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Confundiendo, que es gerundio

Pues ya tenemos nuevo alcalde, que no es el que encabezaba la lista más votada. Puede escandalizar a algunos, pero es lo que hay. En un sistema de tipo parlamentario, gobierna el que consigue una mayoría. En cierta manera, se ha repetido la situación de hace cuatro años, cuando Manuel Valls, en su breve paso por el consistorio, impidió que Ernest Maragall tuviera la vara. Y en aquel momento, a mi parecer, la cosa estaba más que justificada.

¿Se ha olvidado el espectáculo de la plaza Urquinaona ardiendo en octubre de 2019? Bueno, Pedro Sánchez, quizá sí. A 600 km de distancia no llegaba el calor de las llamas. Si ya fue duro con la ambivalencia de Colau, que ha jugado todas las cartas de la baraja en el tema de eso que se dice eufemísticamente “derecho a decidir”, ¿nos lo podemos imaginar con el Tete de alcalde?

Hay que decir que estos cuatro años con doña Ada (sin h), tampoco han sido fáciles. Como intuyo que Manuel Valls no debía ser demasiado amante del populismo de esa señora, quiero creer que debía confiar en la capacidad moderadora de Jaume Collboni. Que este decidiera actuar poco menos que de “valet de chambre” hasta casi el último momento, para luego, en el tiempo de descuento, hacer ver que él no sabía nada del caos barcelonés, no pienso que se le pueda imputar al inductor de la maniobra.

El socialista Jaume Collboni con el bastón de mando tras ser elegido este sábado nuevo alcalde de Barcelona. EFE/Quique García

En cualquier caso, la cosa ha dado lugar a que en este momento, y quizá en el futuro, cuando se forme una mayoría alternativa a la ganadora, se hable de “hacer un Valls”. Ahora y hace cuatro años se habría actuado así para evitar un alcalde independentista. Si el inductor, repito, en 2019 fue obvio, ¿lo es también ahora?

Ni Collboni ni Colau

Pues lo siento mucho, pero yo disiento de la opinión casi unánime: ni Collboni, ni Colau, han actuado como lo han hecho para evitar que hubiera un primer edil independentista. A los hechos me remito. ¿En algún momento alguien ha oído que dijeran tal cosa? Pudiera ser que yo fuera duro de oído. Ambos han repetido una y otra vez el sonsonete de la “mayoría progresista”, de la que, por cierto, hasta hace pocos días formaba parte también Maragall; hasta que los dejó compuestos y sin novio. Porque todo el mundo sabe que hay indepes malos e indepes buenos; los últimos son los que le permiten la mayoría a Sánchez. Poco importa que unos y otros aspiren de nuevo a saltarse la legalidad. ¿Puede tildarse de progresista al que así actúa? Pregunto.

La señora Colau, con su hábil aparato fonador, para justificar su voto, salió con aquello de que Trias era el continuador de los del 3%. ¿De verdad que ella podría tirar la primera piedra, con la cantidad de nombramientos y contratos a base de digitalina, por utilizar un término suave, que han jalonado sus ocho años de mandato?

Aquí el único que “ha hecho un Valls”, por buscar un símil real, que ha dicho claramente que actuaba así por lealtad constitucional, ha sido Daniel Sirera. Adelanto que yo ni he tenido, ni tengo nada que ver con el PP, pero intento ser ecuánime. Y Sirera lo ha hecho en contra de los intereses de sus votantes, en términos de clase, que son mucho más parecidos a los de Trias, que a los de la mayoría “progresista”. Como en “Flandes se ha puesto el sol”, Sirera podría decir aquello de “España y yo somos así, señora”. El gesto le honra. Ahora bien, quisiera equivocarme, pero diría que le han llevado al huerto.

Daniel Sirera (PPC). EFE/Quique García

Si no lo entendí mal, los votos favorables a Collboni de los concejales del PP, implicaban excluir a los Comunes del cartapacio. Pero resulta que circulan ciertas declaraciones del nuevo alcalde en las que manifiesta que pretende mantener los cargos nombrados por los de En Comú (muchos de ellos, repito, con digitalina) y conformar una “mayoría progresista”. Eso me suena. Y me huele a cuerno quemado. Quizá hasta habrá indepes que volverán a ser buenos. ¿Es consciente el señor Collboni que una mayoría de ciudadanos, de una manera u otra, hemos dicho no a los Comunes? ¿Por qué no sondea simplemente a sus propios votantes? ¿Pretende hacer caso omiso de esa opción mayoritaria?

La verdad es que ya me extrañó que Colau aceptara sin contrapartidas ceder sus votos, por muy presionada que hubiera estado por Yolanda Díaz. Su único agarradero, eso sí, para no tener que volver a hacer de abeja Maya o acabar el grado de filosofía; alternativas que no creo que contemple. Veremos, pero me temo lo peor.

Lo peor pasa también por esa actitud de Collboni hacia Colau y asociados. Recuérdese que lo echaron de no muy buenos modos cuando se aplicó el 155. Y, sin embargo, ahí está, fidelísimo, no sé si por una especie de síndrome de Estocolmo o por puro masoquismo. Ya nos podremos dar con un canto en los dientes si los destrozos del “urbanismo táctico” se limitan a lo hecho. En su deshonestidad, la alcaldesa tuvo muy claro el principio del hecho consumado y ha triunfado. La realidad no se debe ni se puede negar.

¿Y qué será de los dos bloques, el autocalificado de progresista, y el independentista, cuando se planteen problemas cruciales para Barcelona, como la ampliación del Aeropuerto? Porque ya hace tiempo que el esnobismo de ERC no le va a la zaga al de los comunes. Me temo que serán cuatro años más perdidos para la Ciudad. El declive se me aparece no solo continuado, sino imparable. Pero, quisiera equivocarme.