otras como la reforma del artículo 49 de la Constitución

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La actividad parlamentaria vuelve este martes al Congreso y con ella nuevas medidas que el Gobierno pretende aprobar. El presidente, Pedro Sánchez, informa, a petición propia, sobre los últimos Consejos Europeos, sí, pero también de las medidas adoptadas por su Ejecutivo para hacer frente a las consecuencias económicas y sociales de la guerra en Ucrania. Entre ellas está el nuevo decreto anticrisis, que incluye la rebaja del IVA en algunos alimentos, una propuesta que, a priori, el PP pretendía apoyar.

La intención del Gobierno es suprimir el impuesto de todos los alimentos de primera necesidad y bajarlo del 10% al 5% para el aceite y la pasta. Desde el 1 de enero ya no se paga el impuesto de valor añadido por productos como el pan, harinas panificables, leche, queso, huevos, frutas, verduras, hortalizas, legumbres, patatas y cereales. La música no sonó con malos oídos en Génova, donde el líder de los populares, Alberto Núñez Feijóo, dio instrucciones claras: arrancar una negociación discreta con Moncloa para, con un par de cambios, darle el sí del PP al decreto.

Sin embargo, la ministra María Jesús Montero declinó la propuesta encabezada por el vicesecretario económico del PP, Juan Bravo, y le remitió a los dirigentes del PSOE en el Congreso de los Diputados, según fuentes de Génova. Es algo que, desde entonces, ha dejado estupefacto a la dirección de Génova. «Ni para un sí quieren tener relaciones con nosotros», afirman desde el entorno de Feijóo. En la actualidad, todos los puentes entre ambas formaciones están volados, incluso a pesar de los movimientos del Gobierno para la reforma constitucional del artículo 49 que propone el PP, que trataría exclusivamente de revertir el término disminuidos por discapacitados.

Otras medidas sociales que el PP no aprobó

Por no hablar, claro, del contenido de la respuesta, algo que ya insistió Génova hace unos días que se trataba de un dislate. «Sí negoció otros textos económicos con los grupos minoritarios a través de ministros no diputados, como el ministro de Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, Félix Bolaños», aseguraron entonces. La excusa de los socialistas se trataba de que el decreto estaba ya en tramitación en la Cámara.

Pero los recelos son compartidos. De hecho, el PSOE recuerda los noes del PP a otras medidas de carácter social de los últimos meses, como anteriores bajadas del IVA de la luz, la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), la bonificación de 20 céntimos en los carburantes, la gratuidad de los billetes de tren de media distancia o Cercanías o el cheque ayuda de 200 euros para familias vulnerables.

Las condiciones de los populares no eran muy exigentes. En primer lugar, solicitaban que el Ejecutivo amplíe su rebaja del IVA para algunos alimentos básicos como el pescado, la carne y las conservas, una medida que ya ha sido planteada por Alberto Núñez Feijóo en reiteradas ocasiones desde hace algunos meses.

Buscar un perfil centrista

Pero, sobre todo, sustentar este decreto anticrisis les servía para darle visibilidad a su perfil más centrista, con una medida que apoya ampliamente el grupo de votantes a los que pretende convencer el PP: el centro izquierda, para conseguir un apoyo más trasversal que le catapulte a la Moncloa. También para diferenciarse y apuntalar la sensación de que el PP no se deja gobernar por Vox tras la reciente polémica sobre el aborto en Castilla y León.

Sin embargo, el hecho de que la geometría del Congreso no jugara a su favor -la abstención del PP vuelve a no a ser determinante- y el hecho de que los socios habituales de Sánchez vean con buenos ojos el decreto anticrisis tal y como está consiguió que el PSOE les diera el portazo. Algo que en Génova no terminan de comprender: para qué pactar con los extremos si es posible hacerlo desde el centro, razonan. Una actitud que cristalizará en el debate de este martes, donde el tono de las intervenciones marcará el arranque del curso parlamentario en un año puramente electoral.

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