El esfuerzo titánico de Pedro Sánchez para expulsar al PSOE del poder
El título de este artículo, que no pertenece a la cosecha propia del autor de las líneas que a continuación siguen, está extraído de una declaración off the record de un ex dirigente del PSOE. Lúcido, el socialista en cuestión.
Algunas pruebas fehacientes del intento de expulsión
El indulto a la carta –después de haber prometido exactamente lo contrario- de unos políticos condenados en firme por el delito de sedición. ¿Cómo puede mantenerse en el poder un Presidente y un Gobierno que liberan de pena y prisión a quienes han intentado romper -según reza el artículo 2 de la Constitución- “la indisoluble unidad de la Nación española”? Suma y sigue: la derogación –también a la carta- del tipo penal de sedición del Código Penal y la reducción –también a la carta y en este caso contra la doctrina europea- de pena del delito de malversación. ¿Cómo puede mantenerse en el poder un Presidente y un Gobierno que facilitan el “lo volveremos a hacer” de quienes atentan contra el orden constitucional?
El control del Poder Judicial -después de haber prometido exactamente lo contrario- por la vía de la colonización –incluso partidista con exministros incluidos- del Ministerio Fiscal (“¿de quién depende la Fiscalía?”, dice Pedro Sánchez) y del Tribunal Constitucional (“El vuelo de las togas de los fiscales no eludirá el contacto con el polvo del camino”, sentenció el ahora presidente del Tribunal Constitucional cuando era Fiscal General). Ello, a la espera –con el auxilio de la mayoría en el Congreso- de hacer lo propio con el Tribunal Supremo y el Consejero General del Poder Judicial. ¿Qué garantías democráticas ofrece quien desea convertir el Poder Judicial en un apéndice del Gobierno?
¿Se puede aceptar un Presidente y un Gobierno que cultiva con atención diligente, sumo cuidado y esmero semejantes malas compañías?
La coalición gubernamental y el pacto -después de haber prometido exactamente lo contrario- con partidos políticos o coaliciones de partidos políticos que se singularizan por su afán de constituyente, por atentar contra la integridad del Estado y por haber comulgado con organizaciones de carácter terrorista. ¿Se puede aceptar un Presidente y un Gobierno que cultiva con atención diligente, sumo cuidado y esmero semejantes malas compañías? Por si fuera poco, una ministra –grado omega de la hipocresía política- se pregunta a sí mismo/a “pacto, ¿pero qué pacto?” Y qué valiente es Pedro Sánchez al recriminar en el Congreso –¡durante 40 segundos!- el comportamiento de Bildu cuando sabe que la portavoz del grupo independentista vasco no le contestará porque previamente ha agotado el tiempo que le corresponde. Y esa costumbre de Pedro Sánchez de no responder cuando se le pregunta en sede parlamentaria si romperá el pacto con Bildu. El PSOE de Pedro Sánchez, el reincidente -un catch all party que todo lo atrapa con la vista puesta en el poder a cualquier precio- corre el riesgo de abandonar la categoría de partido de Estado.
La aprobación de la Ley de Garantía Integral de Libertad Sexual –popularmente conocida como Ley del solo sí es sí– que ha facilitado la libertad de un centenar de violadores y la rebaja de penas de otro millar de violadores. ¿Puede consolidarse en el poder quien/quienes han tardado seis meses en corregir semejante desastre por el mero hecho de asegurarse en/el poder?
La ocultación de una pésima política económica: en 2022 el déficit público se situó en el puesto 119 de 192 países del ranking de déficit respecto al PIB ordenado de menor a mayor; la deuda pública en 2022 fue de 1.502.543 millones de euros con un crecimiento de 75.305 millones desde 2021 -300.000 millones desde 2018, fecha de la entronización de Pedro Sánchez- y está entre los países más endeudados del mundo; España es el país de la Unión Europea en que más han subido los impuestos; la renta per cápita de los españoles ha descendido un 5% en relación con la media de la Unión Europea; España retrocede y se sitúa en el 83% de la media de la Unión Europea en PIB per cápita en paridad de poder de compra.
Más: España –cosa que no pueden ocultar los fijos discontinuos pese al empeño en la labor- es el país con el paro estructural –lo mismo ocurre con el paro juvenil- más alto de la Unión Europea y la OCDE, en concreto dobla a la UE y triplica a la OCDE; más de la mitad de los contratos indefinidos firmados -el 57,8 %-no contemplan una jornada completa, aumenta el pluriempleo y se trabajan menos horas que antes de la pandemia si tenemos en cuenta que el tiempo medio de trabajo semanal ha bajado de 29,6 a 28,8 horas; España tiene el liderazgo en la quiebra de empresas de la Unión Europea al alcanzar 163 % más desde 2020. ¿Acaso un balance económico como el que luce Pedro Sánchez no invita a la deserción electoral?
Pedro Sánchez saca pecho y compra votos que no pagará
Pese a ello, Pedro Sánchez saca pecho manoseando las cifras del empleo y apoyándose en la previsión de la Unión Europea, que indica que el crecimiento de España alcanzará el 1,9%. Por su parte, la Unión Europea duda de que España sea capaz de cumplir su compromiso de reducir el déficit público al 3% el año que viene. ¿Cómo reducir el déficit cuando Pedro Sánchez –sin escrúpulos y con los Presupuestos y el BOE en su poder- se gasta 13.000 millones de euros en sus múltiples promesas electorales –mínimo de un par por semana con la vista puesta en las generales de diciembre: solo eso le interesa- que no cumplirá? Así intenta comprar votos el político que gestiona la ficción.
¿Cómo reducir el déficit cuando Pedro Sánchez se gasta 13.000 millones de euros en sus múltiples promesas electorales que no cumplirá?
La maratón de los despropósitos y la transmigración del voto socialista
La trayectoria de Pedro Sánchez como Presidente del Gobierno de España tiene mérito. No es fácil encontrar un presidente que ponga en entredicho el ser y el estar de un partido como el PSOE. Si es cierto que la historia del PSOE se asemeja al movimiento del péndulo, también lo es que desde la Transición ha mantenido la compostura ética y democrática –la decencia, el decoro y el aseo- requeridas. Con José Luis Zapatero empezó el desastre y con Pedro Sánchez –un político exhibicionista, sin credibilidad, acorralado por sí mismo e incapaz de imponer la imagen de gestor que persigue- se consuma. Pedro Sánchez se presenta como el prototipo de presidente providencial, pero únicamente genera problemas y situaciones de emergencia.
De hecho, Pedro Sánchez –mentiras y arrogancia: un populismo que juega con el constructo dicotómico de las necesidades del pueblo versus los intereses creados de los ricos- invita al simpatizante socialista –el esfuerzo para culminar la maratón de los despropósitos ha sido titánico- a la abstención, fuga o transmigración del voto. Así se expulsa al PSOE del poder. El actor Pedro Sánchez ejecuta a la perfección su papel.