Escandalizados por el escándalo
La intromisión de ETA en campaña, con sus presos empotrados en las listas de Bildu, el socio preferente de Pedro Sánchez junto a ERC, ha trastocado todo el plan electoral del PSOE. El presidente del Gobierno quiere desviar el foco de la presión que está ejerciendo la oposición que saca a relucir constantemente sus pactos inexplicables.
Después del dardo de Bildu necesita una movilización extra de su electorado para salvar los muebles que ni Tezanos se siente capaz de mantenerlos a buen recaudo. Pero no le está resultando nada fácil. En primer lugar porque el PP no va a soltar tan siniestro capítulo. Y no lo va a hacer porque es el tendón de Aquiles de Sánchez en esta refriega.
Las elecciones locales se están convirtiendo en un plebiscito sobre la gestión de Sánchez
Y en segundo lugar porque Bildu le ha puesto una bomba electoral en los bajos del Falcon cuyos efectos aún está por valorar pero que, sin duda, sus alianzas penalizarán a los socialistas en las comunidades donde gobiernan: Aragón, Castilla la Mancha, Extremadura o Valencia. De ahí que sus barones se muevan estos días como peones descontrolados.
Sánchez decidió hacer una campaña en clave nacional. Justo lo que buscaba el PP. Y estas elecciones locales, primarias de las generales, se están convirtiendo en un plebiscito sobre su gestión. Un referéndum sobre todo lo que ha hecho en estos cinco años.
El balance, por mucho que lo quiera maquillar con el riego de medidas sociales, no le está resultando favorable. No hay más que ver las encuestas. Con la ley de vivienda cuasi expropiatoria que atenta contra el artículo 33 de la Constitución que reconoce el derecho a la propiedad privada, redactada por Podemos, ERC y Bildu. Con la ley del ‘sólo sí es sí’ que, al rebajar las penas a violadores ha creado una alarma social que se ha extendido a Europa.
El plan complementario del PP
La apertura del debate sobre la ilegalización, o no, de Bildu no tendrá mucho recorrido jurídico. Pero Isabel Díaz Ayuso lo ha sacado a colación para captar el interés de los votantes de Vox metiéndose en su terreno, y para mantener viva la polémica que Sánchez pretende enterrar en el próximo Telediario.
Si repasamos la historia, la exhibición de etarras en las listas (en repetidas citas electorales) no ha sido puntual sino recurrente
Es verdad que la Ley de Partidos señala como causa de la ilegalización de un partido “la inclusión en sus listas electorales de personas condenadas por delitos de terrorismo que no hayan rechazado públicamente los fines y los medios” pero la Fiscalía (¿de quién depende?) no piensa aplicarla.
En su informe se centra en la condición de que la inclusión de condenados por terrorismo sea ocasional pero, si repasamos la historia, veremos que la exhibición de etarras en las listas (en repetidas citas electorales) no ha sido puntual sino recurrente.
A quienes primero dijeron que la incorporación de presos no era nada nuevo y que, por eso, no se entendía tanto revuelo, hay que ponerles los puntos sobre las íes.
Presos de ETA en las listas del mundo de Batasuna, como tantas veces, sí. Pero ahora los de Bildu son socios del Gobierno. Esa es la gran diferencia.
Ahora los Otegi están condicionando las políticas del Gobierno
Cuando la banda se disolvió y se les dijo que podrían hacer política si dejaban las armas, ellos creyeron aquel, a cambio de dejar de matar, podrían formar parte de los poderes del Estado, como llegó a decir Pablo Iglesias cuando era vicepresidente. Como si no hubiera un estadio intermedio entre pegar tiros o estar en la cúpula del poder.
Sánchez ha terminado de blanquear la historia de ETA que empezó Zapatero
Si ahora ha saltado el escándalo es porque antes los gobiernos pactaban con ellos cuestiones puntuales. Desde la ubicación de farolas hasta la concesión de un aparcamiento municipal. Por ejemplo. Ahora están en un estadio superior porque Sánchez ha terminado de blanquear la historia de ETA que empezó Zapatero.
Ahora los Otegi se sientan a la siniestra de Pedro Sánchez, forman parte de su corte. Son socios estructurales de la Moncloa. Están condicionando las políticas del Gobierno de España. En esta legislatura y en la siguiente, si pueden. De ahí, el revuelo.
Sostiene el exministro socialista Cesar Antonio Molina que estamos en un período de “contratransición democrática” porque, con Pedro Sánchez “hemos dado pasos nunca antes producidos hacia el enfrentamiento civil”. ¿Qué fue de aquel PSOE como un partido institucionalista que ahora se deja condicionar por los enemigos de la Constitución?
Queda todavía muchos días de campaña. El PSOE necesita más tiempo para movilizar a sus electores. El PP no soltará la presa de los herederos de ETA manejando los hilos. Es posible que, con tanta polarización, se active el voto en contra.