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Feijóo y la desgracia útil del PNV 

Tiene Fernando Aramburu, autor de la célebre novela Patria, otra obra importante, pero menos conocida, que lleva por título La utilidad de las desgracias. Es un compendio de los artículos que escribió para el diario El Mundo en 2017, donde hace interesantes reflexiones sobre las cuestiones que condicionan el devenir de las personas a lo largo de los aciertos y desaciertos, las alegrías y tristezas que componen la vida, la existencia de cualquiera de nosotros.

Y parece claro que muchas veces hay desgracias que, paradójicamente, resultan sumamente útiles. De ahí el título del libro. Una enfermedad grave, por ejemplo, lleva a mucha gente a centrarse en lo que de verdad cree importante en la vida y a dejar de lado otros asuntos menores que hasta ese momento solo le restaban energía. 

Mientras escuchaba a Alberto Núñez Feijóo en su fallida sesión de investidura, así como las réplicas y contrarréplicas del resto de grupos, no pude menos que acordarme de los artículos de Aramburu y de la gran oportunidad que ha encontrado el líder del PP en su anunciada derrota. Consciente de su debilidad numérica, fruto sobre todo del sonoro portazo del PNV, el vencedor de las últimas elecciones generales se dedicó a hablar sin circunloquios y a dejar claro que lo que une otra vez al Frankenstein-2 no es el progresismo ni el bien común, ni mucho menos el futuro de España.

El líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo durante la segunda votación a su investidura. EFE/Juan Carlos Hidalgo

Feijóo anunció que con Sánchez y sus socios se afianzará aún más la martingala política que consiste en decir una cosa y hacer la contraria sin que nadie se escandalice. Porque como hacen en los buenos juegos de magia, la atención del público será oportunamente desviada de lo importante. 

La desgracia útil de Feijóo

La desgracia útil de Feijóo es que el PNV ha preferido repetir su experiencia de kleenex con Pedro Sánchez antes que obtener los suculentos rendimientos que le habría supuesto dar estabilidad a un gobierno del PP. En su cálculo electoral, los de Andoni Ortuzar han optado por sumarse a la incierta aventura del proyecto político que prepara la izquierda española, aun a sabiendas de que les puede llevar al abismo, a la pérdida del poder hegemónico en el País Vasco.

Una desgracia para el PP que le va a permitir, sin embargo, no tener que ceder a las exigencias insaciables de los de Sabin Etxea y a estar, a la vez, en un continuo sinvivir pensando en qué momento entrarán en la Moncloa como los generales de Viriato entraron en su tienda. 

El portavoz de PNV, Aitor Esteban. EFE/SERGIO PEREZ

Un gobierno del PP sustentado en los votos del PNV hubiera significado dar oxígeno a un régimen en el País Vasco que se perpetúa en una supuesta “estabilidad” que empieza a dar signos de agotamiento en lo económico, lo político y lo social. En dura pugna con EH-Bildu, el PNV centra sus esfuerzos no tanto en mejorar la vida de los vascos como en vaciar Euskadi de todo cuanto tiene que ver con España y, de paso, en dejar al constitucionalismo y al propio PP vasco en lo más parecido a un pez fuera del agua.

Y todo ello mientras en Madrid tratan de parecer un partido de Estado con Aitor subido al tractor. Pero Feijóo ha tenido la “desgracia” de que le hayan dicho que no y no le haya quedado más remedio que convertirse en el líder de una oposición que, además de útil, deberá ser la garante del respeto a las leyes que sostienen nuestra democracia. 

Frenar un deterioro democrático

Núñez Feijóo, consciente de la desgracia que supone ganar unas elecciones y no poder gobernar, ha asumido su destino convencido de que la grave amenaza del independentismo, sus exigencias y la actitud condescendiente de Sánchez y sus socios le van a obligar a emplearse a fondo para frenar un deterioro democrático e institucional que parece inevitable.

Impedir por todos los medios legales la amnistía y el referéndum deben ser sus prioridades. Solo así conseguirá el desmoronamiento del Frankenstein-2 y evitará una tercera versión del monstruo y, solo así, el PP podrá garantizarse llegar a la Moncloa con la ventaja de un gobierno estable, posiblemente de mayoría, no sujeto al chantaje nacionalista. 

Mientras tanto, el PNV seguirá su errante camino “progresista” tan difícil de entender para buena parte de sus bases y de sus votantes. Pero quién sabe. Tal vez sufran una derrota electoral en primavera que acabe demostrando, una vez más, la utilidad de las desgracias. 

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